—Eres aburrido hasta la puta madre para contar historias —le dije a Hugo.
—Ya sabía que ibas a decir eso. ¿Por qué todo lo que hago es aburrido para ti? —preguntó en medio de un suspiro.
—Porque eres aburrido, daaah. Tu novio es igual; tal vez por eso se quieren —
—¡Oye! Gabriel no es aburrido —
—Sí es —
—¡No él es observador! —intentó defender.
—No, es aburrido —dije en un tono burlón.
—¡No lo es! —
—Sí lo es —
—¡No lo es! —
—¡Si lo es! —
—¡NO! —
—¡SI! —
—¡NO! —
—¡SI! —
—¡NO! —
—¡¿Eres interesante?! —grité rápido.
—¡NO! —Hugo se quedó pensando un momento, confundido. —¿Qué dijiste? —
—Uyyy, no. Ya admitiste que eres aburrido —me burlé.
—No, yo no entendí… ¡Eso es trampa Julia! —se quejó.
—No, no es trampa: es la verdad. Las verdades siempre salen sin prensar —dije moviendo mi cabello como si fuera una estrella de comercial de shampoo.
Nota: no sé porque hice eso. Ja. ja, ja.
—Si tú no eres aburrida, cuéntale tú una historia a Diana. Veamos qué tan entretenida e interesante eres —dijo cruzándose de brazos.
Diana solo nos miraba aburrida, esperando pacientemente a que termináramos de pelarnos. Nota 2: extrañaba estas peleas tontas con él. Antes estaba muy decaído como para pelear.
—Ahora que lo pienso… ¿notaron que, de un momento a otro, dejaron de haber tantos loquitos en el pueblo? —rasqué mi barbilla.
—¿Loquitos? —preguntó Diana, confundida.
—Sí. Loquitos, vagabundos, indigentes, sin techo, mendigos… o como sea que los conozcas. Recuerdo que antes podía salir a la tienda y toparme con un par haciendo cosas raras. Lo más raro que me pasó fue ver a uno de ellos limpiándose el trasero lleno de mierda con la esquina de una casa. Y luego cuando terminó, empezó a chupar la mancha. Fue raro —expliqué.
—¿Por qué te quedaste el tiempo suficiente como para ver todo lo que hizo? —preguntó Hugo con cara de desagrado.
Me encogí de hombros y sonreí.
—No tenía nada que hacer —dije.
—También desaparecieron muchos perros y gatos callejeros —dijo Diana. —Me di cuenta porque una amiga les daba de comer a muchos de ellos. Todos los días llegaban docenas a su casa para comer. Hasta que un día, de la nada, comenzaron a disminuir. Fueron disminuyendo hasta que ya no llegó ninguno —
—Así empiezan las películas de terror —dije con voz atemorizante. —Pero eso si está muy raro, como si algo se los estuviera comiendo. Boo! —
—Nadie se los comió, Julia. Debe haber una explicación lógica para esto —dijo Hugo tapándome la boca. No le duró mucho, porque lo mordí. Nota 3: su mano era saladita.
—¿Y si hay una secta satánica que reclutan vagabundos para reproducción y sacrificios, y los alimentan con carne de perro? Tal vez por eso se llevan a los loquitos: como no tienen familia, nadie pregunta por ellos. Y también por eso se llevan a los perros callejeros: nadie hace preguntas y la comida es gratis. —dije levantando la voz.
—Julia —me llamó Hugo tratando de tranquilizarme.
— ¡Ohhh! ¡Ohh! Tal vez hay animales enormes, como osos o leones, víctimas de tráfico de especies exóticas; y usan a los vagabundos, perros y gatos para alimentarlos y ahorrase la comida —
—Julia —volvió a llamarme.
—¡Ohhh! ¡Ohh! O quizá hay una sociedad secreta por ahí, que usaba a espías disfrazados, perros y gatos entrenados para mezclarse en nuestra sociedad, estudiarnos y así saber si podían apoderarse de este lugar. —
—Julia —
—¡Ohhh! ¡Ohh! Tal vez hay monstruos sobrenaturales que se alimentaban de los loquitos y los animales callejeros, pero cuando se acabaron, liberó a las ranas de “El Tapón “ como un castigo para el pueblo. ¡Ohhh! ¡Ohh…—
—No, Julia. No, eso no pasó —dijo volviendo a taparme la boca.
—¿Tú como sabes? —pregunté, sacudiendo la cabeza para zafarme de su agarre.
—Porque lo más seguro es que los “loquitos” se hayan ido a vivir a otro lado. —dijo haciendo comillas con los dedos en la parte de “loquitos”. —La gente no los quería, precisamente porque hacían el tipo de cosas raras que tú contaste. Y los perros y gatos… bueno, esos animales no estaban vacunados. Lo más seguro es que se hayan contagiado de algo y fueran muriendo poco a poco. Si todos comían en el mismo lugar, es obvio que la infección se dispersó y los mató a todos —explicó Hugo mirándome a los ojos.
—Puto. Le quitas lo divertido a la vida. Eso es de putos —le dije con voz aguda.
—Suena razonable… pero es extraño que todo eso comenzara luego de que el actual presidente tomó el mando —dijo Diana.
—¿Estás diciendo que el presidente tiene algo que ver con todo esto? ¿Por qué? —pregunté.
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Editado: 23.12.2025