Un grupo de chicos ensayaba una complicada coreografía, dos de ellos ya molestos y agotados intentaban convencer a los demás de parar al menos por ese día, uno más al fondo bebía de su botella de agua mientras miraba el móvil que manejaba con una sola mano. De nuevo los mismos rumores en las noticias internacionales: "Se separan", "Ingieren drogas", "Un romance en puerta".
Jung-Kook lanzó el móvil dentro de su mochila y la cerró tratando de alejar los malos pensamientos, volvió la mirada al grupo quienes se mantenían sentados en el suelo bastante agotados, se acercó rápidamente hasta su compañero del cabello color menta que parecía comenzar a desteñirse y se sentó.
Perdió la mirada en el suelo mientras escuchaba la conversación de los otros, parecía que en los últimos días se sintiera alejado de los asuntos que les incumbían a todos. No entendía cómo era que los rumores no les afectaba como lo hacían con él, muchas veces llegó a sentir una gran necesidad de ser alguien más, un simple chico de Busan que pasea por Seúl en una visita de verano, se preguntaba qué se sentía ser alguien "normal" alejado de las cámaras y de todos esos que pretendían dañar su reputación. La tranquilidad, a penas si la recordaba.
Deseaba al menos por un día, poder ser ese chico, que iba al colegio y salía con sus amigos sin tener que preocuparse por las cámaras y las fotos, quería salir con alguien sin sentirse vigilado, quería sentir el cariño real de una chica que lo amara por lo que era y no por pertenecer a una banda. Pero también sabía que eso ahora era imposible.
—¡Ey! Todo bien, te noto más callado que de costumbre, — pregunto el chico a su lado.
—Todo bien YoonGi, — dudo en continuar hablando, finalmente siguió — te has preguntado cómo sería nuestra vida sin todo esto, es decir sin las cámaras, sin la fama...
—Sin ARMY quizás, — volteó los ojos atrás — seguro sería todo muy aburrido, — le golpeó ligeramente el hombro — no estarás pensando en renunciar ¿o si? Te atreverías a dejarme. — dijo en tono dramático.
Jung–Kook comenzó a reír siguiendo el juego al que se agregaron los demás.
—Si un día decido irme serás al primero a quien se lo diga, — agregó — por ahora digamos que tendrás que seguir soportándome.
Se escuchó la voz del coreógrafo, de forma pesada los siete chicos volvieron a levantarse para colocarse nuevamente en su lugar, una vez más sonaba la música y ellos volvían a repetir los mismos pasos.
—Jeon Jung–Kook! — se escuchó la voz de una chica dentro del salón de baile. —Necesitas bajar a la oficina.
Jungkook se detuvo y siguió a la mujer, sabía a dónde iba y de qué asunto se trataba.