Luego de quince horas de vuelo, un mal sueño y mi mamá que no paraba de hablar de todo lo que haríamos en Seúl al fin llegamos, el clima no me pareció tan diferente en un principio, fue hasta que pusimos un pie fuera del aeropuerto que sentí el viento en la cara y logré respirar el aire de otras tierras. Mire al rededor, toda esa gente que pasaba, algunos sin duda eran turistas otros, a quienes recibían con un abrazo los que parecían ser familiares y después estábamos nosotras con maletas en mano tratando de encontrar un taxi sin saber cómo hacerlo.
Mamá levantaba la mano y daba saltos cada que veía lo que para ella era uno, finalmente el buen señor Kim nos ayudó y logramos tomar un taxi. Lo siguiente fue aún más complicado aunque mi madre y yo hablábamos bastante bien el inglés para nuestra mala suerte el chofer apenas nos entendía.
—¡Hotel! Ho- tel. — dijo mi madre con paciencia.
El buen hombre afirmó con la cabeza mirando al frente y sin dejar de hablar cosas que no lograba entender, fue cuando me sentí nerviosa, cómo podríamos entendernos con la gente si seguíamos con ese problema, tendría que tomar clases de coreano de inmediato.
—Yeogie joh-eun gos jeolyeomhan hotel-ibnida, — dijo el chofer.
Ambas nos miramos a los ojos con cara de desconcierto.
—¡Hotel! — repitió el hombre por suerte aquella palabra si la conocíamos.
—¡Hotel! ¡Sí! Aquí bajamos.
Agradecimos y aunque nos fue difícil pagamos con la cantidad correcta, por fortuna mamá había cambiado nuestro dinero por wones y ese no fue un problema, el problema siguió cuando quisimos registrarnos en el "hotel".
Una mujer muy amable nos condujo hasta lo que creíamos sería nuestra habitación, por los pasillos pasaban chicos y chicas que sonreían, charlaban entre sí como si de un campus de universidad se tratara. Definitivamente no era un hotel, era más bien como una pensión.
—Es aquí, — dijo la señora que amablemente corrió la puerta hacia la derecha para mostrarnos la muy pequeña habitación.
En el lugar no había cama alguna, lo único que se veía era un gran closet y una ventana al fondo, varias mantas, un par de almohadas y una pequeña mesa casi a ras del suelo. Supe de inmediato de lo que se trataba y no sería un gran problema después de todo mamá buscaría al señor Kim para que nos encontrara un mejor lugar donde vivir.
—Pues bien al parecer dormiremos en el suelo, — dijo mi madre corriendo la puerta para quedar a solas. —¡Será increíble no lo crees! — agregó emocionada mientras buscaba las mantas. —Me pregunto sí mis zapatos están a salvo haya abajo o sí será mejor traerlos.
—Ma, estarán bien son solo zapatos además las pantuflas son más cómodas.
—Eso es cierto pero no creo que hayan costado lo mismo, — colocó las valijas dentro del armario — mira cariño un pequeño refrigerador, — se alegró al verlo dentro del closet. — no puedo esperar para mañana, tengo que buscar un empleo, el dinero se irá rápido aquí cariño, — me miro con ternura.
Sabía que todo lo que mi madre estaba haciendo lo hacía por mi no podía exigirle demasiado después de todo.
—Quizás yo también haga lo mismo, ademas me gustaría tomar clases de coreano pero primero me gustaría conocer más el lugar.
—Es un bello lugar — me arrojó una de las mantas para extenderla en el suelo. — al menos me siento más a salvo que en nuestra vieja casa, tu padre no tomó bien esto pero es ahora nuestro momento hija, quiero que seas feliz.
Pasé a gatas por sobre las mantas hasta llegar a ella y la tomé de las manos para que se acercara a mi.
—Yo también quiero que seas feliz mamá, quiero que encuentres a alguien que valga la pena y que te cuide, lo mereces.
Mi madre se secó los ojos. — No necesito un hombre cariño, solo quiero dedicarme a mi y a ti.
—No parecía que pensaras eso mientras hablabas con el señor Kim, — sonreí — parece ser un buen hombre deberías salir con él, podría mostrarte Corea...podría llamarle appa muy pronto.
Mi madre me palmeó la cabeza con suavidad.
—Lo pensaré, tú deberías salir a pasear, conocer gente hablas bien el inglés seguro pueden entenderte quizás haya un chico guapo esperando por ti en algún lugar de esta bella ciudad.
Nos recostamos. — Sí tal vez mañana salga un rato pero eso de conocer a alguien creo que tardará, no sé si me acepten como parte de su tribu.
—Claro que te aceptarán eres un amor de chica, si alguien no te acepta es por qué está realmente ciego.
Me besó la mejilla y se acomodó para dormir, yo me quede viendo las luces que se alcanzaban a distinguir desde la ventana, aquel lugar en serio era hermoso.