Tus ojos dicen.

JK.

Y así fue, al día siguiente después de tomar el desayuno que la buena mujer nos había preparado a mi madre y a mi salimos de la pensión, paseamos un rato por los al rededores tomando fotos para Facebook y para Instagram. Luego de un rato el móvil de mi madre comenzó a sonar y aunque noté que ella deseaba contestar no lo hizo.

—¿Quién es? — pregunte la segunda vez que evitó responder la llamada.

—Nadie cariño, sigamos caminando.

El móvil esta vez vibro, leyó el mensaje en seguida en la pantalla y me miro entonces.

—Es el señor Kim, quiere que lo veamos en un rato para comer algo, que dices ¿quieres ir?

—Porque no vas tú má, ve y diviértete yo puedo seguir mirando y te veré en la pensión en la noche.

—¿Estás segura?, no conocemos el lugar y ¿si te pierdes? ¿Y si el señor Kim es un Yakuza y me secuestra?

—Mamá en primer lugar la Yakusa es la mafia de Japón y en segundo lugar no creo que te secuestre más bien pienso que es amable con nosotras, de todas formas te llamaré en una hora para saber cómo estás.

—¿Me llamarás tú a mi, cómo si yo fuera la chica? No, yo te llamaré en una hora de acuerdo.

—De acuerdo, — me besó la mejilla — te veré en un rato.

La vi adelantándose con el móvil en la mano, seguramente estaba hablando con su nuevo amigo. Decidí seguir caminado, mantenía el celular en la mano mirando,  el gps me mostraba un parque a menos de un kilómetro así que seguí sin despegar la vista de la pantalla hasta que llegue.

Cuando levante la mirada, me encontré con lo más hermoso que mis ojos hubieran visto, el paisaje de los árboles de flores rosadas que solo había visto en fotografías, ahora se encontraban ahí sobre mi cabeza, sin duda sonreí al verme rodeada de toda esa belleza, más adelante un puente cruzaba un lago que poco me importó que fuera artificial pues seguía siendo hermoso.

Dangsin-eun yeogi chulsin-i anibnida.

Escuche una voz a mis espaldas.

—Perdón, pero yo no hablo coreano, — respondí dirigiéndome hasta dónde se encontraba.

Un chico vestido de negro de pies a cabeza se mantenía con una rodilla sobre uno de los bancos. A penas alcanzaba a mirarle los ojos pues la gorra de la chaqueta le cubría la frente y una mascarilla le cubría el resto del rostro.

Escuche cómo soltaba una risa.

—Dije que se nota que no eres de aquí. — repitió, esta vez le entendí de inmediato.

—¿Se nota demasiado? — sonreí, — pero es seguro que tienes razón, — volví a mirar al rededor. — Este lugar es muy bonito.

—He visto mejores, — dijo bajando del banco, — quizás pueda llevarte a conocer alguno.

Me mordí el labio inferior sin percatarme de que lo hacía. — Supongo qué hay muchos lugares como este en Seúl, me gustaría verlos todos.

Me miro fijamente a los ojos, parecía como si sus ojos tuvieran un brillo diferente al de cualquier otro, al principio pensé que debía ser por qué la forma de sus ojos era completamente diferente a los que estaba acostumbrada, pero después, algo distinto apareció en esa dulce mirada.

—¿De dónde eres? — dijo — ¡No! Mejor déjame adivinar.

Comenzó a rodearme sin dejar de mírame, se acercaba a mi, se alejaba de mi, colocó la mano en su barbilla dudoso y después simuló tomar fotografías moviendo sus manos frente a sus ojos. No logré guardar la sonrisa.

—Eres de...— dio un paso más hasta mi. — Un lugar lejano, tienes aún el aroma, no eres americana, eres algo aún mejor.

—Soy de...— me interrumpió levantando la palma de la mano hasta mi rostro.

—No me lo digas eres latin-eo — soltó la última palabra en coreano pero logré entenderla.

—Latina sí, has acertado.

—Tú forma te delata — hizo movimiento de curvas con las manos.

—Dices que se nota por qué soy... — repetí las mismas señas, — si haces eso en mi país te ganarías una bofetada o algo más.

—Lo siento, — se agachó — no pensé en ofenderte solo quería decirte que tienes una figura estética, — trató de remediarlo, — y tu rostro es de una belleza que no se ve todos los días por aquí, seguramente voltearán a verte con curiosidad.

—No te disculpes — agregué, — pero procura no hacer esas señas cuando veas a alguien de donde yo vengo, no todos lo toman de la misma manera, podrían creer que coqueteas. — reí. — y gracias por lo de belleza, no creo ser de las que llaman la atención aunque para serte sincera si me han mirado con extrañeza algunas personas.

—¿Estás de visita?

—No, yo...mi mamá y yo nos acabamos de mudar.

—¡Genial! Entonces tendré tiempo de mostrarte todo Corea, si tú quieres claro.

—¡Me encantaría! — era ahora yo quien coqueteaba de la misma forma que mi madre acomodándome el cabello. — es decir claro, sería súper conocer este lugar.

—Entonces te veo aquí en dos días, — dijo sin preguntar. — Si no llegas lo entenderé pero desearía que sí lo hicieras, me gustaría ser yo...

Dejó el comentario al aire y dio media vuelta.

—Espera oye, no me has dicho a qué hora. — grite antes de que se alejara más.

—A la misma hora. — respondió dando un paso más.

—Oye...¿cómo te llamas?

Se detuvo de nuevo y solo volteo el rostro.

—Solo llámame JK.

Lo vi guardar las manos en los bolsillos de la chaqueta y vi cómo se alejaba, el viento sopló con fuerza y la capucha dejó al descubierto el color de su cabello, era de un tono castaño oscuro, le caía lacio hasta por debajo de los oídos. No tardo en cubrirse de nuevo la cabeza y después solo desapareció detrás de los árboles.



#4584 en Fanfic

En el texto hay: amor, bts, romance amistad

Editado: 27.02.2021

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