En las semanas que vinieron, Óscar no desistió en su empeño por conquistarla.
Una de esas ocasiones era llevará colgada de un hombro hasta un bote y hacer el paseo por las playas cercanas y ver las rocas que rodean la ciudad.
Hasta logro convencerla de ir a jugar el golf, donde se posicionó detrás de ella para enseñarla a jugar.
Al llegar a la casa, se apoya a la puerta, negando con la cabeza en la lucha interior que lleva contra lo loco que le parecía.