Tuy@ desde el verano

Capítulo 29

Daba vueltas en su silla con la mano en el aire y los ojos fijos en ella. Mientras él lea los papeles.

-¿Estás aburrida, verdad? - la pregunto, bajando los papeles y la mano que tuvo en la sien sostenida con los dedos.

-No - dijo, negando con la cabeza. -, solo mato el tiempo.

-Te dije que estarás aburrida.

-No importa - dijo, levantándose. -, yo quiero estar contigo - vino hacia él y alejo la silla de la mesa para sentarse en él y lo beso.

Mientras los besos subieron del tono, escucharon una voz en el pasillo, decir:

-Buenos días, señora Rodozo.

-Buenas, ¿Sabe si mi hijo está? - escuchar esa pregunta los hizo separarse con los ojos engrandecidos.

-Intenta en su oficina que yo no lo vi hoy - mientras el hombre contestaba ellos miraban donde esconderla.

Exactamente, cuando tocaron la puerta, Ingrid estaba segura debajo de la mesa.

-Mamá - dijo con la voz subida cuando ella abrió la puerta sin el permiso.

-Hola, hijo.

-¿Qué haces aquí? - pregunto, nervioso.

-¿Qué pregunta es esa? - pregunto, enojada. - Te quería ver. Además, no visite tu oficina.

-Ni trajiste el regalo.

-¿Qué regalo? - lo pregunto.

-El que se trae cuando visitas por la primera vez.

-¡A, eso! - dijo, quitándole la importancia. 

-Sí, eso - dijo, antes de que a ella se le ocurre continuar.

-Se me pasó. Sin embargo, no sería mala idea tener una escusa para presentarme de nuevo aquí acompañada por Henrica - le reveló, sonriendo.

Escuchar eso lo dejo mirándola sin palabras.

-¿Qué no piensas decir nada? - lo pregunto, borrando su sonrisa.

-Me dejaste impresionado. ¿Es ella tu hija o yo? Porque lo que acabas de decir me deja claro que ni me escuchas ni que te importa lo que digo o hago.

-¿A qué va eso? ¿Quieres discutir como tu hermana? - le reprocha.

-¿Por qué metes Klarrisa en eso? Estamos hablando de mí y de que me quieres meter a eso chica y por la nariz.

-Yo no hago eso...

-¿Entonces qué haces? Porque a mí me parece así.

-Solo quiero lo mejor para ti y lo mismo va para la ingrata de tu hermana.

-No la llames de esa manera y deja de meterte en nuestras vidas, porque yo ya te dije que no me interesa y que tengo novia.

-Sí, una novia que ni me presentaste.

-¿Y como pretendes que haga eso? Si tú no cambias. Todo lo que hacemos a ti te parece mal.

-Si la chica es como debe ser y se parece a Henrica no veo el problema. Lo mismo va para Klarrisa con Ian.

-¡Ese nunca intereso a Klarrisa!

-¿Y tú cómo lo sabes si nunca estabas aquí?

-Era la única con la que a veces mantenía el contacto además de Flavio - dijo, rascándose la frente.

-¡Ah, más secreto! ¿En qué me equivoco que mis hijos no confían en mí?

-No sé, de verdad no sé. La de hoy es clara - agrego.

Antes de que se le ocurre continuar la conversación, le dijo:

-¿Te puedes ir? Que tengo que trabajar.

-Ingrato - murmuró. - Ni el café que me ofrezcas - agrego, levantándose.

-Adiós - la despido desde el asiento.

-Nos vemos a casa - le dijo ella y se fue.

-Que fastidio tu mamá - oyó decir a Ingrid debajo de la mesa.

Eso lo hizo reír mientras la dejaba salir.

-¿Quién es Henrica? - lo pregunto, apoyada a la mesa.

-Una sobrina, no sé qué de la amiga de mamá.

-¡A! - dijo como perdiéndose.

Cuando la atrajo para que se sentara continuo:

-Tu novia escogida.

-Mi madre puede escoger y la reina si quiere, de mí no te salvarás - le dijo, besándola en la mejilla.

Ella puso su mano en la de él que la tienen abrazadas y pregunto:

-¿Cuándo es la cena?

-¿Si quieren no vamos ahora? - dijo sin despegar la cara de su cuello.

-¿No es que tienes que trabajar?

-Tuve que deshacerme de ella, de cualquier manera estuve por terminar.

-Esa bien, vámonos - dijo, levantándose. - Podemos buscar a Klarrisa y a Baldo.

Es visible la incomodidad que sienten todos al estar sentados en la mesa con Reynaldo.

-Me gustaría volver debajo de la mesa - murmuró, pegándose a él.

Él le respondió con la risa y diciendo:

-A mí no.

-¿Qué paso? - pregunto Klarrisa, curiosa.

-Mamá me visito en la oficina y tuvimos que esconderla - respondió Óscar, poniendo la mano en su espalda.

-¿Hasta cuando la piensas esconder? - prosiguió a preguntar. - Porque juzgando la piedra que lleva, no te queda mucho tiempo.

Volteo a ver sorprendida a Óscar que la miraba de la misma manera.

-¿Cómo lo supiste? - pregunto aturdida. - Por mí que sea toda la vida - comento después, volviendo de su estado.

-Tú no llevas joyas, menos tan grandes y glamurosos - respondió.

Su conversación fue interrumpida por Baldo.

-Señor - llevaba la cabeza bajada y temblando poco de lo nervioso. - Quiero demostrarle que estoy dispuesto a hacer todo lo posible para ser digno de su hija y que nos permitan estar juntos. En el otoño entro en el programa de educación para superarme y poder hacerme cargo de ella de la manera de la que ustedes quieren - prosiguió, mirándolo.

-¡Dios! ¿Por qué no invite a Eva? - murmuró él, pasándose la mano por la cara y el pelo con una fuerte superación, sorprendiéndolos a todos.

Cuando levanto la mirada los encontró mirándolo con las preguntas no dichas. Por lo que prosiguió explicarles:

-Lo digo por esta situación, una mujer sensata nos llegaría bien. Y ya cuando mi esposa no lo es, Eva sabría cómo quitarnos esta incomodidad que hay aquí.

Como nadie dijo nada, volvió hablar él:

-Ella es la de ilusión que podemos acercarnos. Recuperar la relación que nunca tuvimos, una estrecha - le decía a sus hijos.

Es obvio que las palabras de su padre a ambos los dejo sin habla.

Aclarando la afectada voz, hablo:



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En el texto hay: amor, amistad, ricoypobre

Editado: 01.04.2024

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