Amelia Novikov, o cómo le dicen Dalia, como la flor, era la bailarina estrella del Servette Football, un club en ginebra, Suiza.
Su apodo le hacía honor, pues la flor dalía era tan hermosa, elegante y digna. Era una flor no muy común de encontrar, y cuando se hacía era un pecado no mirarla y no caer en sus encantos.
Eso era Amelia, elegante y digna, tanto así que no importa si se muere de hambre, ella no se vende. Cada hombre que tiene el placer de ver su baile la describe de la misma forma, una diosa bajada del cielo para despertar sus más profundos deseos.
Pero no siempre fue así; Amelia vivía un infierno en carne propia a manos de un monstruo que solo la veía como un objeto, una juguete que podía usar cuando quiera, a la primera oportunidad escapó sin más dejando la vida atrás, pero llevando consigo el recuerdo de ese suplicio que le hizo vivir esa persona que decía amarla.
Él era conocido como una bestia, un ser sin alma que reclama las almas que quiera como suyas. Sus ojos poseen una profundidad que te hace enloquecer, su vida se rudicia a eso, reclamar vidas y causar el más profundo dolor en las personas a su alrededor, hasta que una fragancia entro a su vida y una maldita mujer para los demás, pero para el era el elixir de su vida, esa mujer se vuelve la razón de su existir y la reclamará como suya, pensando que ella aceptaria fácil pero se encontró con una fierra disfrazada de flor.
—Eres mía
—Soy tuya- miró los ojos tan profundos como la noche- hasta que quiera.
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Editado: 17.04.2025