Tuya Por Un Sueño

Capítulo II

Mira Quién Apareció

 

Me he pasado la jornada debatiendo en mi mente sobre mi nivel de daños por soñar tanto acerca de príncipes. Es importante mantenerse con los pies en el suelo. Hoy es viernes y comienzo a visualizar mis opciones del día. Y no me gusta lo que veo.

Yo sola y aburrida en casa.

Yo sola caminando por los Centros Comerciales para no irme a aburrir a mi casa.

Yo sola esforzándome en no pensar en mi ex… porque los viernes solíamos comer helados juntos.

 Y yo sola, porque llevo tiempísimo sin ver a mi amiga, mi hermana, con quien comparto todo… bueno, casi todo.

Caramba, mejor me voy a casa y me meto una dosis de películas online con cotufas y si eso no me basta, intentaré leer algún libro de la nueva carpeta que descargué con full libros de vikingos, vampiros y… esa condenada saga de hombres con portadas infernalmente sexys.

<<Nunca use un antifaz, voy de paso por este mundo fugaz…  no pretendo parar, dime quien camina cuando se puede volar. Mi destino es andar, mis recuerdos son una estela en el mar…>>

El ritmo de Shakira y su Gitana me causan una instantánea emoción, sorprendida me apuro a sacar el celular de mi bolsillo y con la boca abierta confirmo. Sip. Es el rostro de mi mejor amiga en la pantalla de llamada.

Natalia, o Naty, como le digo desde siempre, se había extrañamente distanciado de mí, desde hacía un considerable tiempo que no hablábamos y considerándonos, prácticamente inseparables, su ausencia me afectó profundamente. Estuve tratando de ubicarla pero su teléfono estaba muerto y aunque la visité varias veces, era soledad quien siempre me recibía. La última vez que la había visto, ella estaba comenzando a salir con un chico de la universidad y yo en ese tiempo no sabía que estaba llegando al final de mi relación con Enrique.

Embargada de emoción e insegura al mismo tiempo atiendo la llamada diciendo: — Centro de Cuidados Mentales, ¿En qué puedo servirle?

Naty se ríe y chilla al mismo tiempo. — ¡Olyyyy! Amiga mi loquera favorita.

Mi corazón se acelera de emoción, es nuestra costumbre saludarnos de formas locas y dejarlo llevar como si todo fuera cierto, sin embargo estoy dolida con ella así que le suelto. — ¿Seee?… Discúlpame si no me lo creo.

Ella se ríe en voz baja y suspirando me devuelve: — Menos mal Oly, no esperaba menos de ti, sé que desde hace mucho tiempo que no te llamo, ni te escribo, ni te he ido a ver amiga, me preocupaba que hubieses cambiado conmigo ¿Me perdonaaaasss? — Suplicaba Naty con esa típica voz de cachorrita triste que ingeniosamente usaba para convencerme, esa pequeña perra sabe que cuando me habla con ese tono se me hace difícil oponerle resistencia.

— Umjum ¡Ya pues! Que no te vas a librar así como así de explicarme porqué me has ignorado durante tanto tiempo — necesitaba sacarme esa espina si quería que las cosas fueran como siempre lo han sido entre nosotras. Especiales, únicas. Y si hay algo que siempre hemos tenido es el de decirnos la verdad. Nos guste o no.

— Nena, sabes que te quiero mucho, jamás me he olvidado de ti, te prometo que te lo explico todo. Pero ahorita te estoy llamando para saber qué vas a hacer más tarde, nuestro queridísimo amigo Julio me está diciendo para ir a la discoteca esta noche y definitivamente, te extraño muchísimo, necesito de mi mejor amiga.

Ese tono, termina por aflojar mis tullidas emociones hacia Naty y cedo, porque lo cierto es, que nunca puedo estar molesta con ella tanto tiempo. Sin embargo, algo no me cuadra en el tono de voz de Naty y me llena de inquietud.

Miro a mi alrededor mientras me recuesto de una de las columnas de la entrada principal del ISP, esta todo tranquilo, a excepción de un par de chicos que van caminando tristes, lo sé porque ambos pasan frente a mí con los ojos aguados, uno de ellos consolaba al otro y no pude evitar sentir en mi pecho un hueco por la ausencia de mi amiga.

Mi alocada amiga de ojos marrones, de largos cabellos pintados de rojo pasión, divertida, quisquillosa e intrépida personalidad, es toda una potencia de exuberantes curvas de metro setenta y dos de altura. Ella es como una bomba armada que grita peligro por todos lados. Pero ella estaba omitiendo algo.

— Naty… —le digo suavemente mientras lleno de aire mis pulmones— ¿Está todo bien? —No sabía cómo preguntar— ¿Te ha pasado algo?...

— Esta noche vamos a vernos y hablaremos  de todo un poco ¿Verdad? —dice, con voz mortalmente triste.

Mi corazón se engurruña. — Claro que sí preciosa, cuenta con eso ¿A qué hora quieres que esté en tu casa?



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En el texto hay: revelaciones sobrenaturales

Editado: 26.09.2018

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