Tuya y en problemas

Capítulo 3

Una semana después

 

Cassidy

 

Había iniciado mi día con el pie izquierdo, de camino a mí primer día en la universidad pinché la goma de mí auto y para aumentar mí suerte la grúa se tardó en llegar.

—¿Ustedes siempre se tardan tanto? —fue lo primero que le dije al chofer que maneja la grúa.

—No, pero si usted tuviera una goma de repuesto le aseguro que ya hubiera zanjado su problema —me responde como si el trabajo lo hiciera gratis.

—Ese es mi problema, y si me quejo es porque pago mes a mes el servicio en caso de necesitarlo debería ser más eficiente ¡No cree! —el hombre no me respondió y amarro mí auto para luego subirlo.

—¿Piensa quedarse ahí? —me pregunta luego de subir a la grúa cómo si yo quisiera ir con él.

—¡Si! Ya llamé un taxi ¡Lleve mí auto a este taller! —le extendí el papel con la dirección y lo tomo de mala manera.

—¡Loca! Eso es lo que es, además le aviso que no iba a hacerle nada —arranca y se va sin dejarme responderle.

El taxi llegó y fui a la universidad, al llegar me excusé con el director, quien comprendió mí situación, firme el libro de asistencia y fui al salón en donde hoy iniciaba mí día laboral.

—¡Buenos días! —dije al entrar al salón, pero nadie respondió, ya que se encontraban en otra hablando en pequeños grupos.

—¡Dije buenos días! —repetí levantando la voz y entonces notaron mí presencia.

—¡Será buenas noches! —hablo uno del último y todos rieron.

 

—No vine a hacer bromas con ustedes, mi nombre es Cassidy Doman y seré su profesora de Marketing —mientras hablaba note que el chistoso aún seguía hablando y eso me molestó.

—El joven del último podría sentarse aquí adelante ¡Por favor! —dije de manera autoritaria y el <uh> de todos no tardó en llegar.

—¿Acaso estamos en secundaria? —pregunto una alumna.

—¡No! Pero ustedes se comportan como niños, he ingresado hace 5 minutos y aún no se callan, no parece un aula universitaria, mis alumnos de 1 año de secundaria se comportan mejor y el señor de atrás venga para aquí... —señale el banco vacío frente mío ya un poco ofuscada.

En ese momento todos se quedaron callados y fue lo mejor, no podían comportarse así, eran jóvenes de mí edad y hasta de más edad seguramente.

—Muy bien, como no iniciamos bien les parece si empezamos con un trabajo práctico —nadie dijo nada y el joven del último se levantó para sentarse donde le dije.

—Pueden abrir en sus computadoras en la clase de Classroom —me levante y anote el código de acceso para que ingresaran.

Mientras ellos copiaban, me concentraba en corregir algunas tareas de mis alumnos de secundaria que me quedaron pendientes, la clase paso rápido y la mayoría entrego sus trabajos en tiempo y forma, contaban con internet en el campus y las preguntas no eran difíciles.

A medida que iban entregando se iban retirando, pero una de las tareas llamo mi atención y no sabía si leía bien o estaba imaginando cosas, busqué mis lentes en mi bolso y me los puse para leer.

—No puede ser —dije en voz baja al leer una tarea firmada como soy un alma libre, tragué saliva y lentamente levanté mi vista, aún quedaban alumnos y no sabía quién era quien.

—¿Cómo es posible? —dije e intenté recordar a ese hombre que me dio la mejor noche de todas unas semanas atrás.

—¿Disculpe profesora? ¡Me escucha! —me saca de mis pensamientos uno de los alumnos, pero sigo buscando en el listado el nombre que falta en la tarea.

—¡Si dígame! —ni siquiera lo mire, ya que había quedado en shock por lo sucedido, en esta clase había alumnos de 21 años, puesto que la carrera duraba solo tres años y si ese hombre era un niño ¡No puede ser! Negué mentalmente.

—Me equivoqué en una de las preguntas ¿Puedo reenviársela? —dijo y asentí.

—¡Si hágalo! —le respondí y continúe con mi búsqueda, pero sería difícil, pues al levantar mi vista aún quedaban alumnos ¡Pero qué cabeza hueca soy! Si ya entrego ¡Ya se retiró! Deje de buscar y me concentre en terminar esta clase, apenas quedaban seis alumnos.

—Los alumnos que faltan por favor vayan entregando —dije y comencé a guardar mis elementos de trabajo.

—¡Profesora! —levanto la mano un alumno.

—¡Si! —lo miré y él sonrió y no supe porque lo hacía ¿Será que está coqueteando conmigo?

—Puede anular mi primera tarea, no puedo enviar la nueva ¡La que corregí!

—Si dígame su nombre.

—¡Erick Brown! Pero no me encontrará allí —dijo y no entendí.

—¿Por qué lo dice? —en ese momento el aula quedo vacía, solo éramos él y yo.

—¡Por qué soy el alma libre! —casi me ahogue con mi saliva al oír su respuesta, en ese momento todos los hechos se agolparon en mi mente y lo recordé.



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En el texto hay: amor, profesora, alumno

Editado: 04.04.2022

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