Twenty Shadows- Cancelada

Capítulo 8 Primera lección

A la mañana siguiente me levanté como si hubiese dormido durante días. Y eso que no había podido dormir en toda la noche. ¿Cómo era posible? Cada vez más empezaba a convencerme de que la historia que Stefan me había contado era real, sí, mi mente aún no aceptaba lo de la herida, en mi interior pensaba que todo lo que había visto era solo un truco barato o que tal vez mi mente estaba jugando conmigo y ese chico ni siquiera era real. Eso explicaría muchas cosas, como lo de entrar a una casa sin que nadie lo viera o que supiera todo lo que hago y digo. Por otro lado estaba la parte del Jerry's, allí la gente lo vio. No podía ser un producto de mi mente.

—¿Y si todo esto es falso? ¿Y si estoy en coma y esto es tan solo un sueño?—Podía ser una posibilidad.—Bueno, si nada de esto es real... Supongo que puedo seguirle la corriente a toda esta historia que mi subconsciente ha creado, solo me queda esperar a despertar.—Si es que algún día lo lograba.

Me puse una sudadera negra y unos vaqueros rotos del mismo color, luego me maquillé un poco los ojos, solo un poco. Nunca había sido del tipo de chicas a las que le gustaba echarse un kilo de maquillaje en la cara, solo me hacía la raya y me ponía un poco de rímel, y este último como mucho.

Después de terminar de arreglarme y de pensar que debía de cambiar mi color de pelo, ya que me había aburrido ya de verlo azul, tomé una chaqueta negra, mi móvil, algo de dinero y mis auriculares para poder ir hasta el parque escuchando mi música favorita a todo volumen.
—¿Dónde puse esas llaves?—Me pregunté, mientras las buscaba mi móvil vibro, era un mensaje de Sasha.

"Hola ¿Lista para un desayuno gratis en el Jerry's?"

"Mejor que sea una comida gratis. Tengo algunas cosas que hacer esta mañana"

Le respondí rápidamente a mi amiga para seguir buscando las llaves.

"Ok. Nos vemos a las dos entonces. Y no es una pregunta."

Otro mensaje de Sasha. Le respondí con un simple "Ok", y seguí con lo mío.

No tardé mucho en encontrarlas, estaban bajo la cama. Siempre había sido un desastre, no perdía la cabeza porque la tenía unida a los hombros.

Salí de la habitación rápidamente ya que llegaba tarde a mi cita con la muerte.

—La muerte... Esto no puede ser real...—Bajé las escaleras del dúplex y me encontré con Susan y Carol viendo dibujos en el salón.

—¡Oh! ¿Vas a salir?—Me preguntó Susan.

—Sí, iré a ver a Sasha, tiene apuntes que darme y comeré con ella.

—¿Qué? Yo pensé que podríamos jugar juntas.—Se quejó la pequeña Carol.

—Cuando regrese jugaré contigo.—Le respondí con una sonrisa.

—Bueno, pásalo bien y no llegues tarde por favor.

—Claro.—Después de responderle a Susan abrí la puerta y me fui directa al ascensor.

No tardé mucho en llegar al famoso parque, aún no entendía muy bien porque iba, bueno, estaba claro que si Stefan era real y todo lo que me había dicho era verdad no podía faltar a la cita. Si todo era mentira o bien porque mi mente lo había creado, cosa que dudaba ya que si fuese así no sería consciente, o porque todo era un sueño y estaba en coma o algo así, pues no perdía nada en ir, si nada era real solo debía dejarme llevar hasta que pudiese despertar.

No habíamos quedado en un lugar en particular, solo en ese parque. Caminé un poco hasta encontrar un banco donde me senté a esperar, junto a mi había un señor mayor que leía el New York Times.

El lugar estaba lleno de gente. Había personas corriendo, paseando a sus perros, ancianos caminando bajo el sol de la mañana o alimentando palomas en otros asientos, madres paseando a sus bebes o vigilando a sus hijos jugar en los columpios. 
No pude evitar recordar al niño extraño del día anterior.

Miré al señor que se encontraba a mi lado. Parecía muy concentrado en su lectura. Como no tenía nada que hacer decidí coger mi móvil y revisar el Facebook, a veces había cosas interesantes ahí.

-Nunca he entendido eso de la tecnología y creo que nunca lo comprenderé.—Miré al hombre que estaba a mi lado, no había levantado la vista del periódico.—Dicen que esas cosas te destrozan las neuronas y estoy de acuerdo. Solo os absorben el cerebro a vosotros los jóvenes.—El hombre me miró, tenía el pelo blanco por los años, un poco de barba y los ojos castaños. Vestía de traje y a su lado había un bastón que se notaba que era bastante caro.

—No es tan complicado realmente.—Le dije tratando de ser amable.—Solo hay que jugar con esto.—Le dije mostrándole mi teléfono.

—Eres joven, es normal que se te den bien estas cosas.—Me dijo soltando una ligera carcajada.
Luego se levantó.—En fin, creo que es hora de regresar a casa. Que pases un buen día.-—Tomó su bastón y el períodico para después coger un sombrero que no había visto y tras ponérselo emprendió el camino fuera del parque.




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