Twenty Shadows- Cancelada

Capítulo 9 Sasha

Fui al apartamento y dejé el cuaderno y el reloj que Stefan me había dado. Al llegar me encontré con una nota de Susan, donde decía que se había ido al zoo con Carol. Por lo tanto, ya que estaba sola y aún tenía tiempo de sobra para ver a Sasha, decidí ir a una tienda que estaba bastante cerca (suerte de estar en pleno centro de Nueva York, encuentras de todo) y comprar un nuevo tinte. Rosa sería el color elegido, me lo teñiría entero, por lo tanto nada de peluquerías, yo misma lo haría.

Cuando mi nuevo look estuvo listo todavía faltaban diez minutos para las dos. El problema era que no me daba tiempo a llegar al Jerry's, aunque por suerte mi querida amiga siempre se retrasaba.
De pronto escuché vibrar mi teléfono, era Sasha.

"Lo siento tía, voy con retraso. ¿Nos vemos a las dos y media?"

Justo como me lo suponía.

"Tranquila. Yo también voy tarde. Cambio de look."

"¿Otro? ¿De que color esta vez? No, no me lo digas. Lo veré yo misma en un rato."

"Oks"

Tras contestartele eso busqué un bolso grande que a veces usaba para llevar mis libros de la universidad. Allí guardé la famosa guía de los muertos, el reloj lo guardé en el armario, detrás de mis zapatos. Después me puse la chaqueta, busqué mis llaves (nuevamente las había perdido), para cuando las encontré ya eran las dos y cinco. Caminé rápidamente hasta llegar a la cafetería. Al entrar me dirigí a mi mesa de siempre, justo donde el día anterior había estado comiendo con Stefan, la supuesta parca.

Una camarera vino a tomar mi orden y pedí lo de siempre, el número 4. Pedí también el número 23, un sándwich vegetal para Sasha (era vegetariana), un té helado para mí y un café para ella. Conocía muy bien sus gustos, a demás de que siempre pedía lo mismo.

Cuando la mesera se fue y me quedé sola no pude evitar pensar en el día anterior, lo que me llevó a recordar lo sucedido esa mañana.

Supuestamente Stefan era la muerte y mi padre. Yo era una enviada de la muerte y mi deber era llevarme el alma de las personas al Limbo, o algo así. Cogí mi bolso y rebusqué en él hasta dar con el cuaderno. Lo abrí, estaba vacío. Si toda esa historia era real aún no se me había asignado ningún humano. Eso era algo bueno, realmente no quería hacer ese trabajo, no quería convertirme en una asesina, porque aunque Stefan lo negará, él y sus hijos mataban personas, eran asesinos.

También pensé en que haría si me tocaba matar a algún conocido como Sasha o Sam. Según Stefan no sentía tristeza ni empatía o miedo. Él no me explico la razón, pero deduje que era para poder hacer un buen trabajo, para que aunque quisieras a una persona pudieras matarla sin problemas. Sin que las emociones te controlen y no puedas hacerlo.

Aún así me negaba a quitarles la vida a mis seres queridos. Porque a diferencia de la muerte, yo sí podía amar.

Me encontraba tan perdida en mis pensamientos, que no me di  cuenta de que mi amiga estaba enfrente de mí .

—¡Hola! ¿En qué piensas que andas tan concentrada?—Sasha dejó su bolso y se sentó en el asiento de enfrente. Como siempre ella vestía con colores vivos, nunca en los años que llevaba de conocerla la había visto vestir de negro, bueno, hubo una vez...

—¡Rosa! Me gusta, me gusta. Es mi color favorito después del verde. Y dime, ¿cómo has estado? ¿Qué tal la primera noche en tu nuevo hogar?

—Estuvo bien. Ya sabes, Susan y Sam son muy amables.—Ella asintió con una dulce senrisa.

—Supongo que ya has pedido por mí, ¿verdad?

—Sí. Lo de siempre.

—¡Genial! Por cierto, mi abuela me ha dicho que si necesitas cualquier cosa nuestra casa es la tuya también.

—Dile que es muy amable, y dale las gracias.—Sasha vivía con su abuela y su hermano mayor desde los diez años. A esa edad ella perdió a sus padres y a su hermano pequeño en un accidente de coche. Los padres de Sasha, ella y sus hermanos iban en el coche de regreso a casa cuando un camionero borracho se los llevo por delante. Por suerte Sasha y su hermano mayor se salvaron. Sasha lo pasó realmente mal, pero con la ayuda de psicólogos y con la de su abuela salió adelante. Fue en esa época que empezamos a ser amigas. Teníamos algo en común después de todo.

—Oye...—El rostro de mi amiga cambió por completo, de pronto estaba muy seria—-Dime, ¿qué fue lo que pasó? ¿Por qué lo hiciste?—Miré a Sasha por un momento con reprobación.—Jess... Nunca me he metido en tu vida, entiendo que no te guste y lo respeto, pero creo que va siendo hora de que empieces a confiar en mí. Somos amigas desde hace años. Me preocupo por ti... Cuando te vi ahí...—Sasha luchaba por que sus lágrimas no salieran.—Cuando te vi saltar... Pensé que morirías. Creí que perdería a mi mejor amiga para siempre. No tienes ni idea de lo mal que me sentí.




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