Twilight frente a la oscura marcha marcial - Pt 01 | Fanfic

Entre la armonía y el orden II (P3)

Dentro de la gran barrera donde estaban encerradas Twilight y sus amigas, reinaba una pesada calma. Una inquietante tranquilidad solo interrumpida por el aletargado canto del Gallo Dragón Titanicus, la única criatura visible en medio de la vasta y desolada planicie.

No obstante, en uno de los extremos del horizonte, otra presencia se movía imperceptible bajo el blanco cielo de la barrera.

Apenas perceptible incluso para el ojo más entrenado, esta figura invisible alteraba débilmente la luz a su alrededor mientras planeaba con lentitud sobre la pradera.

Poco a poco, como una brisa de un viento inexistente, la figura translúcida descendió cerca de una colina rodeada de arbustos resecos y dispersos.

Avanzó con pasos tan sutiles que ningún sonido delataba su presencia: ni el crujir de las hojas secas bajo sus cascos, ni el ritmo de su respiración.

Así de sigiloso se había vuelto Badwhiz Starheart, un joven poni terrestre cubierto por una armadura de alicornio, empujado por los giros de la vida hacia aquel extraño y oscuro destino.

Con movimientos silenciosos, se acercó a solo unos metros de la entrada de la madriguera de conejos donde Twilight y sus amigas se habían refugiado.

Protegido por el mágico encantamiento que lo mantenía oculto del mundo, Badwhiz observó con confianza.

Encontrar aquel lugar había sido sencillo. Desde el momento en que la princesa y sus aliadas ascendieron la colina, él las había estado vigilando desde la distancia. Durante ese tiempo, se mantuvo alerta, planeando invisible por los alrededores, como un águila acechando a su presa.

Las órdenes iniciales que había recibido eran claras: vigilar los movimientos de la princesa y sus aliadas. Sin embargo, sabía que esas instrucciones podían cambiar en cualquier momento, y eso fue precisamente lo que ocurrió. Ahora tenía una nueva misión: infiltrarse en la base de operaciones de la princesa y averiguar qué estaban tramando junto con sus molestas amigas.

"¡Qué yegua más problemática! ¿Cómo pudieron nombrarla princesa?", pensó Badwhiz, sintiendo una ola de desdén.

Detestaba a Twilight. Detestaba lo que ella representaba y lo que estaba haciendo al reino que sus antepasados habían jurado proteger. Para él, Equestria siempre había sido un reino de ponis terrestres, pegasos y unicornios: un reino que representaba el equilibrio entre las tres razas. Pero desde que Twilight asumió el trono, todo eso había comenzado a cambiar.

Criaturas de tierras lejanas comenzaron a llegar, conviviendo con los ponis, transformando sus costumbres, ciudades y hasta sus celebraciones. Poco a poco, la identidad única de los ponis se iba erosionando, diluyéndose en una amalgama de culturas que, según él, acabaría por destruir los cimientos de la unidad entre las razas.

Con el tiempo, nadie recordaría por qué los ponis estaban unidos en primer lugar, y entonces, el terrible molino del conflicto comenzaría a girar.

Sin embargo, en su mente, este era solo el menor de los pecados de esa princesa.

Lo que había hecho con los Árboles de la Armonía... y lo que estaba por venir.

El despertar de la oscuridad.

Badwhiz cerró los ojos por un momento, dejando que los recuerdos de las palabras de Balor y los otros caballeros le pesaran en el alma.

Él era el único poni que conocía la verdad. El último de los Starheart que seguía con vida en este mundo. Marcharía por el mismo camino que sus ancestros, pues ese era su destino: proteger Equestria a cualquier costo.

Abriendo nuevamente los ojos, continuó observando con paciencia hasta que finalmente recibió la confirmación que había estado esperando. La voz resonó telepáticamente en su mente, clara y precisa:

"Continúa, niño. Es seguro".

Obedeciendo aquella orden, Badwhiz se internó en la madriguera.

Tras un trote rápido e imperceptible, Badwhiz llegó a una amplia habitación vacía. El techo estaba decorado con cristales luminiscentes cuya luz caía perfectamente sobre las sillas de hojas y la mesa de piedra que se encontraban en su centro.

"Los conejos de Equestria sí que tienen un buen sentido para la decoración de interiores", se escuchó una nueva voz mental en el interior de Badwhiz.

"No lo creo, mi buen Taranis. Esto, sin duda, es obra de la poni frívola que acompaña a esa princesa cobarde. Deberíamos purgar este lugar para que no tengan un refugio al cual regresar", respondió otra voz.

"Por favor, Morrigan. Apeguémonos al plan. Niño, continúa la exploración".

"Como ordene, Lord Mannah", respondió Badwhiz mentalmente.

Sin perder más tiempo, el poni comenzó a revisar la habitación. Pronto descubrió que la parte inferior de las paredes estaba llena de agujeros de diferentes tamaños. Usando la luz de su cuerno, observó que esos agujeros eran entradas a otros túneles que descendían más profundamente en el suelo. Algunos incluso se ramificaban en varias direcciones. Sin embargo, en su mayoría, eran pequeños y demasiado estrechos para que un poni adulto pudiera pasar.

Badwhiz dio una vuelta completa a la habitación, terminando su inspección. Aparte de los decorados recién puestos en las paredes y otros rastros de civilización, no encontró más señales de las yeguas que habían estado allí. La princesa y sus aliadas habían abandonado su refugio hacía muy poco tiempo. No estaba claro cuáles habían sido los motivos de esa decisión. Tampoco se sabía el método que habían utilizado para retirarse. Podrían haber tomado algunos de los túneles más grandes o haber usado la teletransportación.

No había suficiente información.

"Niño, es suficiente por ahora. Retírate de ahí y revisa los exteriores", ordenó Mannah, y Badwhiz confirmó la orden mientras salía de la madriguera.

Era una decisión prudente; necesitaba más pistas.

Una vez afuera, nada había cambiado. Sin una dirección clara, un invisible Badwhiz comenzó a trotar hacia el lado izquierdo de la colina, observando a su alrededor con cuidado, esperando encontrar algún posible rastro que hubieran dejado atrás aquellas ponis.




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