Mannah, Morrigan, Ceridwen y Taranis observaban en silencio, atentos al dramático suceso que estaba a punto de comenzar.
Bajo la vigilante mirada de sus compañeros, el cuerpo real de Balor se acercó al centro de la sala, donde un enorme orbe rebosante de magia pura lo esperaba. A su alrededor, seis cristales de diseño intrincado orbitaban con precisión, brillando como pequeños astros alrededor de una estrella. Cada cristal llevaba grabado un emblema único que centelleaba con un fulgor sobrenatural.
Con un movimiento firme, Balor extendió sus garras, como si intentara aplastar un globo invisible. En un instante, la magia que la rodeaba comenzó a comprimirse, atrayendo los cristales hacia ella. Poco a poco, estos se fusionaron en un único y deslumbrante fragmento.
La sala de guerra se inundó de una luz cegadora, un estallido de poder que hizo vibrar el aire y puso en guardia a todos los presentes.
Mannah, con una voz solemne y cargada de determinación, proclamó: "¡Que la justicia se imponga!"
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Una columna de luz negra se elevó hacia el cielo de la Gran Barrera, oscureciendo aún más la escasa luminosidad existente y proyectando un resplandor inquietante en distintos puntos dentro de la cúpula mágica.
Twilight-Dash no era ajena a estas señales y, sin dudarlo, partió hacia su origen.
Mientras tanto, en la sala de guerra frente a los Caballeros del Orden, la fase más crucial de su operación había comenzado. El blasón de la unidad, un amuleto mágico legendario, había sido ensamblado. Este artefacto, utilizado en batallas decisivas contra enemigos que habían amenazado su reino, se desplegaba ahora por segunda vez fuera de sus fronteras.
En el interior de la Gran Barrera, el cuerpo real de Badwhiz comenzó a transformarse. La armadura púrpura que cubría al poni se ennegreció, tornándose tan oscura como el alquitrán. Todas las heridas, marcas y señales de debilidad desaparecieron, mientras una inmensa cantidad de magia se vertía en su cuerpo, envolviéndolo en un halo espectral. Esta transfiguración era el resultado de la unión de las energías mágicas de los cinco Caballeros del Orden con Badwhiz, fusionándose en uno solo. Sin embargo, era una unión imperfecta: Danu, el portador del elemento de la lealtad, no estaba presente. Aun así, el poder acumulado por Balor en ese instante era más que suficiente para enfrentar al oponente que se acercaba.
Twilight-Dash llegó al origen de la columna de luz negra justo cuando la transfiguración había concluido.
Un estallido de polvo llenó el ambiente.
El cielo y el interior de la Gran Barrera recuperaron su aspecto habitual, pero todo había cambiado. Una tensión palpable se extendía por el aire, como el presagio de una tormenta inminente.
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Twilight-Dash observó consternada a su oponente en lo alto de la colina. El inmenso poder que sentía frente a ella era imposible de ignorar. Era como estar de pie ante un volcán en plena erupción.
La nube de polvo que envolvía el lugar se disipó en un instante.
Balor, ahora completamente en control del cuerpo de Badwhiz y portando el poder combinado de seis individuos, apareció ante Twilight-Dash. Extendió sus negras alas con una calma calculada y esbozó una sonrisa, pero no era burlona ni arrogante. Era una sonrisa de logro, la satisfacción de alguien que había visto cumplirse cada uno de sus planes. Todo lo que había pronosticado la había llevado a este preciso momento. Ahora, dentro del marco de sus propias maquinaciones, solo quedaba una cosa por hacer: completar su tarea.
Asi, mientras era observada por Twilight-Dash, Balor repasaba mentalmente los pasos que la habían llevado hasta allí:
*Convencer a sus compañeros de unirse a su causa y aislar a Danu. Hecho.
*Capturar a su objetivo principal y resguardarlo. Hecho.
*Completar los preparativos para neutralizar al Señor del Caos. Hecho.
*Preparar los medios para destruir Equestria en caso de que todo fallara. Hecho.
*Finalmente, capturar a las irrelevantes portadoras principales de la magia del Árbol de la Amistad. Pendiente.
Balor exhaló lentamente. De las seis portadoras que necesitaba capturar, cuatro ya estaban bajo su poder. Las dos restantes se encontraban frente a ella, ahora fusionadas en una sola entidad.
"Las grandes mentes piensan igual... ¿No le parece, princesa?" se burló Balor, rompiendo el silencio entre ambas.
Twilight-Dash, sorprendida, trató de identificar aquella nueva voz que ahora emanaba del cuerpo de Badwhiz. Un recuerdo lejano llegó a su mente, y entonces lo entendió.
"¡Balor!" exclamó Twilight-Dash, sus ojos entrecerrándose al reconocer la amenaza frente a ella. En la mente independiente de Twilight, las piezas del rompecabezas comenzaron a encajar rápidamente. Mientras tanto, Dash, desde su lado de pensamiento, se limitó a jactarse: "Grandes mentes... ja".
"¿Sorprendida? ¿Acaso no te advertí que algún día terminaríamos nuestra misión?" replicó Balor con frialdad.
"Por favor, no tenemos que llegar a esto. Existen otras..." intentó argumentar Twilight-Dash, en un esfuerzo por dialogar con Balor.
"¿'Otras cosas más importantes que el hogar'?" interrumpió Balor, con un tono mordaz.
Eran las mismas palabras que Twilight había usado una vez para aleccionar a Ceridwen tras su derrota en Canterlot. Ese recuerdo que había compartido con sus compañeros solo había alimentado el desprecio de Balor.
"¿A qué 'cosas' te refieres, princesa?" continuó Balor. "En mi hogar se encuentran mis amigos, mi familia, mi amor, mi propósito, mi historia, mi nación..."
Un viento frío sopló entre ambas contendientes. La atmósfera se tensó aún más, Balor descendió hacia Twilight-Dash bajo las alas de una ira que había estado aguantando durante demasiado tiempo. Hasta ese momento, había mantenido la calma, pero ya no más.