Twisted Games

4| La flecha de cupido cayó en un pantano. Aún así...

Había pasado una semana desde ese día, me la pasaba con Nina y Zachary todo el tiempo, a veces por no darle oportunidad a Chris de acercarse, Zachary me había dicho que él o quería hacer, que quería hablar conmigo, la realidad es que solo quería encontrar una excusa y limpiarse el lodo de las manos aún cuando estaba hundido, se que cometí un error al querer que las cosas cambiaran en un día y que todo volviera a ser igual, eso es tan difícil, ni yo soy la misma de antes no puedo obligar a Chris a que si lo sea, he sido cruel al no escucharlo a él y solo escuchar a quienes daña, ¿pero, quien no? No es como si le debería tener empatía a cada asesino del mundo. Aunque no se si sea buena idea comparar a Chris con un asesino, ya no se nada en realidad, no se que debo hacer, no se como debo acercarme a él y no quiero aceptarlo pero realmente quiero acercarme a él.

Mientras tanto no voy a acercarme a él, después de días de un duelo entre mi niña interior y mi ahora adulta consiente llegue a esa conclusión, no voy acercarme, no voy a meterme en sus asuntos como él así quiere. Me mantendré lejos, y solo observare.

Un tarea bastante difícil, pues no se quedarme quieta y tampoco se quedarme callada, si pudiera compararme con un animal lo haría con un perro Bordier, pues dicen que cada mascota se parece a su dueño y si que tiene razón en eso, pues la gata de mi mamá, la señora pepper es bastante calmada y camina con más elegancia que yo, creo que transmite la misma vibra que mi mamá. Y yo soy también parecida a calcetín, somos ansiosos y con mucha energía, chismosos y queremos hacer de todo, pero no tenemos gracia para caminar.

He estado entrenando junto al club de arqueros, me les uní y la verdad todos han sido agradables, estamos esperando que el equipo de rugby desocupe el campo para nosotros usarlo, nadie me había dicho que Chris era el capitán del equipo así que ahora lo tengo frente a mi, es bueno en lo que sea que significa este deporte, aunque he querido quitar mis ojos de él no puedo.

—¿Aburrida?

El capitán de nuestro equipo si es que así se le podría llamar a este club, se me acerca.

—No, para nada.—contestó sin interés mientras juego con una flecha en mi mano.

—¿Qué harás hoy?

Levanto mi mirada y me lo encuentro enfrente, eso lo hace ponerse más nervioso de lo que su pregunta lo había delatado.

—Estará ocupada.

Fui interrumpida por alguien que hablo detrás mío. Volteo y me encuentro con Ansel, el pelirrojo.

—Vete.—le ordenó al chico con desdén.

Lo mire ceñuda por la forma en la que corrió al chico, éste lo obedeció y se alejo.

—¿Por qué lo hiciste?—le pregunte molesta.

—Solo te cuido mientras Christopher no puede. ¡Un punto para mi por ser el mejor amigo!

Rodee los ojos, y Ansel soltó una risilla.

—No necesito que nadie me cuide.

—De los buitres si.

—No hay ningún buitre aquí.—observe al cielo con ironía.

—Yo soy el experto tu no, no hables.

Me puso el dedo en los labios callándome, se lo quite de un manotazo y lo mire con fastidio. ¿no que éramos almas gemelas? Ya se le pasó.

—¿Qué quieres?, dime la verdad.—le exigí apuntándole con la flecha en mi mano.

—Te vi sólita y solo quería acompañarte.

—No estoy sola.

—Si ya vi eso.—dijo con fastidio mientras observaba al capitán del equipo.

—¿Y te quedarás aquí?—pregunté esperando que no fuera así.

—Pues si.—contestó con fastidio.

—No te veo tan emocionado por ser mi acompañante.

—No lo estoy, yo no soy el chico de los recados y mucho menos tu guardián.—confesó cansado.

—¿Chico de los recados?—pregunté con interés.

—Si, no es obvio que Chris me envió porque no quiere dejarte sola.

—Ja.

De pronto ya no tenía ganas ni de entrenar, apreté la flecha en mis manos con mucha fuerza que vi mi palma emblanquecerse.

—Tu y Chris son tal para cual, los dos son unos bipolares insoportables.

—¡Oye!

Lo mire con fastidio y indignación. ¿Cómo se le ocurría compararme con Christopher?

Observe el campo y ahí estaba él, mirándonos mientras se quitaba el casco y caminaba hacia nosotros. Mi plan de mantenerme lejos funcionó muy poco tiempo, contuve la respiración cuando estuve tan cerca que solo la línea blanca dibujada del campo nos separaba.

—Ya esta libre el campo.

Asentí sin poder articular ninguna palabra, Ansel se fue dejándonos solos, observándonos el uno al otro sin decir nada.

—¿Te gusta el tiro con arco?—preguntó nervioso.

—Si.

Otro silencio siendo llenado por el susurró del viento.

—Tiene sentido que te guste el rugby.

—¿Lo harás de nuevo?—preguntó harto.

—¿Hacer que?

—Deducir mi vida solo por un deporte o una acción.

—Es que tus acciones si reflejan quien eres.

—Contigo no se puede.—soltó molesto.— Me has estado evitando y dándome la contraria en todo.

—No me estoy metiendo en tus asuntos, ¿no es eso lo que querías?

—Si, pero, yo, Olive…

Negué y di un paso atrás. ¿quería que me alejara o no? Sus acciones decían una cosa pero sus palabras otras y yo ya no sabía que pensar.

—Cuando sepas realmente que es lo que quieres de mi, entonces hablaremos.

Sus ojos, cuando era pequeño Chris solía mirarme con timidez y calidez, hermosos como un zafiro verde y de mucho más valor para mi, ahora son un pantano tormentoso, uno en el cual no sabes si sumergirte y la incertidumbre de no saber con qué te encontrarás. Eso es lo que ahora es Christopher, un laberinto de voluntades, una enredadera que sigue creciendo, eso es lo que es, algo que podría consumirse sin aviso, un agujero negro o una supernova que amenaza con explotar, y ojalá una catarsis.

Ahora Christopher es todo lo que ni él se imagino que seria. Y será mejor mantenerme alejada, aun cuando deseo con toda mi alma saber como esta y hablar con el, si el no quiere ser ayudado no puedo ayudarlo. Y será mejor poner distancia.




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