Twisted stories

Capítulo 1

Miré la ventana, observando a qué dirección soplaba el viento y llevaba consigo unas hojas, hace días que había recién cumplido los dieciocho años, vivía en Inglaterra, en una de las mejores urbanizaciones, mi familia y yo vivíamos con lujos, buenos recursos, gracias a que mi papá trabajó muy duro para obtener altos puestos en la sociedad. Mi familia y yo éramos conocidos en la alta sociedad, mucho más cuando un año atrás mi hermana mayor se casó con una mujer muy rica, a la cuál a veces podía detestar. Por desgracia desde hacía años tras la muerte de nuestro padre, mamá se volvió a casar con un hombre ultra millonario, sin importarle mis sentimientos y cuántos pocos meses pasaron desde la muerte de mi papá. Mi mamá a veces puede ser irritable, al menos mi padrastro no era tan malo como ella, él sabe que a diferencia de mi mamá y mi hermana mayor puedo incluso ser más independiente; incluso más inteligente que ellas.

Lo malo mi padrastro, Marcus, es que tenía un hijo unos pocos años mayor que yo, insoportable, odioso, y antipático, muy interesado en la fortuna de su padre, un hombre de veintiún años con las hormonas desequilibradas, que no conoce la palabra "protección" así es; un niño riquillo con una mente astuta y manipuladora.

A veces me preguntaba... ¿Por qué tenía que existir ese ser tan odioso?

No tengo muchos amigos, ni amigas, básicamente soy de las chicas que se sientan solas en el comedor de la escuela. A diferencia de mi hermana mayor, Mon, siempre le fue fácil para ella hacer muchos amigos; más cuando eres modelo.

Mi familia fue invitada a una de las mejores fiestas en Londres, todos excepto yo, hasta mi abuela materna fue invitada. Viendo hacia la ventana vi los autos en dónde viajarían, para ir al aeropuerto. Mi mamá y Marcus ya se habían despedido de mí, Mon y su esposa "Khun" Sam también, todos metieron sus maletas en los autos, riendo y conversando.

Estuve tranquila hasta que mi odioso hermanastro apareció en mi habitación.

Kirk.

Definitivamente era como uno de esos personajes que aparecían en los libros que leía; uno de esos personajes que arruinan los momentos de paz.

—Ay, Aira. Lástima que no fuiste invitada, te perderás toda la diversión —se burló.

Siempre buscaba la manera de hacerme perder la paciencia y enloquecerme para hacerme sentir miserable.

—Lo único que me perderé será tú cara al verte humillado ante una chica —contraataqué, alejándome de la ventana—. Porque por más que lo intentes en cada evento o fiesta, las chicas no te prestarán atención después de la gracia que hiciste hace unos años.

Yo tengo novia, una mejor que la anterior.

—¿Desde cuándo?

—No te interesa saberlo, sólo puedo decirte que somos pareja desde hace mucho. A diferencia de ti, yo soy un adulto maduro.

—Sí, un adulto maduro que vive del dinero de su padre. Ya tienes veintiún años, ¿cuándo decidirás estudiar en la Universidad?

—El estudio es para perdedores. ¿Para qué estudiar cuando se tiene mucho dinero y una vida de lujo? Además, eres la menos indicada para decir eso. Hace un año te graduaste...

—¡Y ya en un mes entraré a la Universidad! Tomarse un año sabático no es tan malo a diferencia de otras personas que no entrarán nunca a una por limitarse.

—¿De que hablas? Pronto entraré a la Universidad,

—Tonta, perderás el tiempo. En cambio, yo disfrutaré del dinero y mi tiempo en lo que me gusta, en fiestas, negocios y mujeres

—La vida da muchos giros, kirk.

—Si eso piensas, eso es cosa tuya —finalmente se largó de mi habitación, topándose con mi abuela sin voltear a mirarla.

No tenía educación.

Mi abuela entró a mi habitación con una pequeña caja de regalo, no le presté mucha atención, me enfoqué en verla después de burlarme de mi hermanastro. Mi abuela era una adulta mayor, natural, hermosa a pesar de tener sesenta años, su cabello negro había perdido color al envejecer, jamás consideró teñirlo nuevamente como antes para lucir más joven, le gustaba más como estaba. Mi abuela era elegante, cariñosa, siempre dándome buenos consejos, me ha enseñado a tener valores y principios, a ser muy educada, me cuidaba cuando mamá no estaba en casa, amaba estar con mi abuela, más que con cualquier otra persona de mi familia; era la única que me comprendía.

—Me siento un poco mal porque no puedas ir con nosotros —siempre preocupándose por los demás, tan considerada—, ¿segura que no prefieres ir con nosotros y quedarte en el hotel? Reservamos uno muy bueno, con piscina, campos de golf, restaurante, sala de juegos...

—Abuela, gracias por preocuparte, pero estaré bien —dije—. No es la primera vez que me quedo sola en casa, ni la última, supongo...

Mi abuela observó el regalo.

—Te compré esto, sé que te gustará —lo extendió.

Recibí el regalo de mi querida abuela entusiasmada.

—¿Qué es? —abrí el regalo delicadamente, era algo pesado.

—Algo que te encanta mucho, lo vi en una librería y pensé en ti, mi niña —dijo viéndome abrir el regalo, pude darme cuenta que era un libro, uno muy pesado y grande. La bocina de los autos se escuchó por la casa, avisando que se tenían que ir—. Bien, adiós mi niña, te quiero mucho, llama si ocurre algo.

—Si abuela, igual no será necesario.

Realmente no me disgustaba estar sola en casa, al contrario, era lo que más me gustaba. Podía hacer lo que quisiera, poner música y escucharla tan alto e incluso hacer una fiesta a lo grande; si tuviera amigos.

—De todas formas, los vecinos estarán al pendiente de ti.

Justo cuando pensaba que todo iba a ser perfecto.

Mi abuela me dio un beso en la frente y se marchó, dejándome completamente sola en casa. Me aseguré de ver por la ventana que ya se habían ido al fin de la casa, dejando el libro en mi cama aún envuelto por la mitad, no lo abrí totalmente.

Los autos ya no estaban, ni ninguna otra persona en la entrada de la casa. Salí de mi habitación corriendo al vestíbulo, por la cocina, la sala, y los otros cuartos. Salté de emoción, estaba sola en casa, era sólo mía y nadie me iba a impedir hacer lo que quisiera.




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