Twisted stories

Capítulo 6

Salí de la casa por una de las ventanas abrumada. Rendida, me arrodillé al ver que un rayo cayó cinco metros de mí, rodeándome. La bruja se metió en el círculo, abrió su boca mostrando sus horripilantes dientes. Bajé la mirada pensando que lo peor sucedería pronto, y que lo aceptara, por culpa mía estaba allí.

"Dios sabe por qué hace las cosas"

Es lo que no entiendo cuando lo dice la gente después de que ocurre una desgracia o un acontecimiento. Dios no es el culpable de las tragedias que nos pasa, sino de aquellas personas que toman sus propias decisiones, así como las mías.

Ese mundo no era el paraíso como era pintado realmente en los cuentos, porque no era un mundo de cuentos, era el infierno. Pinocho era un niño que fue vendido por su padre y era obligado a trabajar. Caperucita y el Lobo parecían tener una relación tóxica, querían secuestrarme unos caballeros, y el Cheshire era un animal que le gustaba ver sufrir a los demás. Y para completarme de arruinar la infancia, Hansel y Gretel fueron comidos por la bruja.

No me quedaba más que asumir mi final en ese libro de cuentos historia retorcidas.

Impactada, pude oír el sonido de una espada clavarse en el cuerpo huesudo de la bruja.

Me sorprendió aún más el sonido de un caballo que reconocí al verlo.

La Dame roja le clavó su espada a la bruja dejándola inmóvil en medio del círculo de fuego causado por el rayo. Pasando por el círculo en su caballo, saltó rescatándome y agarrando mi cintura.

Me sacó del círculo y me arrojó al suelo fuera de él viendo a la bruja quemarse y morir mediante el fuego.

La bruja se incendió en llamas, no tanto como el lugar hasta hacerla desaparecer en cenizas y una ráfaga de viento se la llevó. Una gran lluvia se hizo presente en medio del incendio, lágrimas desprendieron de mis ojos al haber sentido tanto miedo.

—No imaginaba que fueras tan tonta, cielo —la observé desde el suelo con tristeza.

—¿Por qué me salvaste? —se bajó del caballo.

Avanzó hasta mí inclinándose con una pierna viéndome de frente, descubrió su boca, y allí estaban, esos labios carnosos y dulces.

—Eso lo sabrás poco a poco, preciosa —sus labios y su aliento rozaron mi oído derecho—. Sólo mantente pura para mí.

No respondí.

De hecho, no pude.

La Dame roja había unido nuestros labios nuevamente como la primera vez que lo hizo, tan atrevida.

Percibí un extraño vuelco en mi pecho que calentó mi corazón.

Mordíó mi labio inferior con delicadeza soltando mi labio poco a poco. La lluvia nos mojaba, mi ropa interior se hacía cada vez más visible, y mi cuerpo se congelaba por la fría lluvia, a diferencia de la Dame que llevaba una armadura roja. Con ganas de volver a repetirlo, la empujé, estaba aterrada después de aquel suceso espeluznante como para besarme con una tipa que ni siquiera conocía y que deseaba aprovecharse de mí.

No supe reconocer si estaba enojada, pero se levantó y montó otra vez en su caballo sin dirigirme la mirada. Cerré los ojos, sintiendo las gotas de lluvia correr por mi cuerpo y mi cara, mis lágrimas hicieron lo mismo.

La Dame se fue en su caballo, y yo lloré a mares como niña al estar viviendo en medio de tanta crueldad en aquel mundo perturbador y aterrador, quería estar en mi casa, ver caricaturas en la tele, darme una ducha con agua caliente, acostarme en mi suave y cómoda cama, arroparme hasta arriba y tomar un delicioso té de manzanilla con unas galletas 'Newton'.

Y jamás volver a leer un libro en mi vida, por un buen tiempo.

La risa del Cheshire apareció de la nada, no se hizo visible, sólo oía su risa entre ecos que venían del bosque.

—Bienvenida a este maravilloso mundo, niña —se mofó, carcajeándose.

Lloré mortificada por el peligro que corría mi vida sino salía de ahí pronto.




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