Ubi sunt: ¿qué fue de quiénes vivieron antes que nosotros?

Mente despejada

Poco menos de veinticuatro horas después, la joven Tanai y Desmond estaban en una sala que se habían conseguido, con el segundo sosteniendo un violín, mientras que la primera dibujaba en la pizarra cuatro líneas que representaban cada cuerda del instrumento y marcaba qué notas sonaban si las apretaba en cierto lugar. Él ya había tenido clases de música, sabía leer partituras y qué era cada nota, así qué solo tuvo que entender el funcionamiento del violín. Empezó a mover el arco y lo primero que sacó fue una nota chirriante que le molestó, por lo que lo destensó para que el movimiento fuera mas suave. Cuando hubo entendido cual era la suavidad perfecta, Asama le empezó a decir notas al azar y él tenía que tocarlas. Acertó a todas sin problemas.

—Pasemos a algo mas interesante —comentó ella para entregarle una partitura. Era bastante sencilla, una serie de escalas descendentes que se repetían con variaciones del patrón. El ritmo de la primera parecía que una persona estuviese limpiando el suelo. La melodía le pareció familiar. Otra parecía que la persona andaba de puntillas intentando ser discreto. La siguiente parecía que estuviese dando saltitos juguetones. La penúltima parecía que esa persona estuviese ahora corriendo, siendo perseguido por algo. Y la última...

Bastó las primeras notas para identificarla. "Estrellita del lugar", pensó, y su mente se fue a blanco, pero por alguna razón logró seguir tocando. Era como si supiera esa melodía y pudiera tocarla sólo con eso. Mientras, recordaba los paseos nocturnos con su familia, cuando se acostaban en el pasto a mirar el cielo estrellado. Allí su madre les cantaba esa bonita canción, que según sabía, venía desde antes de la aparición de los zombies. Cuando su madre no era una molestia. Su padre, un Ranger, le contaba sobre los antiguos sueños truncados de la humanidad de alcanzar la luna y las estrellas y poblarlas. Y su hermana no para de comentar que cómo el cielo de noche le parecían inmenso y hasta intimidante al verlo, sentimiento que él compartía...

—Desmond, ¿estás bien?

El joven despertó de su letargo. No se había dado cuenta que había tocado la canción en bucle, aun cuando ya la debía haber terminado.

—Lo siento, recordé a mi familia —le contestó algo melancólico.

—Entiendo.

El joven Péricand de nuevo se empezó a molestar por lo que estaba sintiendo. ¿Cómo es que todavía no lo superaba? ¿Por qué tenía que seguir arrastrando con eso?

—Quiero que me deje de molestar —le decía con cierto enojo en su voz —, para poder tener una vida mas normal, ¡Y no se cómo!

—Dale tiempo al tiempo —contestó ella estoicamente —. Esos achaques son temporales, y sólo tienes que aprender a controlarlos con una actividad. Tocar violín funciona, pero esa canción definitivamente no. 

*

—¿Quemadas? —preguntó Claire.

—¿Suena muy fuerte para la señorita? —dijo Mason.

—Para nada —contestó molesta.

El instructor escogió a dos capitanes, Janira y Sophie, las cuales deberían escoger a sus equipos de forma alternada. De esta forma, entre los escogidos por la primera estaban Mason, Claire y Asama, mientras entre los de la segunda estaban a Desmond, Hans, Valentina y Paulo. Ambos equipos se agruparon y comenzaron a organizarse.

—Debemos centrarnos en Hans y Valentina, que son los que mas propensos a ser marcados —planteaba Janira.

—¿Y dejar a Paulo para el final? No gracias —respondió la joven Verdi.

—Si quieres, hazlo tú, pero yo no me prestaré para aprovecharme de Hans —dijo Mason.

—¿Y qué opinas tú, china? —se dirigió Janira a la susodicha. Ella, frunciendo el ceño, contestó.

—Es solo un juego, no intentes tomártelo en serio o como algo personal.

Entonces empezó la partida en la cancha de tierra con el suelo marcado con polvo de tiza que había en un rincón de la base. Como era de esperarse, el primer equipo se centró en los dos mencionados, quienes no paraban de correr de un lado a otro esquivando los tiros mientras el resto recogía la pelota, dándosela varias veces al recluta Berger, quien realizaba unos tiros tan rápidos y fuertes que costaba bastante esquivarlos. 

Tras haber sido marcado unos pocos de ambos equipos, ocurrió un punto de quiebre cuando Valentina tropezó mientras corría. Como justo Janira había tomado la pelota, no dudó ni un solo instante arrojarla sobre ella y marcar. Hans estaba furioso, y luego de que su amiga se retirara del campo, pidió la pelota a un jugador.

—¡Quiero marcar yo! —dijo casi gritando.

Se acercó al borde de la otra zona mientras revisaba a quién arrojarle la pelota. Varios del otro equipo no se alejaron mucho. Mas bien le miraban burlescamente, excepto por Mason, quien no paraba de mover sus manos, como diciendo que se la arrojara. Dudando al inicio, finalmente la lanzó, un tiro tan lento que cualquiera podía esquivar o incluso atrapar sin problemas, siendo esto último lo que hizo el recluta Adams, tomándola con total seguridad... para actos seguido caérsele de las manos. 

—Ups —contestó con el tono de sorpresa mas fingido mientras se retiraba de la cancha, siendo contemplado por una boquiabierta Janira, a quien le dirigió un guiño de ojo, y cuando pasó cerca de Hans, le puso su mano en el hombro mientras le dedicaba unas palabras —. Buen tiro compa.

Tras esto, el partido estuvo reñido hasta que quedaron solo tres: la recluta Gimpert, Paulo y Sophie. La primera estaba muy nerviosa al ver que estaba en desventaja. Lograba esquivar los tiros a duras penas, hasta que tuvo su oportunidad de lanzar. Antes de hacerlo, recordó todo lo que había hecho en la escuela, cómo había logrado sobresalir entre los estudiantes a pesar de todo, cómo se había ganado su respeto aunque fuese por las malas, cómo había llegado a este punto a pesar de lo que pensara su padre. Todo lo que había aprendido. Tomó la pelota, la abrazó con su brazo derecho, y como si se tratara de un trompo desenrollándose de un cordel, la lanzó. Esta iba rotando y no fue recta, si no con una curva, lo suficiente para engañar a Sophie, quien pensaba erradamente que había escapado de la trayectoria de tiro. La pelota le dio por el costado, marcándola. 




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