Invierno II

La sangre poco a poco se derramaba sobre la tela, está adquiriendo un rojo percudido el sudor y esfuerzo de Gairm  había dado por fin resultado al escuchar el llanto. Gairm por segunda vez tomaba a un hijo recién nacido en manos sentía el olor único que desprenden al nacer lejos del llanto y que este aun pendía del cordón, miro sus pequeños ojos que parecían bayas del color de un venado.

Feanor se acercó a su madre y le dijo:

—Es hermosa como el fuego en pleno anochecer a….papa le hubiera gustado verla — Dijo mientras limpiaba la sangre de su ahora hermana con ayuda de un trozo de tela.

—Ay Feanor tu padre se fue y por el último instante que vi sus ojos vivos supe que estaría feliz, nos hace falta pero tenemos un motivo más para seguir—Tomo su mejilla—. Ahora ustedes son mis pequeños soles los amo y tu padre estaría orgulloso de ti, no cualquier niño ayuda a su madre a parir.

La cogió entre sus brazos, la pequeña miraba con atención su alrededor miraba telas de venado colgadas en tablones de madera, una chimenea que desprendía colores rojos, amarillos y naranjas que ardían con poca fuerza, hasta que noto unas esferas con un centro verde frente a ella unos largos cabellos color madera los adornaban y una piel clara que desprendía pequeñas gotas de agua. Por casi instinto le regalo una sonrisa y esta fue devuelta con felicidad.

A su lado noto una pequeña figura con el mismo tono de piel pero este no tenía gotas ni largos cabellos este en cambio portaba mechones del color de una zarzamora, este tenía unas esferas del mismo color que un roble se asemejaba un poco a la figura que le sonrió hace un momento pero no tanto.

—Se llamara Nadia—Dijo Gairm 

Unas esferas miraban con atención a Nadia estas carecían de centro y color, el viento frio junto con la nieve parecían no hacerle ni producirle reacción alguna solo esta posada detrás de un pino mirando atentamente. Algo puede notarse en aquella figura….son unas grandes heridas….en el abdomen