Axel atraía las miradas sin darse cuenta, no era muy temprano, pero aun así era raro ver a alguien como él a esa hora, con una ropa tan elegante y a la vez casual: una camisa manga larga con cuello y orilla de las mangas de color negro que resaltaban su abdomen y pectorales a la vez que ocultaban las heridas y vendajes que tenía bajo la ropa, un pantalón un tanto pegado de un color azul oscuro y un cincho negro con hebilla plateada que combinaban perfectamente con la camisa, y por ultimo unos zapatos de vestir que no había usado en cierto tiempo pero que aun así le parecían demasiado cómodos e iban bien con el atuendo, todo mientras desprendía un leve aroma a loción e iba bien peinado. Tal vez por su forma de vestir atraía las miradas, o tal vez era por esa sonrisa y brillo en sus ojos que lo hacía ver como una persona diferente, una persona segura y tranquila de sí misma. Una persona que podía afrontar el futuro sin problema.
Cuando Axel llego a la casa de Liz, observo la casa de forma silenciosa por unos segundos, inhalo aire, lo sostuvo por tres o cuatro segundos y lo soltó, estaba listo. Axel se acercó a la puerta principal y le golpeo con los nudillos cuatro o cinco veces. Pasaron tres segundos y luego escucho los pasos de Liz llegar a la puerta y luego esta abrirse mostrando a Liz con una hermosa blusa oscura sin mangas y que dejaba ver un tanto su escote, unos jeans claros y un cinturón de piel mientras usaba un par de zapatos de tacón corto que la hacían parecer de la misma altura de Axel. En el momento que la vio no pudo evitar sentir esa leve fragancia dulce que desprendía su pelo así como no poder evitar apreciar lo hermosa que estaba a la vez que ella lo miraba a él. Entonces se miraron a los ojos y todo pareció tan tranquilo y natural para ambos.
Lo primero que hicieron fue ir a desayunar a un pequeño restaurante especializada en desayunos y postres: “El Dulce Día”, por lo que habiendo llegado tan temprano encontraron vacío el lugar. El menú se miraba increíble para ambos y siendo que Rick y Axel habían conseguido buenos amigos en todo el refugio, incluyendo al dueño del restaurante, ofreciendo carne a cambio de favores futuros, no hubo problema con decidir qué pedirían y mucho menos en recibir dichos pedidos. Liz obtuvo unos panqueques que se le habían antojado en la entrada tras ver a otro cliente comiéndolos y un licuado de frutas, mientras que Axel decidió pedir algo simple como un desayuno de huevo, frijoles, plátanos cocidos, pan tostado y café frio, era el platillo más vendido por ser grande y delicioso. Ambos disfrutaron la comida junto con la presencia del otro y los temas de conversación; un poco de los gustos de uno, los pasatiempos del otro, para así descubrir que tenían mucho en común. Al terminar el desayuno ambos dieron una vuelta a todo el refugio mientras hablaban. Niños corrían por las calles, adultos negociaban o charlaban y adolescentes ligaban, presumían y charlaban entre ellos, siempre de una forma tan inmadura que los hacía ser lo que eran, pero siempre había más de alguien que terminaba viendo a Liz y Axel mientras caminaban y charlaban, claramente se veían bien juntos.