Ultima Guerra

Capitulo 5

Risas, bromas, ciertos enojos y confianza es lo que había dentro de la casa Reims. Liz, quien en un principio era cerrada y seria se había dejado llevar por la influencia de su padre y Axel, bromeaba con ambos, y a la vez soportaba ciertas bromas de mal gusto que hacía su padre como disimulaba las veces que Axel la hacía sonrojar. Axel, quien había llegado creyendo que sería una cena formal, se deshizo de un gran peso al darse cuenta que no tenía por qué ser así, y que a pesar de que ciertos recuerdos venían a su mente con cada carcajada, acompañados del dolor de una herida que aún no había cerrado, ciertamente disfrutaba la noche junto a las bromas de Rick y la compañía de Liz. Y finalmente Rick, quien fue el que permitió a ambos quitarse esas cadenas que los ataban, fuera de su personalidad bromista estaba feliz de ver a Liz, su hija seria y apartada del mundo por elección, y a Axel, un gran y cercano amigo que se negaba a formar parte del mundo, aunque quisiera, obligándose a encerrarse a sí mismo dentro de un caparazón, sonreír y ser ellos mismos por ese momento, lo que lo hizo sentir de una manera que solo un padre podría describir.

La noche había caído por completo, los minutos se volvían horas, pero parecían segundos, Rick había caído dormido después de unas cuantas cervezas y ahora reposaba en su habitación, con el cuerpo medio envuelto en sábanas y en una posición que no parecía nada cómoda, mientras Liz, quien jadeaba, y Axel, salían de la habitación tras haber cargado a Rick hasta allí, quien ahora parecía un niño quien tras un largo día de juegos y diversión, ahora descansaba cómodamente en su cama. Luego de recuperar el aliento Liz redujo el volumen de ciertas bocinas las cuales reproducían la música que en algún momento Rick había puesto para poner un mejor ambiente, y se dirigió a la sala de estar donde Axel estaba sentado mientras llenaba un vaso de vidrio con algo de agua que había en una de las jarras sobre la mesa de vidrio que estaba en el centro de la habitación, entre tres sofás, dos individuales, uno aparentemente para un máximo de tres personas, pero que Rick usaba para acostar su cuerpo. Sonaba un swing de fondo.

Tras haberse sentado Liz, Axel le ofreció un vaso de agua que ella acepto gustosamente, pero al cual no le dio más de dos sorbos antes de ponerlo nuevamente sobre la mesa de vidrio. Ambos sentados en los sofás individuales.

 — Gracias por la ayuda — Dijo Liz algo apenada

— Me invitaron a comer, creo que es lo menos que puedo hacer — Dijo Axel con tono de agradecimiento — Además, no es como si fuera la primera vez que hago algo así por el estilo —

— Si… sobre eso, perdón por todo lo que mi padre te ha causado — Dijo Liz avergonzada pensando en todo lo que Rick podía llegar a hacer fuera de la casa conociendo como era — Sé que puede llegar a ser algo…—

— Infantil? — agrego Axel y Liz asintió con una sonrisa que mezclaba risa, vergüenza y una especie de timidez que surgió repentinamente tras ver a Axel a los ojos pero que era tan pequeña que ni Liz la noto. — No te preocupes por ello, no es como si me molestara, además uno se acostumbra y se da cuenta que es parte de ese…”encanto” que tiene tu padre —

— Ese encanto que a veces se vuelve algo molesto y vergonzoso sabes, pero aun así sigue siendo mi padre y cuando debe comportarse como uno lo hace — Dijo Liz con una sonrisa más natural en su rostro, como si un buen recuerdo hubiera saltado de repente en su mente. Bien recordaba varias veces en la que su padre, Rick, se comportaba como todo un adulto, apoyando a su hija, ofreciéndole su hombro para cuando necesitaba llorar, aconsejando e inclusive defendiéndola. A veces no podría parecer siquiera un adulto, pero otras, era la persona más madura que necesitaba conocer.

— Sí, sabe cómo levantar el ánimo — Dijo Axel recordando varias veces que Rick había ayudado a Axel en un mal momento haciéndolo reír para levantarle el ánimo, lo que le ocasionó una breve sonrisa la cual se desvaneció por unos breves segundos, pero que aun así Liz lo noto, fue como si alguien le hubiera susurrado algo al oído que le hizo venir el mundo abajo y que para disimular que no pasaba nada, volvió a sonreír de una forma forzada por un breve periodo de tiempo. —, pero a veces se pasa… hasta tal punto que una vez me ofreció cerveza en medio de una cacería—

— ¿No bebes? — Pregunto Liz al no comprender muy bien la situación.

— No es que no me guste la cerveza, es que tenía diez años — Dijo Axel con una sonrisa mientras Liz bajaba la cabeza ocultando la mezcla de vergüenza y risa que le había ocasionado eso, en serio que su padre a veces se pasaba.

— Por favor dime que no se la aceptaste — Dijo Liz aun con la cabeza abajo




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