El día ha llegado, tuve que comprar uniforme de futbol porque sino no me dejaban entrar al estadio, como es sábado, no había clases por lo que mis amigos no tenían excusas de no ir a verme. Al igual que mis padres, quienes me trajeron y están sentados junto a mis amigos.
- Muy bien, chicos, la evaluación se dividirá en parte de calentamiento, técnicas y por último un enfrentamiento para evaluar el compañerismo y trabajo en equipo. Ahora todos a sus posiciones, vamos a comenzar. – Dice el entrenador muy entusiasmado.
- ¡Atención! Vamos a empezar a calentar, quiero que troten en su lugar, seguido de treinta sentadillas y luego cincuenta flexiones. Afortunadamente estos ejercicios fueron los mismos que hice cuando practiqué así que no son un problema para mí.
- ¿Ya te cansaste? – Pregunta Aaron, en tono sarcástico, pero no a mí, sino que a su hermano Benjamín.
- Como crees, si esto acaba de empezar. – Le responde riendo a su hermano.
Los hermanos Martínez, ambos de segundo año, han sido los mejores a lo largo de toda la práctica, desde muy pequeños han sido parte del equipo de futbol en las diferentes instituciones que han estado, incluso hay rumores que están siendo evaluados para formar parte de la selección nacional. Ellos eligen los equipos para el enfrentamiento.
Toman turnos para ir escogiendo cada uno. Solo quedamos dos por ser elegidos.
- Samuel, ven. – Aaron llama al otro chico.
- Creo que no hay más elección. – Dice Benjamín, al llamarme con señas.
- Muy bien, que comience la segunda parte. – Grita el entrenador y nos coloca en fila para que practiquemos tiros, pases y regates.
Nos organizamos en parejas para poder practicar los pases y de manera individual practicamos los regates tanto los que me enseñó el entrenador, como los que aprendí con el primo de Saraí.
Y finalmente tenemos el lanzamiento de tiros. Uno tras otro, van tirando hacia la portería, por encima de una barrera. De nuevo soy último por lo que ya han cambiado un poco la posición e incluso a los sujetos de la barrera, por que Samuel lanzó muy fuerte y abajo que le dio en el estomago a alguien de la barrera. Espero que eso no me pase a mí, así que cojo impulso, no más de cinco pasos, y preparó una patada fuerte para arriba, hacia el ángulo contrario a la posición del portero, tal y como lo aprendí en los entrenos de toda la tarde.
Las porristas ya han empezado con su trabajo, por que su líder llego, Pamela esta en la cancha charlando con ellas. Esto me de más fuerza para avanzar con determinación y darle un buen golpe al balón. Y se va, por encima de la barrera, hacia el ángulo contrario y con una curva perfecta, tan perfecta que parece que no descenderá, pero lo hace, tarde y es cuando topa en el travesaño, y sale con la misma fuerza para donde están las porristas la dirección es muy difícil de predecir, al final la pelota se va a estrellar a la cara de una de ellas.
El golpe en seco y el silencio de todo el estadio avisan una cosa. He golpeado a una porrista, y no a cualquiera sino a la segunda al mando, la amiga de la líder, Kimberly Linárez.
El examen ha tenido que esperar, mientras el profesor y las porristas ayudan a su compañera ha trasladarse a la enfermería, por que su nariz no para de sangrar.
- Pequeños Accidentes que pasan. – Dice el entrenador en son de bromas al lanzarme una mirada amenazadora.
- Sigamos con el programa, el enfrentamiento final, ambos grupos jugaran un partido, Aaron uniforme azul y Benjamín el rojo. ¡Prepárense!
Benjamín, como el capitán, elige con quienes comenzar y a nosotros que restamos nos mando a la banca para servir de cambio.
- Capitanes al centro del campo, recuerden es solo un examen, aunque el ganador tendrá mejor nota que el otro. – Les recuerda el entrenador, quien será el árbitro principal, aunque todo mundo sabe que la rivalidad de estos dos es muy seria.
El partido casi llegaba a su fin, seguíamos empatados a cero y los jugadores ya se están sintiendo cansados así que empiezan a realizar sus cambios. Y eso incluye al equipo de Benjamín.
- ¡Venga! Vas dentro. – Me grita Benjamín mientras el otro compañero sale deprisa, no hay tiempo que perder.
Corro deprisa a cubrir el lugar que ha sido desocupado, la delantera. Benjamín tiene el balón y hace un pase flotado, en dirección hacia mí, pero con mayor fuerza, así que tengo que correr para alcanzarlo. Voy corriendo hacia dónde va a caer, al parecer voy solo, por eso desacelero un poco para tomarlo con más calma, pero grave error que cometí. Al dar el último paso, mi pie no encuentra el suelo, al contrario, mi pie esta sobre el balón, hace que pierda el equilibrio y no puedo seguir de pie. Mi cuerpo cae y mi cabeza rebota en el suelo.