Cuatro adolescentes sin un pasado concreto,
sus recuerdos se esfumaron esperando un futuro incierto.
Todo el tiempo pensamos que la vida es para siempre, pero con una fecha de caducidad. Algo monótono que algún día se acabará, sin que a nadie le importe. A algunos les da miedo ser olvidados, otros, prefieren esfumarse como la niebla, volar como el viento y evaporarse como el humo.
La típica frase: “Vida solo hay una”, me resulta abrumadora, inútil en ciertos puntos, ya que, durante bastante tiempo, estuve pensando que solo malgastaba oxígeno, sin aportar nada a la sociedad, aguardando ser olvidada y desaparecer de una vez por todas. Las cosas no se disfrutan si en ese momento no te sientes completo, si crees que con una ráfaga de aire, desaparecerás, dejando solo el agujero que siempre hubo en tu corazón esperando ser completado.
Pensé que a nadie le importaría mi muerte.
Pensé que no importaba en este mundo.
Ahora…
<<-Vamos, Sea, será rápido- me dice una voz a mis espaldas.
-Simplemente tienes que ponerte aquí y todo acabará- me explica otra persona que no logro diferenciar.
-¿Qué queréis de mi?- pregunto en un susurro.
Me siento mareada.
-Solo duérmete- niego repetidas veces con la cabeza.
-No quiero, no me haréis lo mismo que a él- una lágrima resbala por mi mejilla sin poder evitarlo.
-No recordarás nada.
-Nunca los olvidaré.
-Buenas noches, Sea.>>