Último recuerdo

3

Abro los ojos y me vuelvo a encontrar envuelta de agua, pero esta vez, sin peces. Estoy sola.

Miro hacia arriba, buscando el final, la superficie y extrañamente veo un techo y luces. Muevo las manos y me pongo de pie. Encojo las piernas y agarro impulso para salir de esta agua desierta. Me da escalofríos estar aquí.

Ya no hay paz.

Salgo fuera y respiro hondo, pero esta vez, aire. Aire extraño. Me muevo hacia el borde de lo que parece una piscina y observo a mi alrededor hasta que me encuentro con unos ojos grises que reconozco a la perfección. Mi corazón se acelera en segundos. No puedo controlarlo.

-Se que te encanta el agua, pero llevas ahí dentro dos horas- suelta una risa divertida.

-¿Alguien se ha dado cuenta de mi pequeña desaparición?- enarco una ceja en su dirección esperando una respuesta.

-No, son las 2 de la mañana, a esta hora no pasan revisión- me explica, pero veo preocupación en sus ojos.

-Pues es mejor que vuelva ya, mañana por la mañana comienzo yo con el entrenamiento y no...

-Ven- me tiende la mano- quiero enseñarte algo.

Salgo de la piscina con su ayuda y me lanza una toalla con el símbolo de este lugar a un lado. Me envuelvo en ella mientras lo sigo por un estrecho pasillo con poca luz. Es la primera vez que paso por este lugar y no creo que debemos estar aquí, pero me entra curiosidad al pensar en lo que me quiere enseñar. Se que valdrá la pena. 

-¿A dónde vamos?- me mira por encima de su hombro y sonríe de lado.

-He encontrado una forma de ver el cielo- abro los ojos como platos aún sin comprender, pero a él le brillan con alegría que me contagia instantáneamente.

-Eso es increíble- mi voz suena entusiasmada, yo diría que demasiado, pero necesito verlo.

-Lo se, pero hay que ir con cuidado, no queremos que nos descubran y nos castiguen- me recorre un escalofrío al pensar en eso y asiento rápidamente.

Subimos unas escaleras pequeñas y extrañas hasta salir a una terraza también pequeña, abandonada, pero preciosa. Se puede ver completamente el atardecer, todos sus colores y tonalidades. ¿Qué hora será?

Llevaba tanto tiempo sin ver el cielo...

-Esto es hermoso- comento aún mirando todo con estupefacción.

-Lo se- sonrío de lado y él hace lo mismo.

-¿Lo sabes todo?- digo en tono burlón.

-Podría ser.

-¿Como has encontrado este lugar?- él frunce el ceño.

-Mi instinto, sabes lo que soy y ante la necesidad lo he encontrado, igual que tu necesitas el agua- aclara como si fuera lo más obvio del mundo.

-Claro, tiene sentido...

Decido no hacer más preguntas y limitarme a mirar al cielo sintiendo como la paz vuelve a mi después de haber salido de ese horrible lugar.

-Te quiero, Sea, nunca me olvides...

Con eso, desaparece.

Me despierto de golpe, con el corazón acelerado igual que mi respiración. Me llevo una mano al pecho intentando calmarme mientras gotas de sudor caen por mi frente y espalda. Extiendo la otra mano y cojo mi móvil de la mesita de noche. Miro la hora: las 4 de la mañana. Me siento en mi cama e intento pensar con claridad sin mucho éxito.

¿Qué era eso?

¿Una especie de recuerdo?

¿Algo inventado por mi cerebro?

¿Era real?

De la nada, siento un nudo en la garganta y algo me oprime el pecho. Mi vista se vuelve borrosa pensando en aquel chico de ojos grises y cabellos blancos. Recuerdo su sonrisa y su risa, todo lo que ha pasado en mi sueño y siento que debo estar en otro lugar, con él...

Pero, ¿quién es?

No entiendo nada y eso hace que tenga dolor de cabeza.

¿Dijo que yo había estado dos horas debajo del agua?

¿Que ya sabía lo que era?

Nada de esto tiene sentido.

Seco las lágrimas rebeldes que me habían comenzado a bajar por las mejillas y me levanto despacio, me siento mareada. Abro la puerta de mi habitación para dirigirme escaleras abajo en dirección a la cocina, palpando siempre las paredes como apoyo para no caerme. Las ganas de vomitar vienen a mi. Enciendo la luz y cojo un vaso de cristal de uno de los armarios, lo lleno de agua y bebo rápidamente. Tengo la boca muy seca.

-¿Qué coño acabo de soñar?- pregunto en voz alta para mí misma.

Tengo el móvil en la mano y siento la necesidad de llamar a alguien, pero es muy tarde, no quiero molestar a nadie. Trago grueso y me siento en el suelo con la espalda apoyada en la nevera fría. Si no me calmo temo desmayarme. No aguanto más y marco el primer número que recuerdo, espero no molestarle demasiado. Responde al cuarto tono.

-¿Señorita?- las lágrimas se me acumulan al oír su voz y espero unos segundos antes de recuperar mi voz.

-Guzmán yo...- me corto porque no puedo hablar.

-¿Está usted bien?- lo escucho preocupado, pero no puedo decir un sí audible- ¿ha pasado algo?

-Yo solo...- suelto un sollozo e intento controlarme, no debo alarmarlo con esta tontería que ni siquiera yo entiendo- últimamente he tenido sueños y...- trago saliva, respirando hondo varias veces.

-¿Pesadillas?- suena más tranquilo, pero sigue tenso, lo se.

-No, sueños preciosos- río sintiendo las lágrimas en mis mejillas.

-Entonces, ¿cuál es el problema?-está desconcertado y lo entiendo, yo estoy en medio shock.

-No se quien es él y siento que debería saberlo- no puedo para, cada vez caen más y me comienza a doler la cabeza.

-¿Quién?

-Un chico, anoche, se me apareció en sueños y no le tomé importancia, pero me resultaba familiar- trago saliva intentando deshacer el nudo en mi garganta y así hablar un poco más normal- y hoy... Creo que he soñado o he recordado algo, algo de hace años, no sabría cuando, pero no se en donde o como es que lo conozco, no se ni su nombre.



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En el texto hay: misterio, amor, amistad

Editado: 09.01.2021

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