Llego a la cocina y mis padres están observando algo fijamente en el ordenador, analizándolo. Abro la nevera y saco una manzana, me gustan frías. Toco el hombro a mi padre pero no se percata de mi presencia, solo sigue en su mundo, calculando cosas o algo así, igual que mi madre. Intento mirar por encima de sus hombros lo que les tiene tan concentrados, pero no lo consigo, tapan toda la pantalla.
-¿Qué miráis?- decido al fin hablar.
-¡Sea!- mi madre salta del susto y se lleva una mano al corazón- nos has asustado- me encojo de hombros.
-Llevo aquí 5 minutos, ¿qué os tiene tan distraídos?- enarco una ceja y ella mira a mi padre pidiendo ayuda. Este se aclara la garganta.
-Cosas del trabajo que no cuadran mucho- contesta simple y sin inmutarse.
-Comprendo...- hago una pausa ya que los dos me miran fijamente, como queriendo descifrar algo que está oculto dentro de mi- bueno, me voy al instituto, Guzmán debe estar ya en la puerta.
-Claro, pero esperamos que esta vez no te duermas- mi padre me acusa y yo río nerviosamente.
-Fue solo una vez, lo juro- mi madre asiente en una forma de decir "vete antes de que nos enfademos", así que sin pensarlo dos veces salgo de casa.
Espero dos minutos en la puerta y veo como aparece el coche de Guzmán como cada día. Voy lento hacia allí. No se si va a sacar el tema, si de verdad quiere ayudarme o solo lo dijo para que me callara y así poder dormir. Nunca pensé que alguien me ayudaría en cosas así.
Nunca pensé que alguien traería una pala si yo mataba a alguien.
-Buenos días, señorita- me subo a la parte de atrás como siempre y suspiro sonoramente.
-¿No me vas a preguntar nada sobre lo de esta noche?- pregunto después de haber estado un minuto en silencio.
-Si usted no quiere contarme nada más, lo respeto, no voy a presionarla, anoche se veía un tema muy delicado- me mira de reojo por el retrovisor y yo sonrío.
Siempre me deja mi espacio.
-Voy a hablar con Cin antes de hacer nada- le cuento- necesito encontrarlo, donde sea que esté.
-¿Y si...?- se calla unos segundos, dudando en si preguntar o no- ¿y si no es real?
Lo he estado pensando durante estas últimas horas, pero estoy tan segura de que existe que siempre aparto esos pensamientos negativos de mi mente. Miro a través de la ventana, veo como los niños juegan en los parques y el viento mueve los árboles suavemente. Me gustaría ser ellos, volver a la infancia, sin preocupaciones. Siempre pasaba el tiempo en mis pensamientos, en mi mundo, lleno de historias de fantasía siendo yo la protagonista. ¿Lo conocería por ese tiempo?
-Lo es, no tengo dudas- contesto segura de mis palabras con todas las inseguridades escondidas en el fondo de mi corazón.
-No soy quien para negarlo.
Llegamos al instituto minutos después, él aparca en la puerta del edificio y yo me bajo del coche con miedo ya que no llevo las gafas. Mis ojos se ven a la vista e intento que mi pelo los tape, no estoy preparada para esto. No se en qué pensaba hace un rato, pero ya se ha esfumado. Cuando llego a mi taquilla y la abro siento como un cuerpo más alto que yo me envuelve en un abrazo.
-¡No llevas las gafas!- grita feliz Cin.
-No se porque, la verdad- susurro y suspiro cuando veo su sonrisa.
No puedo ser valiente yo sola.
-Oye, ¿has vuelto a soñar con el chico misterioso?- pregunta directa, sin tapujos.
-Vaya, yo estoy genial, Cin, gracias por preguntar, ¿Que cómo he amanecido? Pues la verdad que un poco cansada ya que me he despertado a las 4 de la mañana, gracias otra vez por preguntar- ella rueda los ojos ante mi sarcasmo.
-¿Cómo es eso de las cuatro de la mañana?
-Pues...- trago saliva, no pienso llorar, de nuevo no- creo que era un recuerdo más que un sueño...
-¿Estás diciendo que si conoces a ese chico?- me mira fijamente a los ojos buscando un pizca de mentira en ellos.
-En mi sueño, yo estaba en una piscina a las dos de la mañana y él venía a buscarme para enseñarme una terraza- enarca una de sus cejas.
-¿Y?
-Me dijo que me quería y que nunca lo olvidara- desvío la mirada hacia cualquier otro lugar que no sea ella y espero su reacción.
-Pero lo has olvidado.
-Sí.
-Y lo quieres recordar- afirma sin duda.
-Así es.
-¿Cómo lo vas a hacer?
-Voy a ir a buscarlo- su mueca de desconcierto es única y seguramente en otro momento menos delicado me haría reír.
-Pero si no sabes nada de él.
-Pero intentaré descubrirlo.
-No, me niego a que te lances a esta misión sin sentido.
-Cin, no te estoy pidiendo permiso- la miro a los ojos, segura de mi misma por una vez en la vida- me dijiste que cuando tuviera algo por lo que luchar, yo no me rediría, aunque en ese momento parecía que sí- trago saliva- siento que quiero a ese chico como no he querido a nadie en mi corta y miserable vida, siento que debo estar con él y recordarlo porque es una persona muy importante para mi.
-¿Y si no es real?
Otra vez esa pregunta.
-Me da igual- le espeto conteniendo las lágrimas que amenazan por salir- pero necesito descubrilo, no me puedo quedar de brazos cruzados.
-¿Pero no crees que si estábais tan unidos él no habría ido a buscarte?- lo he pensado, muchas veces pero...
-¿Y si no me recuerda igual que yo tampoco a él?
-¿Y qué te hace pensar que es así, que no es que te odia en realidad y no quiere verte?
No, me niego a creer eso.
-¡¿Por qué estas poniendo pegas en vez de darme tu apoyo?!
El pasillo está vacío, las clases han empezado y nosotras llegamos tarde.
-¡Porque no quiero que te hundas más!
Eso me deja calla, sin saber que responder.
-¿A qué te refieres?- noto como traga saliva y mira hacia otro lado.
-Sea, tu tienes mucho problemas, igual que todos los adolescentes del mundo, pero...- sus ojos se cristalizan y a mi ya me caen por las mejillas- temo que esto no sea real y cuando te des cuenta caigas en una especie de depresión más de la que estás ahora y...- se le rompe la voz.