-¡Buenos días a todos!- la voz del presentador se escucha dentro del coche a todo volumen- espero que estéis de un humor increíble porque se viene canción triste, pero preciosa, que nos hace reflexionar- comienza a sonar Human, de Christina Perri.
-Las 7 ya...
Trago saliva mientras conduzco por la carretera totalmente despejada, lisa, sin nada que me impida seguir adelante. Es estresante. Los coches están detrás mío, pero lejos, extremadamente lejos y me aburro. No quiero seguir pensando en qué haré o como lo encontraré, eso lo llevo haciendo durante una hora entera y mi cerebro se ha cansando ya. Subo el volumen de la radio y canto en voz baja la canción, sin entenderla, porque sigo sin saber inglés.
I can do it
I can do it
I can do it
But I'm only human
And I bleed when I fall down
I'm only human
And I crash and I break down
-Podría llamar a Cin, seguramente está pegada al teléfono, esperándome- digo en voz alta, he llegado a un punto en el que he comprendido que es mejor hacer esto que retenerlo en la cabeza.
Solo llevo conduciendo una hora, no me imagino cuando llegue a cuatro, me voy a volver loca. Aunque mis padres nunca estén en casa y solo tenga una amiga, estoy acostumbrada a siempre tener a alguien cerca o por lo menos algo que hacer. Cuando estoy mucho tiempo sola, pinto, leo o estudio, pero ahora no puedo hacer nada de eso y ni Cin ni Guzmán están conmigo.
Guzmán...
Tal vez debería llamarlo.
-Como no lo encuentre me tiro de un puente- suspiro y me concentro en la carretera demasiado perfecta.
Cinco minutos después, mi móvil suena y eso me sobresalta, tenía la mente en blanco y ahora vuelvo a la realidad. Creo que estas cosas no deberían pasarme mientras conduzco, podría tener un accidente. Miro el aparato que no para de vibrar pidiendo ser atendido, con el nombre de la persona en la pantalla.
-Debo hablar con él- me convenzo y descuelgo, lista para lo que sea.
-Te has ido- no lo duda, ya lo sabrá todo.
-Lo siento, pero tenía que hacerlo- oigo como suspira a través de la línea.
-Eres tan cabezota.
-¿Estás hablando con ella?- escucho que dice Cin de fondo.
-Si, pero tengo que...- silencio y luego, la voz de mi mejor amiga me hace sonreír.
-No sabía si llamarte o no, ya que estás conduciendo y tal, pero ya que te ha llamado este, pues aprovecho- ríe maniacamente- estás ya muy viejo, Guzmán- le dice Cin con toda la confianza, nos conoce desde pequeñas, que más da.
-No lo estoy, tu me has mordido- se queja y eso me hace sonreír aún más.
-Solo me he ido hace una hora y ya os estáis preocupando- niego con la cabeza, divertida- ni siquiera he salido del todo de la ciudad.
-Dame eso- segundos después, la voz autoritaria de mi chófer me hace estremecer- ¿es que estás loca o qué?- comienza, enfadado- no puedes irte sin más durante dos días, ¿es que no pensabas decírmelo o qué? es que si yo no llego a venir para traerte tus gafas de sol que te dejaste en el coche, ni me enteraba.
-Es sábado, mis padres no llegan hasta dentro de unos días, solo pasaré la noche en alguna parte y a primera hora del domingo volveré- le informo, porque ese es mi plan y no creo que cambie.
-Sea, ¿no crees que si encuentras a ese chico querrás conocerlo un poco o algo? Encima, no sabes si es un asesino en serie y a lo mejor te secuestra, deberías haber ido acompañada de alguien, no tu sola ¿por qué Cin no ha ido contigo?- suelta rápido y sin respirar.
-Quería ir sola- contesto sin más y pongo el intermitente de la derecha cuando veo que hay una gasolinera cerca- no me va a pasar nada, tengo 18 años, tengo dinero de sobra, comida, agua, y todo lo que necesito, incluso ropa- intento que entienda- no seas un padre sobreprotector.
La gente siempre piensa que no puedo hacer las cosas sola.
-Si fuese tu padre te aseguro que te dejaría encerrada en tu habitación mientras yo no estuviera en casa, porque se puede ver a la perfección que haces locuras cuando estás sola- está enfadado y se le nota, pero ¿qué puedo hacer yo? Ya estoy muy lejos para volver.
En realidad no.
Calla.
-Volveré lo antes posible.
-Me vas a llamar cada hora y a Cin cada dos, ¿entendido?- me ordena muy seriamente- como te saltes alguna llamada, voy a por ti y me da igual que rechistes y te niegues, te traeré de vuelta- me lo creía.
-Entendido- aparco y me bajo del coche con el móvil en la mano.
-Bien- silencio- te quiero, así que cuídate- dice en todo amenazando.
-Yo también te quiero- después de eso, cuelgo.
Que exagerados todos, no me va a pasar nada.
Bajo del coche, y le pongo el seguro. Me adentro a la gasolinera y pillo una tableta de chocolate. Si, me ha entrado hambre, tengo el coche lleno de comida, y he parado en mitad de mi camino solo por un antojo que es lo único que no tengo. ¿Algún problema? ¿no? Perfecto.
-Un euro cincuenta- le tiendo el dinero y el dependiente lo acepta, sin sonreír, indiferente.
Debe de ser cansado ese trabajo. Yo se que no podría estar todo el día atendiendo a gente insoportable todos los días. Miro detrás suyo mientras él me pasa el tiquet y me doy cuenta que están las revistas de cotilleos sobre familias ricas y todo ese royo que odio a muerte desde siempre.
¿Qué ven de interesante en estas cosas?
-Una pregunta- el chico me mira fastidiado, pero tengo su atención- esa revista- la señalo- en esa revista... yo...- él la observa y se le escapa una sonrisilla de burla.
-Es antigua, de hace un año o así, pero sí, eres tú- asiente y yo frunzo el ceño.
-¿Cuánto cuesta?
-Dos euros- me informa y me tiende la revista mientras yo saco el dinero, enfurruñada.
-¿Tú sigues estas cosas?- se encoge de hombros.