Rasco mis ojos intentando volver a la realidad, porque sigo viendo su sonrisa y la preocupación en sus ojos. Debo encontrarlo, si existe, debe de estar cerca ¿no? Tengo miedo. Cin tenía razón, estoy nerviosa y con razón. A las 11 en punto, la campana de la iglesia suena y eso me hace dar un salto del susto.
Delante de la iglesia...
Respiro hondo un par de veces y abro el coche, saliendo y sin olvidarme de poner el seguro. Corro hacia la primera tienda abierta que encuentro para no mojarme y cuando ya estoy a salvo, suspiro. En tan solo 5 segundos tengo el pelo empapado y mi suéter pesa por culpa del agua. Necesito comida o moriré de algo. No se de que, pero de algo.
Me acerco al mostrador, pido una bolsa pequeña de papas (aunque tengo una más grande en el coche) y pago sin detenerme a observar al dependiente. Cuando me da el ticket, me detengo un segundo mirando al vacío, una vez que salga de aquí, deberé comenzar mi búsqueda y no es que tenga mucha ilusión ahora con esta lluvia. Necesitaré encontrar un sitio donde quedarme, dormir un poco y…
Ya me quiero morir.
-¿Algo más o se va ya?- suspira con cansancio el chico.
¿Todos los que tienen este tipo de trabajos son unos amargados o qué?
-Perdón es que...- levanto la mirada y lo observo- tú.
-Si... Yo, y ¿qué?- enarca una ceja, esperando a que me vaya.
Lo detallo mejor. Sus ojos grises ya no brillan con la misma ilusión que lo hacían en mis sueños, ya no sonríe y tiene grandes ojeras debajo de los ojos. Está muy pálido, más de lo que podría ser un albino normal y se le ve muy delgado, incluso demasiado. Su pelo está sucio y largo, lo único que le aparta el cabello de la cara es una especie de tela colocada en la frente y atada por atrás.
-¿Qué te ha pasado?- suelto sin más y eso hace que sus ojos se oscurezcan más que antes.
He dado en el clavo.
-¿Nos conocemos de algo?- gruñe, cansado de mi presencia.
-Si- me apresuro a decir, pero rectifico en seguida- no, osea, si, pero no.
-Aclárate- exige.
-¿Te resulto familiar?- enarco una ceja y espero una respuesta, él me mira a los ojos, buscando algo, supongo, que le haga recordar pero creo que no lo encuentra.
Por favor.
-No, lo siento.
-Comprendo- debe de notar la desilusión en mi rostro porque algo cambia en su mirada.
-¿Debería?
-Si.
-¿Cómo te llamas?- sonrío tristemente.
-Soy Sea, y tu Wind ¿cierto?- asiente un poco sorprendido de que de verdad me sepa su nombre.
-Es que...- me vuelve a repasar- ¿de qué nos conocemos?
¿Cómo le respondo a eso?
-Pues... Te va a parecer muy loco, pero ni yo lo se, solo recuerdo fragmentos, como el de una terraza, conversaciones y...- me muerdo la lengua antes de decir una chorrada que lo espante.
-¿Cómo que solo recuerdas fragmentos?- abre los ojos como platos como si no pudiera creerse lo que está oyendo.
-Bueno, es que yo hasta hace una semana tampoco te recordaba, pero luego tuve unos recuerdos o algo así que de vez en cuando aparecen y me dijiste que viniera aquí en uno de ellos- le explico apresurada y esperando a que él me diga que es una broma y si se acuerda de mi, que no me ha olvidado.
-¿Sabes la locura que es eso?- ríe por lo bajo amargamente.
-Lo se- susurro y miro hacia fuera, dándole la espalda- pero esa locura parecía muy real y tu lo eres, así que pensé que...- trago saliva y niego con la cabeza, reteniendo las lágrimas- da igual.
-¿Estás bien?- preocupación, pero no sincera, es más de culpa, por hacerme sentir mal o a saber porque.
-En mis recuerdos sonreías como si tu vida fuera perfecta y me hacías reír a mi, siempre sacabas el lado positivo de las cosas- lo miro por encima de mi hombro- has cambiado, no se porque, pero es así, tus ojos no brillan, ahora mi cuadro tiene más vida que tu- sonrío de lado al ver su cara de confusión- te quiero, Wind, que vivas bien.
Cuando intento salir de la tienda, una chica abre la puerta por mi y se adentra con una sonrisa que podría iluminar todo el planeta si quisiera. Me mira de arriba a abajo y las comisuras de sus labios se elevan aún más, saludándome con la mano. Le respondo de la misma manera, pero se me cae una lágrima sin poder evitarlo y eso hace que ella me abrace sin más, aunque no me conozca. Dejo que un par de lágrimas más caigan y luego me separo de ella.
Sigue habiendo gente buena en el mundo.
-No llores, eres demasiado hermosa para ello- me susurra, para luego llevar su atención a Wind- ¿le has hecho algo, idiota?
-Yo...- el chico levanta sus manos en señal de paz.
-No, da igual, son tonterías mías- niego con la cabeza- gracias por el abrazo, lo necesitaba y...
-No me des las gracias- me interrumpe riéndose- te ves muy rota, solo he intentado que estés unida un poco más de tiempo- me extiende su mano- soy Mia.
Eres increíble. Te envidio.
-Sea- le doy la mano- creo que mejor me voy- me giro hacia el mostrador- me alegro de verte- abro la puerta- adiós, chicos.
Salgo de la tienda ya llorando a moco tendido, pero se mezcla con la lluvia así que no pasa nada.
Nadie se dará cuenta.
Entro de nuevo al coche y lo arranco, encendiendo la calefacción para calentarme. Estoy muerta de frío. Conduzco por las calles intentando buscar un sitio donde poder dormir un rato, apartando a un lado mi corazón hecho añicos. ¿En qué pensaba? Era imposible que se acordara de mi.
Y le he dicho te quiero...
Sin duda necesito dormir, creo que me va a dar algo si no lo hago. Siempre parece que me vaya a dar algo, no puedo vivir tranquila. Busco durante 10 minutos más y encuentro un hostal muy bonito, acogedor, que te incita a entrar simplemente porque te sientes cómodo en el interior. Transmite cariño. Salgo del coche y saco mi maleta y mochila llena de comida, abro la puerta y lo primero que veo es una señora mayor, con una sonrisa en la cara que hace que tenga más ganas de llorar.