-Déjame, Sea- niego con la cabeza- vete a cenar si no quieres que te castiguen- río amargamente y comienzo a mirar a mi alrededor.
-Este lugar es como el interior de un templo chino ¿no?- él enarca una ceja, extrañado por el tema de conversación- las puertas desde el interior se ven de papel, pero en realidad son igual que por fuera, de metal, pero ocultas para crear mejor estética- asiente repetidas veces con la cabeza- me gusta.
Una capa que oculto lo desagradable.
-¿Qué quieres?- me encojo de hombros.
-Solo quería ver a Unión- cuando menciono su nombre, el árbol brilla durante unos segundo y sonrío- estás conectado a él ¿no?
-Sí.
-Siempre me ha gustado eso, porque así parece como si tuviera sentimientos- me acerco y lo toco con la mano extencida- está diferente a como lo recordaba.
-Si yo cambio, él cambia- me explica brevemente.
-Lo se.
Me siento en el lugar en el que lo hacía antes y estiro las piernas, contemplándolo todo. Como he dicho antes, las puertas son extrañas, pero lo que más me interesa es la pared ya que parece piedra, no madera. Siempre me ha extrañado la forma en la que se mantiene vivo el árbol, ya que no le da el sol y estoy segura que recibe muy poca agua al día. Me acuerdo que cuando Wood me dió una pequeña clase de como funciona todo ese proceso, casi me explota la cabeza.
-Bien- asiente y se sienta en su sitio también, cerrando los ojos y meditando, como siempre hace.
-¿Qué has estado haciendo?- pregunto como si fuese lo más casual del mundo, sin mirarle a los ojos.
-¿Cuándo? ¿En estos 4 años o en estos días desde que llegasteis?- su respuesta no me sorprende, me esperaba algo así.
-La verdad, me gustaría más saber qué tal te fue al final con Chris, pero lo que tu quieras contarme- lo miro por primera vez en todo este tiempo y él también me está taladrando con los ojos.
-Te acuerdas de eso- afirma y yo asiento.
-¿Me lo vas a contar o has perdido ya la confianza en mi?- niega con la cabeza y percibo en su mirada miles de emociones reprimidas.
-¿Qué hicisteis vosotros cuando me llevaron?- supongo que todos tenemos nuestras propias dudas sin responder.
Trago saliva.
-Fire se encerró en su habitación, no quería salir y quemó su cama, estaba furioso porque no nos explicaban la razón de tu desaparición, todos lo estábamos- miro en otra dirección, hacia Unión- Wind no habló hasta después de un años entero, no quería hacerlo, ni siquiera a mi y yo...- se me rompe la voz.
-¿Qué hiciste, Sea?
La verdad, me acuerdo de eso perfectamente, es un recuerdo que se desbloqueó nada más ver a Wood por primera vez, pero no quería pensar en ello. Fue una de las etapas más complicadas de mi vida. Odié cada segundo. No volví a entrar a esta sala porque solo me podía imaginar a mi amigo sentado a mi lado, meditando mientras yo hablaba de cualquier chorrada, sabiendo que en el fondo me escuchaba ya que de vez en cuando sonreía.
Esta sala me dolió por demasiado tiempo.
-Me limité a entrenar, contínuamente, no me dejaba ni un hueco del día con un espacio libre para pensar, excepto la noche, cuando eran las doce y todos dormían, me sentaba a la puerta de este lugar, sin llegar a entrar jamás y lloraba, me desahogaba sin importarme nada, sabía que nadie me iba a oír- suspiro y noto como mis ojos se cristalizan- por el día animaba al resto que parecían muertos vivientes, no te perdí solo a ti, sino a mi hermano y a mi novio.
-Eso es horrible- susurra acercándose a mi, dudando.
-No te quedes ahí y dame un abrazo, se que lo necesitan tanto como yo- extiendo mis brazos.
Cuando al fin lo abrazo después de tanto tiempo, no puedo soportarlo más y lloro todo lo que me he estado conteniendo durante estos días. Aún no me creo que tenga a mi mejor amigo entre mis brazos y que al fin pueda ver su piel morena, su dentadura perfecta que muestra muy pocas veces, la forma en la que frunce los labios cuando medita....
-Te he echado de menos, no sabes cuanto- dice con la voz rota.
-Yo también.
-Pero la mayoría del tiempo no me recordabas- niego con la cabeza.
-Eso no quita el hecho de que mi corazón sabía que le faltaba algo, y te recuerdo que estuve dos años sin ti y recordándote- lo abrazo más fuerte.
-Lo he pasado muy mal- susurra en mi pelo.
-Lo se.
-Pensé que no te volvería a ver y cuando me dijeron que podría ayudarlos a recuperarte no lo dudé, lo siento, no debí arrastrarte hasta este lugar.
-Tranquilo, me alegro de que lo hayas hecho- admito.
-¿Por qué?
-Te tengo de nuevo junto a mi- las lágrimas caen por mis mejillas, descontroladas.
Nos separamos y apoyamos la espalda en Unión, los dos cogidos de la mano, mirando el techo sin saber concretamente que decir, porque el silencio, a veces, es mejor que las palabras. Se que mi mejor amigo lo ha pasado muy mal, ha estado solo por mucho tiempo y pienso compensar los años perdidos de alguna forma. Es una promesa.
-¿Me vas a contar lo que te hicieron o prefieres guardártelo para ti?- le pregunto jugando con sus dedos distraídamente.
-Sabes que soy gay- afirma y yo asiento con la cabeza- los homosexuales no son muy aceptados en el pueblo en el que estaba- lo miro a los ojos y con la boca abierta.
-¿Te discriminaron por tu orientación sexual?
-Sí- traga saliva visiblemente- al principio no lo entendía, no sabía que era malo hasta que mi padre comenzó a golpearme cuando supo que era gay, mentí a todo el mundo, teniendo una novia que yo no quería, solo para guardar las apariencias, cuando lo descubrieron, me quedé solo- sus ojos se cristalizan- un día, cogí varias pastillas caducadas que mi, en teoría, madre, tenía en un cajón y cuando estuve a punto de tomármelas, mi padre apareció.
-¿Te dijo que no lo hicieras?- niega con la cabeza, riendo amargamente.