Último recuerdo

31

-Qué dramáticos- levanto la mirada, con las mejillas mojadas y las manos llenas de sangre del hombre al que consideraba como un padre para mi- no es para tanto- me aparto poco a poco del cuerpo, con un gran dolor recorriéndome el cuerpo- esperaba más de ti, Sea.

-¿Que esperabas más de mi?- lo miro fijamente, incrédula, queriendo asesinarlo. 

Que sufra.

-Sí, me decepcionas- suelto una risa amarga.

-Siento hacerlo- aprieto un puño y este es rodeado de agua en segundos.

-No, Sea, no, nada de agua o te llevas una descarga eléctrica- me acerco poco a poco a él, sin dudarlo- Sea... No me obligues a hacer esto- su semblante se vuelve serio y saca un arma.

Sonrío.

-Cobarde- él enarca una ceja.

-¿Por qué? Tu usas tus poderes, yo esto- niego con la cabeza.

-Atacas a mis seres queridos para hacerme daño, nunca a mi, eso es de cobardes, quien me decepciona era tu- eso lo deja paralizado.

-Bien, pues lucha- lanza la pistola eléctrica al suelo, lejos- pero sin agua, pequeña.

-No me llames pequeña- escupo con desagrado y hago que el agua de mi puño desaparezca, pero no la de los guardias- vamos, estoy esperando.

-Me alegra que tengas más seguridad de la que tenías al venir, has vuelto a ser tu- suelta una risa, que parece de alegría.

-Cambié por tu culpa, porque me separaste de mi familia, monstruo, eso es lo que eres- alzo los puños, y me acerco con cuidado hacia él, esperando su primer movimiento.

-¡Deberías agradecérmelo, todo lo que he hecho es por tu bien!- ladra, enfadado, intenta darme un puñetazo directo a mi cara, pero lo esquivo y le doy yo un en el estómago.

-¡Preferiría ser una chica normal! ¡Con una familia que me quisiera de verdad y que no experimentasen conmigo!- lágrimas vuelven a caer por mis mejillas y de forma impulsiva me lanzo para darle otro puñetazo, pero esta vez, le da tiempo a esquivarlo y me derriba de una patada.

-Yo te crié, te dí un lugar en el que vivir...- se acerca poco a poco a mi y yo me levanto lo más rápido que me es posible.

-¡Preferiría estar muerta!- eso lo deja un poco sorprendido al principio y yo aprovecho para devolverle la patada, y después atestarle un puñetazo en la mandíbula.

-Ingrata- ruge y escupe algo de sangre en el suelo.

-Monstruo.

Seguimos con la ronda de puñetazos, destrozándonos mutuamente, sin importarnos mucho nuestro aspecto o que nuestros músculos estén a punto de ceder y dejar de funcionar. Me guía la ira y el rencor, toda la furia que llevo guardándome todos estos años, al fin, sale a la luz y no pienso parar, nunca más. Cuando intenta darme otro puñetazo, yo le cojo del brazo y se lo coloco atrás, en la espalda, inmovilizándolo. Le voy a dar el golpe final, pero algo se me clava en la piel y me hace gritar de dolor antes de soltarlo y caer al suelo.

-¡Eso es trampa!- intento gritar, aunque me sale más como un simple susurro.

-Oh, Sea, sigues siendo muy inocente- da unos pasos hacia mi, cojeando un poco, y suelta una risa- ¿de verdad creías que no iba a tener otra pistola eléctrica en el bolsillo?

-Te creía con más honor- me da una patada que casi ni siento ya que tengo todos los músculos entumecidos y no ayuda el hecho de que mi sangre es agua, eso me deja completamente inmóvil.

-Nadie tiene honor en este mundo, deberías comenzar a aprender eso- hace un gesto con las manos hacia los guardias que ya están liberados del agua que ha desaparecido cuando la electricidad ha atravesado mi cuerpo- lanzadla a la piscina, que se cure y luego llevadla a su habitación, se quedará encerrada ahí durante un tiempo como castigo.

Siento débilmente como una manos me cogen y me levantan del suelo para luego llevarme fuera de la sala, pero antes de salir del lugar, escucho gritos, las mismas voces de mis amigos, furiosos y no puedo concentrarme en hablar con Fire. Pasamos por pasillos que no logro identificar por mi estado de moribunda y justo cuando estoy a punto de desmayarme, siento como agua fría me envuelve el cuerpo, relajándome. 

Estiro poco a poco los brazos para comenzar a nadar lentamente, sintiendo como todo el dolor desaparece y las heridas se cierran. La ropa se me pega al cuerpo y hace que pese, cosa que me viene bien para así, hundirme, con los ojos cerrados hasta tumbarme en el fondo y dormirme ahí mismo. 

Ojalá poder ahogarme.

Ya no me importa nada, estoy agotada y mi cerebro no logra pensar lo que debería estar pensando. Solo pasa una idea por mi mente y es... Dormir para no volver a despertar. Siento que esto es solo un mal sueño en vez de la realidad.

Minutos después, despierto, abro los ojos y siento que mi cabeza va a mil, procesando todo lo que acabo de vivir. Guzmán a muerto, lo ha matado el idiota de Santa Claus delante de mis narices, he perdido una pelea contra él, he actuado impulsivamente y puede ser que haya jodido todo el plan...

Bien, todo se puede arreglar.

Cojo impulso y salgo de la piscina de un salto, asustando a los guardias, les sonrío y abro las puertas del lugar, dispuesta a irme a mi habitación con los cinco gorilas siguiéndome por detrás. Intento contactar con mi hermano sin mucho éxito ya que parece ser que está dormido o inconsciente, cosa que me preocupa. Suspiro y entro en mi cuarto sin mediar palabra, cierro la puerta y me tumbo en la cama, luego recapacito un poco y acabo sentada en el suelo mirando como puedo la pequeña ventana.

Primero, una lágrima...

Después, muchas.

Sollozo y lloro todo lo que me tengo permito y más. Siento como el corazón se me encoge al imaginarme el cuerpo de Guzmán tendido en el suelo, sin vida. Me desmorono solo de pensar que lo he fastidiado todo por el simple hecho de haberme dejado llevar y tengo la necesidad de pedir perdón a todos. Quiero saber si están bien, si por mi culpa les ha pasado algo o si en realidad están todos durmiendo tranquilamente como se merecen. Cosa que dudo y eso me estresa el doble. 



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En el texto hay: misterio, amor, amistad

Editado: 09.01.2021

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