A la mañana siguiente, me comunique vía cosmos con el viejo maestro.
Quería cuestionarle todo esto. Es la única persona con la que podía contar.
Sé que fue el mejor amigo de mi maestro, me dijo que siempre, que si alguna vez estaba en problemas y no llegara a estar recurriera a él, me mantendría a salvo.
-¿Viejo maestro?-
-Oh, hola pequeño Mu, ¿Cómo te encuentras?-
-Bien… Bueno eso creo- Me notaba mortificado en mis palabras.
-Sucedió algo importante, dime ¿Qué es?- Logre escuchar como una risa de parte de él.
Suspire antes de continuar –Lo que pasa… Es que ayer… En medio de una ventisca… Encuentro a un bebe Lemuriano… Y… Es tan pequeño y… Sentía como me llamaba solo a mí con su llanto- Decía tantas cosas a la vez, que pude no darme a entender.
-¿Un bebe recién nacido?-
-Eso creo… Es muy pequeño… Y Sentí su débil cosmos… Fue algo extraño… Pero… No puedo explicarle lo que siento-
-No hay necesidad de eso, Mu esa pequeña estrella llego a ti porque así debió ser-
-¿A mí? Pero… No… Sé que hacer…-
Es verdad… Soy un inexperto en tos asuntos… Creo que en todo lo soy… Mi autoestima a estado mal dese hace tiempo…
-¿Quieres que yo me haga cargo de él?-
Esa pregunta fue demasiado para mi… Me sobre salte tanto, en mi interior sentí miedo por esa propuesta. Sin pensarlo lo aferre a mi tanto… Y respondí de inmediato.
-¡¡¡NO!!!- Creo que levante mi voz más de lo debido… Me sentí avergonzado por mi comportamiento. Estoy siendo tan irrespetuoso… Y no había razón.
-Per… Perdóneme… Viejo maestro… Yo hable sin pensar creo que…- Pero en vez de enojarse o decirme algo… Escuche una risa de su parte.
-Je, je, je, je, pequeño Mu, creo que tú sabrás que hacer, y lo has pensado seriamente aunque no lo parezca tu corazón ha decidido-
-¿Mi corazón?-
-Es algo que solo se siente y no se piensa. Quieres cuidar de ese bebe… Porque sabes que eres el único a quien necesita-
¿Cómo podía saber eso?
No entiendo nada… Solo que no lo quiero lejos de mí.
-Pero… No sé nada de como criar a un bebe… Tengo tanto miedo, y ¿Si algo malo pasa y no puedo protegerlo?, ¿Si no sé qué necesita…? ¿Si no se alimentarlo bien o cuidarlo?-
-Cálmate muchacho… Lo has logrado esta noche y creo que de manera correcta-
-Solo lo hice porque así lo creí, actué conforme mi mente formulaba ideas-
-Seguiste tu instinto, es la prueba de que esa pequeña estrella te pertenece para que la cuides y sea tu discípulo en algún futuro-
-¿Discípulo?- Deje escapar esa palabra.
Esta fue la forma en que mi maestro se ocupó de mí… Fui también esa estrella que lo necesito… Y se volvió su discípulo.
-Shion… Digo el patriarca…- Su voz sonaba tan triste –Aunque había llegado a criar a Aioros y Saga… Cuando tu llegaste con el… Tuvo esas inseguridades… Temía… De que no fuera suficiente para ti- Pauso su hablar un momento.
Sentí como lagrimas resbalaban por mis mejillas… No me di cuenta cuando comencé a llorar… Pero también… Él lloraba… Me daba cuenta de eso.
-Si te viera ahora, estaría orgulloso de ti… por mantener tu deber, aun sabiendo la maldad que ahí en el santuario y haber encontrado a la estrella que te corresponde…-
-¿Orgulloso se mí? Mi maestro… Estaría todo, menos eso…-
No era su digno representante… Mi mente así me lo decía día y noche… Aunque en esta última no pensé en eso, todas mis energías estaban enfocadas en esa criatura.
-Mu… Él lo está de verdad… Siempre lo estuvo… Desde el día que te tuvo en sus brazos… Y aun ahora lo seguirá estando-
¿Por qué sus palabras eran tan dulces y a la vez me lastimaban profundamente?
-Eres el único reparador de armaduras, el único que puede seguir sus enseñanzas, el suceder de su armadura, es tu deber cuidar a esa criatura que también nació bajo tu misma constelación guardiana-
Es verdad… Él también es Aries… Compendia todo lo que decía, pero entendía poco a la vez… Solo que este bebe me necesitaba y debía estar a su lado… Cueste lo que cueste… Lo debo proteger…
-Gracias viejo maestro… Creo que, se lo que debo hacer-
-Si necesitas algún conejo puedes pedírmelo, recuerda que yo también he criado a mi pequeña Shunrei y conozco algunos trucos-
-Gracias- Sus palabras fueron reconfortable.
-Yo también estoy orgulloso de ti-
Con esa última frase le comunicación se cortó y me dejo un sabor de boca tan difícil de entender.
Pero que rápido desapareció al encontrarme con ese pequeño movimiento entre mis brazos con brusquedad.
-¿Tienes hambre?- Una pregunta que sobraba, él no me contestaría, pero su rostro me lo decía todo.
Mi instinto me guiaba, cada paso que daba para proteger a ese pequeño.
Me di cuenta que la ventisca había dejado nieve, después de todo ese era su objetivo.
Sabía que debía ir al pueblo y proveerme de las cosas que el pequeño necesitaría.
Nada se me olvidaría, pero no estaba de más hacer una lista.
Pero antes de siquiera pensar en irme, el abrigarlo es esencial. No podía dejarlo solo, y mi ser se negaba a soltarlo.
Comprendía que en mi ropa no habría nada que lo quedara, pensé que podría hacer algunas prendas con las mías. Pero una idea surco por mi mente, algo como en automático.
Negué primero, pero si tan solo fuera posible aquello.
Camine dando pasos lentos y cautelosos, subir más allá de mi habitación… Justo a la que alguna vez fue de… Mi…
Abrir esa puerta fue demasiado para mí, ver todo tal como lo había dejado, sé que debí limpiar esta área, pero me negaba hacerlo, era como perturbar el único recuerdo que tenía.
Mis lágrimas resbalaban de mis mejillas, caían sobre ese pequeño que lo llevaba envuelto en telas bancas para protegerlo del frio.
Aspire profundo, y me adentre, debía buscar bien… Sé que sonara tonto, pero creí en ese instante que… Algo de mi ropa de bebe estaría allí.
En ese momento, posiblemente fue la idea más brillante y tonta de todas.