---Dos años---
No puedo creerlo, el tiempo está corriendo muy rápido, pero ha valido la pena cada segundo.
Su sonrisa es lo que más tranquilidad, aunque últimamente ha estado bastante inquieto.
Sé que es algo muy normal de un infante, más porque lo he visto en varias ocasiones, cuando he ido a vender esas joyas.
Muchos padres tienen problemas y no negare que es algo que me preocupa.
Tenía que llegar esa época.
Además que no todos esos pequeños, tienen a tener el cosmos que Kiki posee, aun es pequeño, pero es un descontrol.
Dejo escapar un suspiro en la parte de la torre dedicada a la reparación de armaduras, pero trato de estar muy atento, por cualquier ruido o golpe.
Mi pequeño, se encuentra haciendo un poco de caos, pero es tan normal hasta donde yo sé de quienes poseen técnicas telequineticos.
Tengo que estar al pendiente siempre, de que no se lastime, algo le caiga encima.
Pues tiende a aparecer y desaparecer de repente, por eso trato de tener la puerta y ventanas cerradas, cuidando que no salga, la ventana de que mi poder telequinetico ha mejorado.
Pero eso no quita que me preocupe de más.
Cierro mis ojos, deteniendo mi cincel de aquella armadura de plata, suspire.
-¿Le cause tantos problemas a mi maestro?- No pude evitarme hacer esa pregunta, después de todo, fui un niño alguna vez y estuve bajo su tutela mucho tiempo.
-Solo no quiero que se lastime- Mi mirada se clavó al suelo, aunque estaba en ese nivel.
Prefiero repararlas en el piso, me da más comodidad. Aunque para otros trabajos la mesa es la mejor opción.
Debía tomarme un pequeño descanso, trabaje desde el mediodía, que regresamos del pueblo.
Lo más seguro es que pronto deba preparar la cena.
Mas algo me saco de mis pensamientos, sentía la torre demasiado tranquila, cosa rara ya que desde hace unas semanas, Kiki desordenaba algo, jugaba, gritaba o reía a todo pulmón, no me molesta tanto…
Ya que se encuentra en la seguridad de la torre, solo lo dejo salir cuando estoy con él o vamos al pueblo.
Salí de aquel lugar destinado a mi labor, buscándolo por el primer piso, pero nada.
Subí rápido al nivel de nuestras habitaciones, y tampoco.
Algo dentro de mí me decía que esto no es normal para nada.
Mi corazón latía demasiado acelerado, mis ojos se abrieron a mas no poder, fruncí el ceño pero de preocupación.
Apreté mis puños, busque debajo de las camas, dentro de los armarios que había, de todo. No lo lograba localizar.
Incluso fui a la habitación antes destinada para mi maestro y tampoco lo pude encontrar.
Si no fuera porque en ese momento estaba teniendo un pequeño ataque de pánico, porque pensé en mil cosas que le estuvieran sucediendo a mi pequeño.
Mi desesperación fue tal, que no recordé que puedo encontrarlo por vía cosmos.
Fue después de salir de la habitación de mi maestro que lo recordé.
Como me maldije mentalmente por ser un tonto, no recordar algo que me pudo evitar perder tiempo.
Solo basto un segundo para encontrar a mi Kiki, y mi sangre se helo… Mis labios temblaron, y no lo pensé más y corrí rápido hacia la entrada.
-¿Cómo pude ser tan descuidado?-
La puerta no la cerré como es mi costumbre, estaba tan distraído con las pláticas que mi niño me daba, que no pude prestar atención suficiente.
Rápido Salí, lo buscaba con la mirada, rogaba que nada malo le hubiera pasado, si no… Jamás me lo perdonaría.
Sentí su débil cosmos a un lado de mí.
-Ji, ji… Mira… Puedo desparece- Su vocecita alegré, esta vez me traía un terror horrible.
-¡¡¡KIKI!!! ¡¡¡AQUÍ AFUERA NO!!!- Quise sujetarlo, pero desapareció de nuevo.
La teletrasportación en infantes es un caso que podría desquiciar a cualquiera.
Y lo estaba haciendo conmigo.
Dentro de la torre, es más seguro… Hice lo mejor que pude para condicionarlo a un pequeño Lemuriano desarrollando y jugando con la telequinesis, pero afuera… El peligro de caer al precipicio, donde están incrustados aquellos esqueletos, de quienes venían aquí con malas intenciones.
-¡¡¡KIKI!! ¡¡¡POR FAVOR VEN, MI PEQUEÑO!!!- Lo llame con todas mis fuerzas, mi corazón latía tanto, mi respiración agitada.
Solo quería que estuviera bien, que nada malo le pase…
¿Por qué e me hace tan difícil?
Nunca lo ha sido… Fácil, jamás… Pero lo quiero hacer.
Volvió a aparecer, su sonrisa infantil, no comprendía la situación es solo un bebe, pero yo en ese momento… Quería detenerlo, abrazándolo y casi rogarle que no lo volviera hacer.
¿Puede que ese fuera mi error?
Soy demasiado… Permisivo con él…
-Ji, ji, ji, ji, Ya puedo teletasme, como usted- Esa sonrisa infantil, pensaba que hacia algo bueno, pues se lo festeje varias veces, pero aquí no es lo mismo.
No es capaz de mantenerlo por mucho tiempo, se cansara lo más seguro.
Me calme lo ms que pude, sonriéndole de manera forzara, estaré exagerando un poco, pero cuando tienes a alguien que ames tanto, y pienses que se puede hacer daño, te hace desesperar tanto.
-Kiki, ven… Vamos a cenar… Ya mañana jugaremos ¿Si?- Esperaba que me hiciera caso, lo hacía siempre, pero…
-Solo uno más- Y de nuevo desapareció de mi vista.
Estaba alejándose de la torre, temía que cayera por aquel precipicio y ¿Por qué mis temores más grandes se hacen realidad?
Lo vi, a la orilla de aquella caída libre.
Un mal paso que dio al presentarse.
Solo escuche su grito de miedo, siempre le advertí de que tuviera cuidado y ahora… delante de mí.
No lo pensé dos veces, apenas si note aquello.
Me teletrasporte de inmediato, sin importarme ponerme en peligro.
Llegue hasta donde estaba, lo sostuve en el aire, con un brazo sujetándolo rodeando su cintura, con el otro me aferre con toda mis fuerzas a una orilla del gran peñasco.
Casi lo perdía… Delante de mis ojos, si mi cuerpo y cosmos no hubiera reaccionado de forma inmediata, no quiero pensar que le habría pasado.