---Seis años---
-Maestro Mu, ¿Lo he hecho bien?- Esa sonrisa traviesa, mostrando como logra ir reparando las armaduras con pequeños daños.
-Sí, lo has hecho bien- Le devuelvo la sonrisa, mientras continuo.
-¿Cree que pronto pueda repararlas como usted?- Deja el casco en la mesa, volviendo a su lugar a mi lado, y haciendo de nuevo el mismo proceso.
-Sí, dentro de un poco lo harás- No quiero hablar mucho de ese tema, siento que nuestro tiempo juntos se está acabando, pero no debo pensar en eso.
-No sabía que el polvo estelar, se obtiene al expandir su cosmos y reducirlo rápidamente, con lo que queda esos residuos- Trataba de él mismo explicar aquella lección que le di hace un tiempo.
Volvió a utilizar el martillo y cincel que específicamente le di, aun no podía utilizar las herramientas celestiales, pero eso no lo detenía de seguir aprendiendo.
Se mira tan concentrado, haciendo su mejor esfuerzo, lleva algunas vendas en sus manitas, ha cometido errores y se ha lastimado a sí mismo.
En esos momentos, recuerdo las veces que me pasó a mí, pero yo no obtuve nada de consuelo.
Al contrario… Unos buenos regaños y reprimenda física me lleve, pero entiendo que debió ser muy duro.
Sin embargó con Kiki, yo… Jamás me atrevería a ponerle un dedo encima, pegarle es algo que no me perdonaría.
Aunque, si he tenido que entrarlo físicamente, sé que la guerra santa se acerca.
El viejo maestro, me lo ha advertido incontables veces.
Me pidió que siguiera entrenando a Kiki de una manera apropiada, lo mejor que pueda y rápido.
Es necesario dejar un sucesor para caballero de Aries.
Si lo pudiera cambiar lo haría, pero esto es algo que ni yo puedo alejarlo.
Además que mi pequeño, se esfuerza por alcanzar mis pasos…
No quiero que lo haga, nunca he querido que pase, pero… Es necesario.
Me he quedado mirándolo, suspiro con pesadez en más de una ocasión.
Como quisiera proteger su sonrisa, que lo único que se preocupará fuera de no lastimar sus manos en la reparación.
Si solo tuvieras que hacer eso, estaría bien… Pero, enfrentar los peligros que conlleva ser caballero de Atena.
Nosotros no tuvimos opción, nacimos para eso.
Quiero que tenga opciones.
Muevo mi mano hacia su cabeza, para acariciar su suaves cabellos, mi mirada se ha tornado triste, el sufrirá en el futuro y no existe nada que pueda hacer para cambiarlo.
Creo que lo he distraído, ha dejado de trabajar, para levantar su mirada, sus ojitos tienen una tonalidad similar al de mi cabello y sus tikas también.
-¿Maestro Mu?- Me pregunta confundido, creo que noto que mi corazón sufre.
-Dejemos esto por ahora- me levanto del suelo, para con paso lento caminar hacia afuera.
No di tiempo de que tuviera alguna protesta, me siguió el paso, es un niño tan obediente.
A fuera el clima se torna frio de nuevo, el atardecer llega.
Camino lento hacia la orilla de aquel lugar tan vacío y solitario en la que he estado viviendo por once años, pero desde hace seis, ha sido mucho mejor.
-Maestro, ¿Qué hace?- Lleva a mi lado, algo agitado por dejar rápido todo, pero sobre todo debe ser mi comportamiento algo extraño.
Me siento en la orilla, mis pies cuelgan y puedo apreciar la última vista del sol que nos regala por ese día –Ven- Le señalo que se siente a mi lado.
Asiente tan suave, y me obedece, sentando a mi lado, noto que me mira preocupado, después hacia el punto que observo en la lejanía.
Una brisa fría se siente, aun que lleve ropa algo cálida, no la siento… Me he acostumbrado a este tipo de clima.
Mas veo como tiembla de frio, rodeando los brazos con sus propias manos, tratando de darse calor, es normal es más joven, y si se está quieto este clima no perdona.
Lo miro atento, estoy bastante serio.
Quito mi bufanda con rapidez, este recuerdo que encontré hace algún tiempo en unas cosas que guardo de alguien muy importante.
Y con esta prenda roja, le cubro los brazos, es un niño puede cobijarlo aunque sea un poco.
Me sonríe mostrando sus dientes y sus ojitos cerrados –Gracias- La sujeta con fuerza, para evitar que el viento se la arranque.
-Kiki- Lo llamo con una voz bastante fría, casi sin emociones, pero es el mensaje que le daré lo que me atormenta.
-¿Si?- Me mira tan atento, mientras juega con sus piernas balanceándolas.
-¿Sabes por qué reparamos armaduras?- No puedo verlo a la cara, así que solo dedico mi vista al cielo.
-Sí, usted me lo ha dicho… Caballeros que pelean por la Diosa Atena, a la cual ella nos encomendó el reparar armaduras a los Lemurianos- Su voz infantil, con un tono más risueño de lo normal, quisiera jamás separarme de él.
-Son ochenta y ocho caballeros dispuesto a luchar por ella, en cualquier tipo de enfrentamiento o guerra, protege la tierra y…- Estuve a punto de decir nosotros, pero quiero mantenerlo aun en secreto –Es necesario que cada cierto tiempo, aquellos caballeros entrenen a su sucesores, existiendo pruebas para lograr obtener alguna armadura-
En este punto noto que me mira atento, no está confundido, si no deslumbrado, es muy difícil hablar de esto, y más tratando de ocultar mi propia verdad.
No es tiempo, no existe momento ideal, para decirle quien soy.
-¿Quisieras en algún momento ser parte de esos caballeros?- Lo pregunte, solo lo deje salir, quería conocer su respuesta, aunque temía que sus palabras me lastimaran.
-¡¡¡SI!!!- Sonrió ampliamente, con una mano sujetando la bufanda y la otra enfatizando su emoción.
-¿De verdad?- Mi voz Salí apenas audible… Fue un susurro tan terrible… Él quería luchar… Deseaba tener esa vida, cuando le he contado tanto… ¿Por qué Kiki? ¿Por qué no me dijiste que no?
Aunque fuera una mentira quisiera… Saber que negarías esa opción, pero eres igual que todos nosotros, tenemos el deseo de proteger el bien, la tierra, a Atena.