Pasaron algunos días, y justamente mañana los jóvenes de bronce se irán a donde quieran.
Cada uno ha hablado sobre donde quieren ir.
Seiya regresara a Japón, sigue buscando a su hermana, espero que tenga suerte y logre encontrarla.
Shun tengo entendí ira con Seiya.
Shiryu a los cinco picos, con el viejo maestro, dejo escapara un suspiro, pensando en cómo sería si nos hubiéramos conocidos unos años antes.
Había pensado en él, para lo que voy hacer, pero el viejo maestro está obligado a acudir como todos los caballeros y posiblemente no se quedaría quieto.
Por último sé que Hyoga volverla a donde su madre descansa.
Creo que lo comprendo en cierta forma.
Mi única idea en este momento, es que no me cuestione por qué hago esto y solo lo acepte.
-¡¡¡MAESTRO!!! ¡¡¡¿DE VERDAD ME DEJARA IR CON SEIYA A JAPÓN?!!!- Esa dulce sonrisa, sus ojos brillantes… Mi pequeño no se imagina que posiblemente esta es la última vez que nos veamos.
Debo guardar la compostura y calmarme, si no se dará cuenta.
-Si- Contestó algo serio, pero demuestro una sonrisa, posiblemente la más fingida que pude dar –Por favor no le causes muchos problemas- Le advierto acariciando sus rojizos cabellos.
-No se preocupe maestro Mu- Cierra sus ojos y oculta sus manos detrás de la espalda –Me portare muy bien, obedeceré a Seiya en todo y le prometo traerle algo- Me abrazo con fuerza después de decir esas dulces palabras.
No me pude resistir y le devolví el abrazo lo más fuerte posible sin lastimarlo, me duele el corazón… Sé que hago lo correcto, pero… Me lastima… No quiero que se aleje de mí, pero… No existe otra forma, no quiero que corra el mismo destino que nosotros, quiero que tenga una oportunidad de vivir.
Retengo mis lágrimas, no derramare ninguna hasta que este solo.
Me separado de mi pequeño, pero no dejo de sostener sus hombros -¿Qué quieres cenar?- Lo miro detenidamente, me doy cuenta que creció, aun me pregunto cómo es que ha llegado hasta donde esta… Yo… No creo que hiciera gran cosa.
-¿Puede preparar momos dulces?- Junta sus manitas delante de su pecho, suplicándome ese pedido.
Usualmente no lo haría, porque luego no duerme, pero… Lo quiero complacer, solo por esta vez.
Asiento con mi cabeza, dedicándole la mejor sonrisa, y ambos nos dirigimos a la cocina.
Kiki esta tan acostumbrado a cocinar conmigo, que lo hace con gusto.
Si pudiera cambiar el destino, lo haría… Pasar más tiempo contigo es lo único que quiero.
Disfrute cada momento a su lado, deje que rellenara los momos con la cantidad de dulce que quisiera, no negare que el sabor de este platillo, fue uno que me gustó tanto.
Pero al terminar me dejo un sabor amargo, sé que no fue en si la comida, si no… Lo que viene, no puedo dejar de pensarlo.
Solo verlo, hacer cualquier cosa, me hace lamentarme, que será la última vez.
Debo seguir sonriendo, hasta que me despida de él.
Hicimos la misma rutina de cada noche.
Salvo que en esta ocasión, yo…
-Kiki-
-¿Si maestro?- Ladeo su cabeza, algo confundido.
-¿Quieres dormir conmigo hoy?- Hago esta peculiar pregunta, hace algún tiempo que ya no me necesita para velar su sueño, pero esta vez yo soy quien lo necesita.
Noto la confusión en sus ojitos, pero una sonrisa se dibuja en su cara.
-¡¡¡CLARO QUE SÍ!!!- Nunca espere esa reacción, dio un salto sobre su cama, para bajar de inmediato e ir en mi dirección.
Verlo actuar como un niño, disfrutar su vida de esa forma, me hace creer que hago lo correcto.
Nos dirigimos a mi habitación, nos acomodamos en mi cama, que tampoco es muy grande, pero ambos podemos descansar en ella.
Veo como bosteza, sonríe… Parece como si hubiera deseado volver a dormir conmigo, cuando era un pequeño, pero yo era quien le había dicho que ya era grande y dormir solo es lo que debe hacer.
En estos momentos me arrepiento de haber sido tan duro con él, pero es necesario.
No entiendes lo que hacen los mayores por ti, hasta cuando tu estas en su lugar y te das cuenta que hicieron lo mejor que pudieron y su amor es lo que cada acción guía.
Hablamos de algunas cosas, su entrenamiento, el que sigue sorprendido que sea un caballero dorado, me ha preguntado sí creo que lograra ser el siguiente Aries.
Todas sus dudas y conversaciones, las escuchó atentamente, quisiera grabarme su voz en mi mente.
Respondí de la mejor forma.
Pero… Como deseaba decirle que no tenía que ser un caballero dorado como yo, que no está obligado a hacerlo.
Más no seré yo quien le robe esa ilusión.
-Si entrenas lo suficiente, y pones todo tu corazón en ello- Acaricio su mejilla, brindándole una sonrisa, para animarlo, espero que así me recuerde siempre –Lograras ser todo lo que te propongas-
Me devuelve una dulce sonrisa, con un débil bostezo.
Esta demasiado cansado, entrenamos hasta la tarde y fue allí que le di la noticia.
-Buenas noches maestro- Me dice esto, cerrando sus ojos y acurrucándose en la cama, acercándose más a mí, como cuando era un infante, sujeta la sabana, apretándola con su puño.
Verlo dormir así a mi lado, me hace pensar en cuando era un bebe, como me necesitaba, siempre le dije que al estar conmigo yo lo protegería.
Ahora… No soy más que un mentiroso… Yo no lo seguiré haciendo.
Ni siquiera sé que lo llegue hacer alguna vez.
Me acomodo cerca, teniéndolo de frente, mirando su rostro, está durmiendo lo pudo notar, ha sido vencido por el sueño.
Verlo una última vez dormir a mi lado, me está quebrando el corazón, lo dejare solo… No puede ser peor, soy de lo peor.
En ese momento ya no me contengo más.
Solo cubro mi boca con mi mano, cierro mis ojos para dejar escapar mis lágrimas, pero no puedo dormir aun, quiero ver a Kiki todo el tiempo que pueda.
Mi rostro demuestra mis sentimientos, me desgarra que estará solo.