Umbral

Capítulo 1

La vieja camioneta de mudanzas ascendía con dificultad por el serpenteante camino de tierra que llevaba a la casa de la colina. Dentro, Elara apretaba el volante con nudillos blancos, una mezcla de excitación nerviosa y una inquietud indefinible revolviéndole el estómago. A su lado, Liam, su esposo, intentaba aligerar el ambiente con un optimismo que a Elara le sonaba forzado.

—Vamos, cariño, es perfecta. Aislada, espaciosa, con ese aire rústico que tanto te gusta para tu estudio de pintura —dijo Liam, pasando un brazo por sus hombros.

—Lo sé, es solo que… hay algo en ella —respondió Elara, sus ojos fijos en la silueta de la casa que comenzaba a recortarse contra el cielo plomizo de la tarde—. Una sensación.

Leo, su hijo de siete años, dormitaba en el asiento trasero, ajeno a la tensión sutil entre sus padres. Habían invertido todos sus ahorros en aquella propiedad, buscando un nuevo comienzo lejos del bullicio y la contaminación de la ciudad, un lugar donde Elara pudiera encontrar inspiración y Leo crecer rodeado de naturaleza. La casa era una ganga, sospechosamente barata, pero el agente inmobiliario había atribuido el precio a su aislamiento y la necesidad de reformas.

Al llegar, el crujido de la grava bajo los neumáticos pareció resonar de forma antinatural en el silencio opresivo que envolvía la propiedad. La casa era imponente, con una arquitectura victoriana que alguna vez debió ser elegante, pero que ahora se mostraba decrépita y melancólica. La pintura descascarada colgaba como piel muerta y algunas ventanas estaban entablilladas.

—Un poco de trabajo y quedará como nueva —aseguró Liam, aunque su voz carecía de la convicción de antes.

Descargaron lo esencial, planeando que la mudanza principal llegara al día siguiente. El interior era oscuro, impregnado de un olor a humedad, polvo y algo más, algo orgánico y ligeramente dulzón que Elara no pudo identificar. Los muebles de los anteriores inquilinos, cubiertos por sábanas blancas como fantasmas en reposo, añadían un aura espectral al lugar.

Mientras Liam inspeccionaba la fontanería, Elara deambuló por las habitaciones. Cada crujido del suelo de madera bajo sus pies parecía una exhalación contenida. Las paredes, empapeladas con diseños florales desvaídos, parecían observar. En el salón principal, una enorme chimenea de piedra dominaba el espacio, su hollín antiguo como una cicatriz negra. Fue entonces cuando lo oyó por primera vez: un susurro, tan leve que podría haber sido el viento colándose por alguna rendija. Pero no había viento.

—¿Liam? —llamó, su voz apenas un hilo.

No hubo respuesta. El susurro volvió, esta vez más claro, como una voz infantil tarareando una melodía discordante. Provenía de arriba.

Con el corazón martilleándole el pecho, subió la crujiente escalera. El segundo piso era un laberinto de habitaciones vacías y pasillos oscuros. El sonido la guio hacia una puerta al final del corredor, una puerta con un candado herrumbroso. Era la habitación del ático de la que hablaba el prólogo, aunque ella aún no conocía su leyenda.

—¿Hola? —susurró, acercando la oreja a la madera fría.

Un golpe seco resonó desde el interior, haciéndola retroceder de un salto. Corrió escaleras abajo, encontrando a Liam en la cocina, quien la miró con preocupación.

—¿Qué pasa? Estás pálida como un fantasma.

—Creo que hay alguien arriba. En el ático. Oí… oí algo.

Liam frunció el ceño. Subieron juntos, pero al llegar al ático, el silencio era absoluto. El candado seguía en su sitio, intacto.

—Debe haber sido el viento, Elara, o la casa asentándose. Es vieja, es normal que haga ruidos.

Elara quería creerle, pero la melodía infantil seguía resonando en su mente, y el golpe seco había sido demasiado real. Esa noche, mientras Leo dormía profundamente entre ellos en un colchón improvisado, Elara yacía despierta, escuchando los mil susurros de la casa, sintiendo cómo el eco de sus paredes comenzaba a filtrarse en su cordura. Y en la oscuridad, le pareció ver una pequeña sombra moverse fugazmente en el rincón más alejado de la habitación, justo antes de desaparecer.



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En el texto hay: misterio, horror, suspenso

Editado: 12.05.2025

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