Prólogo.

—¡¿Es que no entiendes que puedes arruinar tu vida?! —chilló la tía Susan cuando ya estaban en el auto—. ¿No entiendes que eres una menor de edad? ¿Qué las personas acaban mal? ¿Quieres ser cool? Pues más cool serás cuando te vayas a la casa de tu madre, allí sí serás cool.
—Pero no fue mi culpa...
—Maldita sea Alai, casi te meten a la cárcel. Fue tu culpa o no, tenías que mantenerte al margen de la situación.
—Pero es que yo no sabía lo que estaba sucediendo...
—¿Cómo no vas a saber sí Ellie y Melissa son tus grandes amigas?
La tía Susan le dirigía una mirada penetrante a Alai en busca de una respuesta, pero cuando se dio cuenta que no obtendría nada, se llevó las manos  la cara y suspiró agotada.
—Le diré a Elena lo que ha sucedido, creo que ahora si te has pasado con tus acciones y ya verá ella y Richard que harán contigo.
—No quiero irme a ese pueblo de quinta en el que vive Elena y su marido, mucho menos me quiero ir a Barcelona con Richard. ¿Y qué pasará con mis amigos? ¿Sabes lo que cuesta encontrar amigos de verdad?
—¡¿Y tú crees que esos son amigos?! ¡¿Eh?! —grita—. ¿Crees que es de amigos de verdad echarte de cabeza y que te manden a la cárcel solo a ti y a Katy porque a ellos no les encontraron con evidencias? Tú eres buena Alai, bondadosa e inocente, por no decir estúpida.
—¿Y qué pasó con Kyle?¿Por qué no estaba contigo? —pregunta la tía Susan después de unos minutos conduciendo.
Alai traga duro y mira hacía la ventana para no ver a su tía.
—Ayer lo vi con Sharon.
Había sido un fin de semana duro. Sus amigas casi morian, y había visto como Kyle se besaba intensamente con puta-Sharon en un maldito video en el que los habían etiquetado en facebook, pero que el amor fallara no era nuevo para Alai. Es más, ella más que nadie sabían que el amor solo es una ilusión y que si encuentras a tu alma gemela en estos tiempos es por pura suerte.