Umbral de la adolescencia

Capítulo 1.

Conocerte e interesarme.

 

Lunes 13 de octubre de 2014.

 

 

Alai.

No por haberme mudado desde Edimburgo a las Highlands hace ocho meses quiso decir que mi historia había comenzado. Bueno, no en ese preciso momento. La verdad es que mi vida sí había cambiado mucho cuando me mudé y empecé a “convivir” con mi madre. Y sí, me atrevo a escribirlo con comillas ya que mi madre nunca pasa en casa. Los días de semana ella siempre llega hasta altas horas de la noche y siempre se va muy temprano a su trabajo. El fin de semana: sábado día de spa, domingo videollamada con Edgar (su nuevo marido y el dueño y señor de la casa en la que vivimos). Es cierto que la veo muy poco, pero Edgar tiene una casa enorme que necesita de un personal de limpieza y cocina: Teodora. Y con ella viene agregada Luna, su hija y mi gran amiga. Ambas tenemos dieciséis años y ambas asistimos a la misma escuela. La Inverness Royal Academy, nada serio como me lo imaginaba. También el gran cambio que había en mi vida era mi padre, ya que no hablábamos desde hace casi tres años y con todo lo que sucedió, el incidente que me hizo cambiar de una gran ciudad a una pequeña ciudad bien al norte de Escocia, fue motivo “suficiente” para que me “prestaran” atención. Recibo llamadas de él cada fin de semana, pero es extraño volver a hablar con él. Él y yo no somos las mismas personas desde que nos separamos. Él se quedó en Portugal viviendo su vida de soltero manejando su empresa y yo me fui a Edimburgo a vivir con la tía Susan ya que mi madre también quería vivir su vida de soltera en Inverness. Agregado el desarrollo, la pubertad, las amistades, yo ya no era esa niña pequeña de diez años a la que no la podían despegar de su amado padre. 

Pero el caso es que, tengo ocho meses viviendo en Inverness y todos los días son un completo ciclo, como un reloj, como un cronómetro. Siempre hago las mismas cosas a la misma hora y si es posible en los mismos minutos. Me despierto todos los días a la misma hora vaya a estudiar o no. Voy al instituto cinco veces a la semana en donde tengo las mismas materias a la misma hora. Los almuerzos son lo mismo, lo unico que varia es el postre, pero de lo contrario todos es igual. La misma gente, las mismas actitudes, los mismos gritos, carcajadas y chillidos. Ver todos los días al profesor asqueroso de historia que me odia y que el sentimiento que tengo por él es mutuo. Ir a casa lo más temprano que pueda sin detenerme en nada. Ver Criminal Minds en la televisión por cable y un poco de noticias porque a Luna le vuelan esos programas. Comer la cena. Estudiar y hacer la tarea con Luna porque sino nunca la haría por mi cuenta. No por ser incapaz, más bien por pereza. Desde que estoy en Inverness mis calificaciones no están nada mal, pero eso es gracias a Luna. A decir verdad ella ha sido de gran influencia para mi. Esta vida tan normal que llevo no se parece en nada a la que tenía en Edimburgo con mis amigos, aunque prefiero no saber nada de ellos y de sus mentiras, la verdad es que extraño una vida emocionante, llena de adrenalina. Aún no sé si es esta ciudad pequeña la que me deprime o si son todas las personas que conozco que me aburren. Nada ni nadie valía la pena como para iniciar a relatar una historia. Sin embargo, un día, a finales del primer semestre, ese día conocí a Andy, y el valió toda la pena.

Ese día Luna y yo teníamos evaluaciones y ambas nos fuimos en mi automóvil hasta el instituto. No era necesario ya que yo vivo a cinco kilómetros, pero hay veces nos damos ese lujo por pura comodidad. Como siempre, Luna iba repasando cada maldita fórmula de su examen de física y yo iba escuchando música tranquila y golpeando el volante de vez en cuando. Cuando llegamos al parqueo ella se fue deprisa y me dejó a mi metiendo todos mis libros a la mochila, por que sí, el asiento de atrás de mi auto es donde pongo todo. Como todos los días, me tomé mi tiempo arreglando todo, total no iba justa de tiempo. Y como todos los días, llegó Chris a esperarme para entrar juntos a la primera clase.

Chris es un chico guapísimo y es mi amigo. Siempre estaba todas las mañanas en el estacionamiento desde que nos conocimos.

— Buenos días, Alia —dice cuando abro la puerta del automóvil, pero no salgo.

—Buenos días a ti, Chris —saludo mientras saco mi bata de laboratorio para química y luego sujeto mi mochila.

Me veo una última vez en el espejo retrovisor y saco las llaves para hoy sí, salir. Chris me pasa un café que siempre compra para él y para mi y comenzamos a caminar hasta la entrada. Hasta ese momento no había nada que se saliera del lugar, todo esto formaba parte de mi rutina. Chris era igual que Luna en el sentido que eran muy retraídos y muy introvertidos. Chris tenía una doble vida en el instituto y en la ciudad, sé que él sale más que nosotras, pero nunca me invita a esas salidas secretas por la ciudad, tampoco es que se lo haya pedido o le haya preguntado por ellas. Es más, Chris nunca mencionaba nada de su vida fuera del instituto. Se que vive con su madre y con su padre y que es hijo único, pero nunca he ido a su casa, es él el que siempre va a mi casa. No hay novias solo chicas con las que coquetea en el instituto. A él le gusta estar con diferente chicas del instituto, probablemente ha estado con la mayoría de estas. El que fuera tan frío y pedante solo le sumaba más puntos y siempre conseguía tener una que otra chica en el laboratorio de ciencias físicas, que solo lo ocupaban el dia viernes. No se de sus pasatiempos porque casi nunca hablaba. Chris es una persona muy reservada y el único lugar en que siempre lo podía encontrar era en el cuarto del conserje que estaba muy alejado de todas las aulas y tiene una ventana con vista al bosque. No hablaba mucho conmigo y yo tampoco es que hablara mucho con él. Cuando lo conocí fue en ese mismo cuarto y yo me encontraba llorando por cosas que me pasaban, era mi primer día de escuela, tenía una semana de haberme mudado. Chris me escuchó todos los problemas que acarreaba y no me juzgó aun que yo sabía que tenía mucha culpa de ellos. La confianza que me dío en ese momento no lo había sentido nunca con nadie, y él tampoco es que se haya mostrado tan reacio de emociones. Me dijo que mi vida era jodida y le dí la razón. Nunca me dijo que las cosas cambiarían y que mejoraría porqué él es realista y sabe que la vida y la adolescencia no es así. La amistad que tenemos es muy especial para ambos.




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