Umbral de la adolescencia

Capítulo 2.

“Fin del ciclo I”

 

Viernes 17 de octubre de 2014.

 

Alai.

Al fin había llegado viernes y no puedo estar más feliz con eso. Ahora los viernes para mi significan dormir y pasar todo la noche viendo películas de terror. Más ahora que habían acabado los exámenes de mes, Luna se iba a sumar a mi noche de desvelo para que las dos la convirtieramos en una “desenfrenada” pijamada. No las teníamos muy seguido, pero todas eran muy divertidas. Nos hacíamos mascarillas y nos hacíamos las uñas. Siempre poníamos la música alta y cantábamos alto. Casi siempre Teodora venía a callarnos diciendo que mi madre tenía que descansar. Cuando esto pasaba, le bajábamos a la música y nos poníamos a hablar de todo, a reírnos de cualquier cosa.

—¿Has visto que todas están locas por el chico nuevo, ese tal Andy? —pregunta Luna en el transcurso de la noche mientras se lleva una gomita a la boca.

—Sí, y Olivia se le lanzó el primer día que llegó. No es algo extraño, pero fue muy rapido —cuento lo que ocurrió el lunes al finalizar la clase de literatura—. Olivia se le acercó y le preguntó si querían ir al Blue a beber algo. Andy le dijo que no, que estaba ocupado. Hubieras visto la cara que puso Olivia —me carcajeo un poco cuando recuerdo la cara roja de Olivia y la risita que soltaron sus amigas—. Y de ahí una serie de chicas le han estado pidiendo salir con él o tomar el almuerzo con él. 

—Creo que es por la fachada de chico malo que tiene. Yo creo que es hipster o algo parecido. Por que si bien es un chico frío, también es muy amable y todas sabemos que eso nos vuela —añade Luna.

—Hasta Chris —murmuro.

Lo quería decir para mi misma, pero al parecer Luna alcanzó a escucharme.

—¡¿Qué Chris qué?! —exclama con los ojos en órbita.

Luna estudio con Chris en la misma primaria, así que lleva conociendo a Chris ya por muchos años. Creo que se le hace casi imposible imaginar al chico más simple de todo el instituto interesado por un chico nuevo. Y a decir verdad, yo tampoco lo puedo creer. Llevo conociendo a Chris por ocho meses y nunca lo había visto pendiente de otra persona o hablandome sobre alguien más. Sé que Chris es un chico muy popular con las mujeres, y se de su larga lista de polvos, pero nunca lo había estado de un chico. 

Luna me contó que ella estuvo interesada por Chris por un tiempo, pero que dejó de estarlo cuando se enteró que me acostaba con él de vez en cuando. Supongo que esta noticia hace que cambie la imagen que ella tiene sobre él, otra vez.

—Es que no lo sé, Luly. En literatura e historia que son las materias que tenemos los tres juntos, él se la pasa observando a Andy. Y ahora sólo me habla para decirme algo sobre él. Fijate en historia y me dices.

No eran miradas fugaces y simples. En realidad lo miraba por largos minutos. Y los comentarios sobre Andy eran de su cabello, su olor o sobre la sospecha que tenía de que Andy usaba bálsamo de labios porqué es imposible que un chico tenga los labios muy rosados y brillantes.

Levanto mi mano para dejar estar esta conversación. Hay que restarle importancia a este asunto. No le hago feos a su nueva actitud y no quiero que se malinterprete mi asombro. 

Luna entiende mi señal y se levanta para coger un esmalte color azul metal que estaba tirado en la alfombra gris de mi habitación. 

Escuchamos como mi puerta se abre y luego escuchamos los pasos de unos tacones amortiguados por la alfombra. Mi habitación tiene un pasillo pequeño en el que se encuentra mi baño y mi closet, al final de este esta un cuarto donde se encuentra mi cama, mi escritorio y unos cuantos muebles más que tengo. Mi madre aparece a nuestra vista y la veo un poco cansada.

—Hola Luly, no te había visto toda la semana —. Como siempre mi madre saluda primero a Luna. Elena —mi madre— siempre tiene una sonrisa de cariño para Luna—. ¿Cómo te fue en las pruebas, querida?

—Pues bien, Elena. Creo que la siguiente semana nos darán los resultados. —Luna le regala una sonrisa también, sólo que menos resistente a la que le dio mi madre a ella. 

Luna siempre se ponía incomoda cuando le prestaban más atención, ya que era más que obvio que mi madre me estaba ignorando.

—Que me alegro, espero que den ya las calificaciones para poder felicitarte con algo que te he comprado. —Elena le compra cosas a Luna desde siempre.

Cuando vine a Inverness me sentía como una intrusa, no solo porque la chica de ciudad grande había llegado a la ciudad de pueblo, sino que fue por mi propia madre. En la casa, Luna parecía más la hija que yo. Es como si solo fuera una adoptada por caridad. Pero nunca se lo he dicho a mi madre, ni a Teodora, ni a Luna.

—Por cierto, Alaide, tu padre me dejó un correo electrónico diciendo que vendrá mañana para verte. Dice que lo vayas a recoger al aeropuerto a las once de la mañana. —Mientras Elena dice esto, hace una cara muy marcada de incomodidad, debido a que ella no tenía comunicación con mi padre desde que me expulsaron de mi antigua escuela y se pusieron de acuerdo que lo mejor sería que ya no viviera con la tía Susan.

—Está bien —digo tomando mi almohada en forma de flor y me cubro con ella—. ¿Y tú qué?

—Mm bueno, yo me iré a una junta a Glasgow toda la semana. Puedes decirle que se quede a dormir aquí mientras yo no estoy. —Elena encogió los hombros—. A parte, Luly, cariño, tu madre me ha dicho que ha muerto una amiga de la infancia suya y ahora tuvo que ir a Ullapool, dice que se quedará unos cuantos días ahí. Así que ustedes serán las encargadas de la casa.

—¿Mi madre no quiso que fuera con ella? —Luna me contó que su madre tiene una sola amiga y es la amiga de la infancia. Sienna le habla a Luna una vez a la semana también.




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