La tenue luz de la luna llena apenas y era suficiente para iluminar aquella peculiar escena, dos hombres de extraña apariencia en medio de una solitaria calle, el viento soplaba con delicadeza, parecía como si el mundo se estuviera deteniendo pues no había ni el más mínimo ruido. Los ojos escarlata de Amadeus miraban fijamente al hombre misterioso sentado sobre el auto, por su parte el hombre solo se limitaba a sonreír y ya que llevaba puestos unos lentes oscuros no se podía percibir con exactitud hacia donde estaba mirando.
—Y bien ¿Qué es lo que quieres conmigo? —Dijo Amadeus para finalmente romper el silencio, su voz no denotaba emoción a diferencia de sus ojos los cuales reflejaban una ira profunda.
—No te hagas el tonto basura, tú bien sabes porque estoy aquí.
—Ni siquiera se quién eres ni mucho menos a que has venido, ahora si le permites debo regresar a mi hotel, me han dicho que no es seguro deambular por las calles a altas horas de la noche.
—¡Pedazo de mierda! —Exclamó el hombre misterioso mientras bajaba de un brinco del auto —¿Te crees muy gracioso? Eres un maldito vampiro, te hemos seguido el rastro por toda Europa y sabemos que has asesinado mucha gente
—¿Y supongo tendrá pruebas de dichos asesinatos? —El hombre misterioso no respondió, su expresión había cambiado de una larga sonrisa a una totalmente seria, por el contrario Amadeus se notaba más tranquilo, el color escarlata en sus ojos se había desvanecido mientras que comenzaba a formarse en su rostro un ligera sonrisa de confianza —Eso pensé, si no hay nada más que tratar me retiraré.
—¿Crees que puedes salirte con la tuya? Muy bien vampiro, juguemos. Cuando cometas el más mínimo error estaré ahí para desollarte como el animal que eres —El hombre misterioso dio media vuelta y comenzó a caminar lentamente mientras metía sus manos en los bolsillos.
—Una última cosa ¿Quién eres maldito cazador?
El hombre misterioso se detuvo al oír la pregunta, lentamente giro la mirada hacia Amadeus y sonrió.
—Todos me conocen como “vagabundo” —Finalmente el hombre se volteo y continúo su camino para desaparecer en medio de la noche. Amadeus hizo lo propio y aprovechando la poca luz lunar se dirigió a su hotel. Mientras caminaba, Amadeus trataba de acomodar sus ideas, aquel misterioso hombre era un cazador cuyo nombre clave era vagabundo, lo que le inquietaba de ese hecho era para que organización trabajaba pues si se trataba del Vaticano realmente se había metido en problemas, repentinamente una voz interrumpió sus pensamientos.
—Debiste asesinarlo y lo sabes —Una misteriosa figura apareció al lado de Amadeus, se trataba de un hombre de piel pálida y ojos escarlata, tenía rasguños por todas partes así como su ropa rasgada y cubierta de sangre. Poco a poco otras figuras se le fueron uniendo, todas con un aspecto similar, había desde niño hasta ancianos, hombres y mujeres todos ellos caminando al lado de Amadeus o a su espalda.
—No era necesario matarlo ahora, aún debemos extraer más información y…
—¡No! —Gritaron todas las voces en coro, entonces todas comenzaron a hablar simultáneamente, algunas maldecían otras lloraban mientras que unos más trataban de dar algún consejo, ante todo este ruido Amadeus simplemente siguió su camino, ya se había acostumbrado a oír las voces durante un largo tiempo por lo cual sabía que no debía hacerles caso en la mayoría de los casos, sin embargo cada que daba un paso hacia su hotel las piernas le temblaban, su corazón latía con mayor rapidez y sus ojos nuevamente se tornaron color escarlata, el oír por mucho tiempo aquellas voces le causaba un enorme dolor ya que todas las siluetas que lo seguían eran de personas que el había conocido y a las que les había fallado.
Después de un rato caminando Amadeus no pudo más, se detuvo entonces a mirar la luna en silencio, muy poca gente caminaba por las calles al igual que una mínima cantidad de autos pasaban por ahí. Amadeus apretó los puños, sabía lo que debía hacer pues conocía la única forma en que las voces callarían y esa era liberado su odio con aquellos que los habían vuelto tan desgraciados, los humanos, aquellos seres despreciables, criaturas de naturaleza egoísta, destructiva y estúpida, fueron ellos los que llevaron a su especie al borde de la extinción arrebatándole también todo lo que amaba.
La noche comenzó a nublarse cubriendo así la luz de la luna para que las calles se cubrieran de oscuridad, era el momento perfecto y Amadeus lo sabía, entonces la presa perfecta se presentó: una joven mujer de no más de 25 años, llevaba puesto un vestido negro y un saco rojo, caminaba lentamente pues traía puestos un par de tacones que le impedían avanzar con mayor velocidad, volteaba a todos lados mientras caminaba para percatarse si alguien la seguía, fue entonces que cruzó la mirada con Amadeus, al verlo rápidamente entendió la situación entonces comenzó a caminar más rápido pues sabía que aquel hombre era peligroso. casi corriendo la chica se alejo a la par que buscaba en su bolsa su gas pimienta, nunca antes había tenido que usarlo pero a varias de sus amigas les resultó útil para alejar a acosadores, después de algunos minutos caminando se detuvo para recuperar aliento, no había escuchado que la siguieran por lo que ya debía haber dejado atrás al peligroso hombre, aún así decidió voltear para asegurarse de que ya no estuviera a su alcance sólo para darse cuenta de lo peor: El misterioso hombre estaba a sus espaldas. D
Antes de que pudiera reaccionar Amadeus tapó la boca de su víctima para luego clavar la punta de su mano en la espalda de la mujer, su mano parecía un cuchillo afilado que se metía lentamente en el cuerpo de la chica quien no podía moverse del miedo para solamente llorar. Amadeus cogió a la chica para llevarla a un edificio en construcción que estaba cruzando la calle, ella comenzaba a reaccionar, forcejeaba para liberarse de su agresor pero era en vano ya que la fuerza de este era mucho mayor, tampoco podía gritar por ayuda y lo único que le quedaba era sumirse en desesperación. Amadeus lanzó a la chica con fuerza hacia el suelo quien emitió un grito de dolor al golpearse con ésta, la siluetas de tras de Amadeus miraban con odio al igual que este sin embargo la mujer no podía verlas. Lentamente Amadeus se acercó a la chica quien estaba temblando del miedo además no podía parar de llorar.
—¿Qué es lo que quieres? —Preguntó entre llanto la joven mujer
—Tú vida y la de todos los de tu especie —Respondió con tranquilidad Amadeus quién tenía una expresión totalmente seria en el rostro.
—¿Eres un demonio?
—Oh no, soy algo mucho peor.
Amadeus se lanzó sobre la chica, clavo su mano una y otra vez en el abdomen de la mujer quien no paraba de llorar ni de gritar por ayuda sin saber que sus gritos carecían de fuerza, las manos de Amadeus eran como dos afilados cuchillos clavándose en un trozo de carne, Amadeus sonreía ligeramente, los humanos no tenían mucho valor para él y sólo quería vengarse de ellos. Después de un rato Amadeus paro, se limpio las manos con un pañuelo para finalmente sonreír, toda aquella sangre derramada por el suelo había abierto su apetito, entonces afilo sus colmillos para acercar su boca al cuello de la mujer y comenzar a succionar la poca sangre que quedaba en su cuerpo. La chica apenas y respiraba, su vista comenzaba a nublarse y también escuchaba cada vez menos, al sentir los fríos colmillos de sua agresor en su cuello no pudo más que sonreír pies finalmente lo entendía todo.