Parece que va a llover, este día iba de mal en peor. Mi madre me abandonó y por culpa de ella sus malditas deudas de mierda; mi padre se fue con la otra. Quien lo pensaría.
Tomé mis cosas.
Era el último día de clases de este trimestre y me iría a la puta. Con el pago extra de mi trabajo pagaría algunas cosas.
Cambiar algunas cosas.
Cambiar... Toda mi vida.
-O-oye-. escuché que alguien se dirigía... ¿A mí?
-Si.
-Me das tu número, guapo. -
- ¿Disculpa? - respondí
¿Qué clase de joven haría eso?
Pedirle a un total desconocido su número.
Tomé una postura derecha y miré hacia atrás. Y era un niño pequeño.
- No sé quién eres o qué clase de enfermedad tengas, pero, ¿Qué edad tienes? - antes de que me demanden por acoso.
Aquella pulga se puso de puntitas y me coloco un pico en mi labio inferior.
- Me gustas. Desde ese día. - sus pequeños ojitos se iluminaron cuál cachorro. - Yeos te quiero como no te imaginas. Bueno. Bye.
Ok... Fue raro, lo más raro que me ha pasado.
Desde ese día me lo encontraba en todo el camino. De vez en cuando un pico pero nada de ahí más.
Faltaba una semana para irme a Italia.
- Guapo-. era ese tal Lao.
Alce mi vista y el me tomo de mi corbata. Me bajo y con mucha euforia me plantó un beso en el cachete.
- ¡YA! - lo empuje, pero sin hacerlo caer. - Por favor déjame ya. No me gustas ¿Sí?
-Pero a mí sí. - y con una sonrisa gatuna hablo. - Quiero ser la luz de tu obscuridad.
Me empecé a alejar.
- ¡ME GUSTAS Y SERÁS MI ESPOSO, MÍ PRECIOSOOOO!
Solo me reí. Y caminé.
¿Lao? Sí, tal vez.
La rutina que tomaba aquel chico era monótona. Pero desde esa tarde no se olvidaba del chico extraño con hijos rasgados y pequeños lunares.
Aquel chico que pasaba a recordarle cuánto lo amaba, admiraba y quería de una manera tan suya.
Que, aunque nunca se negó a sus mini besos. Podría decir que medio le gustaba. Pero no.
- ¿Hola? - respondió el teléfono.
-Joven Yeos. Disculpa mi atrevimiento, pero... Su madre.
- ¿Qué con ella?
-Si va a venir a su lado a ocu-...
- Dile de mi parte que se vaya a la mierda. Que sus deudas de ella y ese tipajo no es mi asunto. Y no moveré ni un dedo.
... No.
- ¿Está seguro? - preguntaron a través del teléfono.
El miro hacia atrás y visualizo un chico pequeño.
-Si.
Un 11 de septiembre.
Alguien decidió cambiar un poco su vida. Su círculo social.
Por una pequeña pulga.