El sol de la mañana se filtraba a través de las cortinas, llenando la habitación de una cálida luz dorada. Daelyn se despertó sintiéndose más ligera, como si la carta que había escrito a Marco la noche anterior hubiera liberado una parte de su dolor. Se levantó con una nueva determinación, lista para enfrentar el día con una actitud renovada.
Después de preparar el desayuno, decidió llevar a Sofía a la guardería, un lugar donde ella y Marco compartían para llevar a la pequeña Sofía. Era un pequeño paso aquel momento, hacia la creación de nuevos recuerdos, sin dejar de honrar los antiguos. Mientras caminaban, Sofía saltaba alegremente a su lado, su risa llenando el aire.
Al llegar a la guardería, allí se despide de ella y la deja con su maestra. Al salir de la institución, Daelyn se sorprendió al ver a Mariana esperandola a la salida, estaba leyendo los manuscritos, que Daelyn le habia facilitado. Ella levantó la vista y le sonrió.
—¡Buenos días! —dijo Marian, cerrando el cuaderno que le había dado a ella y poniéndose frente a ella—. ¿Te gustaría tomar un café y hablar de esto? —le mostró su cuaderno en el aire.
Daelyn asintió, agradecida por la compañía de Marina y para hablar se sus manuscrito. Fueron a la cafeteria a una cuadra de la guarderia. Se sentaron juntas y pidieron sus bebidas. Mientras esperaban, la mesero Mariana le dice a Daelyn.
—¿Cómo estás hoy? —preguntó ella, mirándola con interés.
—Me siento mejor —respondió Daelyn sinceramente—. Es como si una carga se hubiera levantado de mis hombros.
Mariana sonrió, asintiendo.
—Me alegra escuchar eso. Todos necesitamos encontrar nuestra manera de seguir adelante. Pero ahora necesitamos hablar de lo que te dije antes sobre tu manuscritos.
Las dos pasaron la mañana conversando y riendo, disfrutando de la compañía mutua. Daelyn se dio cuenta de que, aunque el dolor de la pérdida nunca desaparecería por completo, podía encontrar momentos de felicidad y paz. Y esos momentos eran los que le daban fuerzas para seguir adelante. Y con aquella propuesta de publicar un libro está meditandolo.
A medida que los días se convertían en semanas, Mariana y Daelyn comenzaron a pasar más tiempo juntas, no solo en el parque, sino también en otros lugares. Se hicieron amigas inseparables, y sus risas llenaban los días de alegría. Daelyn se sorprendió al descubrir que su corazón, que una vez había estado roto, comenzaba a sanar.
Una tarde, mientras caminaban por los viñedos, Marina le dice.tomó la mano de Mariana. Ella la miró, y le dice.
—Hable con lo de editor, quiere publicar tu libro.
Daelyn sintiendo una mezcla de emociones y miedo, se quedó mirando el horizonte.
—Daelyn, quiero que sepas que estoy aquí para ti, en cada paso del camino, y el que vayas a emprender.—dijo Mariana, mirándola a los ojos—. No tienes que apresurarte ni sentirte presionada. Solo quiero que sepas que te apoyo y que estoy dispuesta a ayudarte.
Daelyn sintió una oleada de gratitud y cariño por Mariana. Sabía que ella entendía su dolor y que estaba dispuesta a ayudarla, sin importar cuánto tiempo tomara.
—Gracias, Mariana—respondió, apretando su mano—. Significa mucho para mí, que mi manuscrito le interese a alguien.
Mientras el sol se ponía en el horizonte, Daelyn sintió que un nuevo capítulo de su vida estaba comenzando. Un capítulo lleno de esperanza, amor y nuevos comienzos.
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Editado: 11.09.2024