El verano avanzaba, trayendo consigo días más largos y cálidos. Mariana y Daelyn continuaban fortaleciendo su amistad encontrando consuelo y alegría en la compañía de las dos. Sin embargo, a medida que su vínculo se profundizaba, también surgían nuevos desafíos para Daelyn.
Una tarde, mientras Mariana y ella paseaban por el por el viñedo, Sofía jugaba entra las vides, corría delante de ellas, riendo y jugando. Daelyn se sentía feliz, pero también inquieta. Sabía que tarde o temprano tendría que enfrentar sus miedos y tomar decisiones importantes sobre su futuro.
—Mariana, he estado pensando mucho últimamente —dijo ella, rompiendo el silencio.
Mariana la miró con curiosidad.
—¿Sobre qué amiga?
Daelyn suspiró, deteniéndose junto a Mariana.
—Sobre lo que me has dicho, sobre los que significa seguir adelante —dijo ella, mirando a su hija jugar—. No quiero apresurarme, pero tampoco quiero quedarme estancada en el pasado. Y de verdad lo he pensado mucho.
Mariana asintió, comprendiendo su dilema.
—Daelyn , no hay un camino correcto o incorrecto. Solo podemos seguir nuestros corazones y hacer lo que sentimos que es mejor para ti y para ti hija.
Dwelyn sonrió, agradecida por su apoyo.
—Lo sé, y estoy dispuesta a intentarlo. Pero también tengo miedo. Miedo de olvidar a Marco, miedo de no saber a lo que pueda enfrentarme cuando publique el libro.
Mariana tomó su mano, apretándola suavemente.
—No tienes que tener miedo, Daelyn. Todo el mundo lo tiene. Lo importante es que estamos aquí, juntas, y estás dispuestas a enfrentar lo que venga.
Las palabras de Mariana le dieron fuerzas. Sabía que el camino no sería fácil, pero también sabía que no estaba sola. Junto a su hija, familiares y amigos, podrían superar cualquier obstáculo.
Esa noche, después de acostar a Sofía, Daelyn se sentó en la sala de estar con una taza de té. Pensó en todo lo que había pasado en los últimos meses, en cómo había cambiado su vida. Decidió que era hora de hablar con su familia y amigos sobre lo que quería hacer, de compartir con ellos su decisión de seguir adelante.
Al día siguiente, invitó a su madre y a su mejor amiga, Laura, a tomar un café. Mientras se sentaban en la cocina, Daelyn sintió una mezcla de nerviosismo y determinación.
—Mamá, Laura, hay algo que quiero contarles —dijo, tomando un sorbo de su café—. He decidido publicar mi libro, hay una amiga que quiere ayudarme.
Su madre y Laura la miraron con sorpresa, pero también con comprensión.
—Daelyn, solo queremos que seas feliz —dijo su madre, tomando su mano—. Si publicar tu libro te hace feliz, entonces te apoyamos.
Laura asintió, sonriendo.
—Siempre estaré aquí para ti, amiga. Me alegra que hayas encontrado a alguien que te apoye y quiera ayudarte con su sueño de ser escritora.
Daelyn sabía que el camino hacia un nuevo comienzo no sería fácil, pero con el apoyo de su familia y amigos, estaba lista para enfrentar cualquier cosa en la vida.
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Editado: 11.09.2024