Al pasar los días me siento rota o quizá solo un poco descocida.
Te volví a perdonar y volví a escuchar muchos "Qué tonta, que ilusa, el jamás va a cambiar"
Mi mente se perdía, un mar de lágrimas llore anoche de nuevo, preguntándome cuanto falta para que podamos ser felices.
¿Que raro, no? Cuando estamos "Felices" no encuentro en donde meter nuestra felicidad y cuando me dejas me siento arder en las llamas del infierno.
Eres como una adicción, como si consumiera alguna sustancia y luego de momento la dejara, la diferencia es que tu me dejas, tu te alejas.
Ya había aprendido tu patrón de ir y volver, tres noches te ibas y luego volvías, me sentía herida y no te importaba, convivías, bailabas, jugabas mientras yo sufría, tu si vivías.
No aprendía, ¿que podía hacer?
...
Una vez pensé en el suicidio, las cosas estaba mal ¿que otra salida había?
Todo estaba mal, todo estaba tan oscuro ante mi visión, no se me ocurrió pedir ayuda.
El dolor dentro de mi era más fuerte que mis ganas de vivir.
A veces reía sin sentido, sin que hubiera algo gracioso, creo que es la manera en que tu corazón intenta sangrar menos, en que minimizas aquellos calambres internos.
El dolor en el pecho.
Fuiste un tiempo la persona más cariñosa conmigo, hacías que la vida doliera menos, quizá si yo hubiera tenido un poco de ego, tu y yo jamás hubiéramos echo historia en este universo.
Al narcisista no le gusta alguien con más ego.