Capitulo 1. Ya es hora

Hoy era un día genial, estoy en la fiesta de graduación, al fin terminé el instituto, mis notas fueron sobresalientes y fui la alumna más destacada de mi generación, estoy muy contenta y satisfecha con los resultados obtenidos en este último año.

Me siento el doble de contenta de decir que conseguí una oportunidad para estudiar lo que me apasiona, Historia, siempre me a gustado leer esos libros antiguos sobre como surgieron las grandes civilizaciones, las sangrientas batallas, los sistemas que rigen al mundo, las grandes guerras, y, no puedo estar mas feliz de decir que dentro de unos años si todo sale como lo esperado, seré una profesional en ello.

A mi alrededor todos estaban alegres excepto Alexander, un chico arisco y taciturno que nunca hablaba ni se relacionaba con nadie, sus calificaciones no habían sido las mas óptimas por lo que había visto cuando publicaron el escalafón oficial. Él no era de mi salón, pero desde que entré al instituto le miraba cada vez que tenía una oportunidad, me parecía una persona muy interesante, y no se por qué, él tenía algo que atraía mucho mi atención. Sabía que él también era consiente de mi existencia, pues en varias ocasiones nuestros momentos de acoso coincidían y nos quedábamos mirando un buen rato hasta que algún factor exterior rompía la conexión que siempre se creaba cuando cosas así sucedían entre nosotros, es como sí nos hubiésemos conocido de toda la vida porque nunca que me ha molestado ni incomodado su mirada y a el parecía que tampoco la mía.

Ha veces lloraba al acordarme de él cuando estaba asolas en mi habitación, y es que Alexander me provocaba tanta melancolía, porque él no tenía amigos - no que yo sepa, ni en la escuela, ni en el lugar donde vivía, y lo sé porque soy su vecina - siempre estaba sentado en alguna esquina mirando a la nada y en su mirada había una profunda tristeza, su presencia era tan desoladora que a los demás les provocaba alejarse y huir de ella, a todos menos a mí. Yo quería saber que le aquejaba, que era lo que le que no dejaba en paz a su alma, por eso decidí dejar las tonterías que ambos teníamos al siempre vigilarnos pero nunca hablarnos y tome la decisión de ir a su casa esta noche después de que acabara la fiesta de graduación, él vivía solo, su casa era tan grande que no me imagino la soledad que lo debe embargar al estar en ella.

-Estela que haces ahí parada, ven- esa es Taylor, mi mejor amiga desde que tengo memoria, su pequeña estatura le da un aspecto gracioso y muy alocado, al igual que su personalidad, es una de las personas en las que podía confiar ciegamente sin temor a ser decepcionada, creo que está demás agregar lo mucho que le quiero.

-Ya voy, solo me quedé pensando

-Estabas pensando en él verdad- sip, ella sabía de mi fijación con Alexander- ¿ya decidiste lo que vas a hacer?

-Sí, cuando acabe la celebración iré a si casa a hablar con él.

-Me parece bien haber si ya se dejan de tonterías- me dijo con semblante aburrido, a ella le molestaba que no tuviera la suficiente valentía de tomar la iniciativa de hablarle a Alexander- y bueno ya, ya he, hoy es el último día que vamos a pisar este odioso instituto,deberíamos sentirnos alegres y disfrutar de nuestra suerte, así que deja las baboserías para otro momento y vamos a bailar- si, está loca, y sí, odia la escuela, es muy intensa joder.

Las tres horas siguientes disfrutamos bailando sin parar, fue la mejor despedida que pudimos tener. Cuando llegué a mi casa, los pies no me daban para más, pero como había dicho que hablaría con Alexander si o sí ahí me encontraba frente a su casa, después de haber tocado el timbre insistentemente, pero nadie respondía, y cuando me dispuse a volver a tocarlo, la puerta se abrió y dio paso a su figura, que me miraba intensamente.