Un amor a la antigua

Capitulo 26

No se toca.

Blake

No me moví de mi lugar, todo mi cuerpo estaba tenso solo esperaba el momento en que Feddei viniera hacia a mi y me golpeara, pero no iba seguir permitiendo que a Karina la golpearan. Los hombres que estaban entrenando a mis amigos se alejaron de ellos y formaron una fila manteniendo la cabeza agachada en un signo de respeto para su líder, vaya mierda desde lejos se veía que le tenían miedo.

— Bravo Blake, al fin demuestras algo de agallas. — fruncí el ceño en su dirección confundido por su actitud. — una de las tantas reglas en esta organización es que jamás debes permitir que dañen a los tuyos, ¿cómo se logra eso?, fácil te tienen que tener miedo y respeto, debes demostrar que lo tuyo y los tuyos no se tocan. — sentencio serio en mi dirección. — aunque en realidad tenia destinado otra forma de que me lo demostraras pero acepto esto solo por que la has amenazado y le has dado ordenes en ruso, vas aprendiendo como son las cosas aquí.

— ¿No se supone que tenias asuntos que arreglar? — tome a Karina de la cintura para sentarla y revisar que tan grabes eran sus golpes.

— Cuida tu tono de hablarme niño. — lo ignore analizando con la mirada el rostro de Karina, necesitaba atender sus golpes, solo los del rostro tenían un aspecto terrible uno de sus ojos tenia un derrame de sangre. — a eso vine precisamente, mis asuntos son tus asuntos también.

— Tengo entendido hasta que no pase cada uno de tus estúpidos exámenes no me vas a dejar tomar el poder. — intente levantar la camisa de Karina para ver que tan grabe eran las patadas que la rusa le había brindado.

— Tienes tanto que aprender. — me tomo de los hombros y sin esfuerzo me jalo con el hasta la salida de donde estaban entrenado.

— ¡Quita tus asquerosas manos de mi! tengo que ver que este bien. — intente forcejear con el, pero por cada paso que yo daba para regresarme el me hacia retroceder tres.

— Y es precisamente por eso que tienes que venir conmigo.

No me dejo seguir ayudando a mis amigos, me metió a la gran mansión me encerró en una de las habitaciones, era parecida a mi habitación en New York, solo que con un estilo muy frio, en la gran cama pude ver que había un traje totalmente negro y zapatos.

— Báñate, y vístete te necesito abajo en quince minutos, no después. — y se fue dejándome en esa habitación.

Tarde unos minutos en entender que era una orden y aunque no quisiera obedecerlo no quería que Karina, Prien, Colton o mi familia pagaran las consecuencias. Me metí a la ducha y deje que el agua caliente me relajara un poco los músculos, tarde unos cinco minutos bajo el agua, salí con la toalla amarrada en la cintura, comencé a vestirme con el traje que habían dejado, parecía haber sido echo a mi medida ya que se ajustaba perfectamente a mis músculos en los brazos, a mi espalda, no había corbata así que opte por dejar un poco abierta la camisa sin abotonar los últimos botones de la camisa negra, me puse los zapatos, salí de la habitación con el saco en la mano bajando las escaleras viendo a Feddei portar un traje negro parecido al mío, solo que el llevaba una corbata vino, un puro en la mano y un reloj brillante, aún vestido así inspiraba miedo solo ver su estatura, la pose recta y retadora que portaba.

— Justo a tiempo. — hablo apenas me situé a su lado. — vámonos.

No dije nada, solo lo seguí por el pasillo a la salida de la mansión, intente buscar con la mirada a mis amigos, pero no pude verlos por ninguna parte, ya era de noche cuando nos subimos a una de sus camionetas, Feddei y yo veníamos en la parte trasera custodiados por unos tres hombres con aspecto intimidante, y otras cinco camionetas venían detrás de nosotros. 

— Póntelo. — Feddei me ordeno tendiendo una caja, la tome y abrí confuso, era un reloj parecido al de el, solo que en color oro, me recordó a las veces que Morgan se ponía sus relojes caros con brillantes para impresionar en entrevistas o cuando iba a cerrar negocios, los caros serios los guardaba para el uso cotidiano, pero siempre vestido de traje y un reloj, detuve mis pensamientos cuando el mafioso me hablo de nuevo. — No te acostumbres es solo por esta noche, te lo tienes que ganar.

Lo ignore mal humorado poniéndome el reloj, no iba a mentir diciendo que no me importaba traer esto, pero vaya claro que si, ocultaba mi sonrisa al verlo en mi muñeca izquierda, es muy superficial pero me hacia sentir más importante.

— No hables con nadie, sígueme a todos lados sin hacer preguntas o quejarte, cuando este con alguien y me dirija a ti solo asiente, ¿entendiste? 

Asentí levemente para que se callara y dejara de hablar, odiaba el olor a puro, soportaba el olor a cigarro pero odiaba este y mientras más hablaba más olor salía de su boca y lo dejaba en el aire. 

— ¿Qué si entendiste?

— Si no soy idiota.

— Me importa una mierda como te expresabas en estados unidos, pero aquí no eres el protegido de nadie, así que me hablas con respeto y no me haces señas de nada. — saco su arma y la dejo en mi sien, que no se cansa de amenazarme. — a mi me respondes con palabras, ¿entendiste? — tome aire y cerré los ojos por un momento, me estaba comenzando a hartar.

— Si. — y eso le basto para apartar su arma de mi, el resto del camino no hablamos más, tampoco me dijo a donde íbamos, no reconocía con facilidad las calles en la que nos movíamos en la camioneta, había pasado mucho tiempo desde la ultima vez que había estado aquí, me era difícil ubicarme en donde estábamos, hasta que la camioneta se detuvo frente a otra mansión.

Los hombres de Feddei bajaron y abrieron las puertas de cada lado de ambos para que bajáramos, el bajo con tanta lentitud que me pareció era para darle un aire de misterio, por mi parte baje despacio ya que aun dolía la herida que tenía al moverme, pude ver como más y más camionetas, autos de lujo llegaban y se iban dejando ver a gente vestida de gala.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.