Un amor a toda prueba

Parte 4

— Hija... huye... — susurró la mujer antes de quedar con los ojos abiertos, con una expresión de miedo por su pequeña, su mirada perdió brillo.

— ¿Madre? ¡¡MADRE!!

En ese momento, Plaga bajo la cabeza respetuoso por la muerte de la progenitora de su dueña. Esa tarde prepararon todo y la llevaron al cementerio, luego todas las mujeres del burdel volvieron a la casa. En la noche la ahora huérfana no podía dejar de llorar, Alía, cuando termino con su último cliente fue a dormir con ella.

— Todo irá bien.

— Gracias amiga — la de pelo negro demoró en descansar, pensando en sus padres.

Al otro día la dueña del lugar la mandó a buscar.

— Marinette, ahora que estas sola ¿Qué planteas hacer?

— Volveré a mi aldea, aquí no me queda nada.

— Nada... excepto la deuda de tu madre — su voz sonó tan normal que la muchacha no entendió al principio que había dicho.

— ¿Qué deuda? Usted le pagaba por su trabajo y el mío.

— Me debes el entierro — la miró fijamente — además gastaban más de lo que ganaban, sobre todo tu gato.

— No es mío, usted me dijo que lo necesitaba para espantar los ratones — trato de calmarse, para irse lo antes posible de allí — es una mentirosa, mejor me voy.

— No saldrás de aquí hasta que me pagues lo que me debes — dio dos palmadas, inmediatamente aparecieron un par de los tipos que cuidaban que los que tomaban mucho no molestarán, silenciosos se pusieron frente a la niña — será mejor que aceptes de buen grado, sino no podré protegerte de los peligros de la calle, y que diría mi difunta amiga si no me hago encargo de su hija.

La forma como la miraban los varones la asustó.

— ¿Qué quiere que haga? — la morena rezaba para que no fuera lo que pensaba.

— Ya tienes 15 años, y según creo, por cómo era tu madre... ¿No has estado con ningún hombre?

— Claro que no, soy decente — marcó con la voz la última palabra.

— Muy bien, el sábado en la noche será tu "debut", a ver cuánto dan por ti.

Marinette miró a los guardaespaldas de la señora Audrey, y se entregó a su destino, sin decir nada se fue a su habitación, y se tiró en la cama a llorar.

— Tenías razón madre, debí huir cuando podía.

Los dos días que faltaban para el fin de semana, la pasó llorando.

— No es tan malo como crees... la primera vez duele un poco, solo relájate y piensa que estas en otro lugar hasta que acaban, eso hago yo.

— Alía, no sé si podré.

— Lamentablemente no queda de otra, cuando llegue era como tú, pensaba pagar por mí y poder irme, pero...

— Ella no nos dejará ir, tal vez cuando seamos inservibles.

— Podría ser antes en mi caso — la de piel oscura rió fugazmente.

— ¿Nino?

— Me quiere de verdad, pero sus padres no van a dejarnos estar juntos. Como quisiera haberlo conocido en otras condiciones.

— Eres muy buena, a pesar de todo lo que has vivido — Marinette se alegró por su amiga.

— No le digas a nadie, pero Nino va a comprar mi libertad — le costaba contenerse para haberle dicho sus cuatro verdades de la Sra. Audrey por lo de su amiga, pero por ahora debía cuidarse hasta que se pudiera ir.

— ¿Cuándo?

— Demorará al menos seis meses, fue a trabajar para guardar dinero, a espaldas de su padre me llevará a una casita en el campo, allá me irá a ver cuándo pueda.

— Y tendrá que casarse con alguien que apruebe su padre.

— Él me ama y eso es lo importante, no me recrimina mi pasado jamás. Mientras haya vida, hay esperanza, ánimo amiga.

La noche del sábado las del lugar vistieron y maquillaron a Marinette, se veía artificial, como le gustaba a los que iban al burdel, lo que ella no podía ocultar era su miedo.

"Lo siento madre, no podré cumplir la promesa que te hice".

Había muchos interesados, al saber que venía del campo, muchos querían ser los primeros en enseñarle las artes amatorias a la campesina. Al verla más ganas tuvieron, se veía muy desválida y asustada.

— Bien caballeros ¿Quién quiere ser el primero en probar los encantos de la señorita Marinette.

Varios dieron cifras, casi lo mismo que dieron por Cloe, cuando iban a nombrar al ganador, llegó Adrien, su padre y el guardaespaldas.

— Señora Audrey, yo doy... — el muchacho dio una cifra, que hizo que todos abrieran los ojos.

— Es el triple de lo que pagaron por mi hija — miró a Gabriel para asegurarse que este pagaría lo dicho por Adrien. El hombre movió la cabeza afirmativamente.

— Para nosotros eso no es nada — dijo el joven vestido de negro.

"Así verán que tanto dinero tenemos — pensó el hombre orgulloso de Adrien".

— Bien... ¿Nadie más quiere pujar? — al ver que nadie más ofrecería dio por terminado el remate — pueden subir.

Marinette no podía hablar, miraba al piso angustiada, atemorizada, y decepcionada, ella pensaba que el muchacho era distinto a los tipos que iban allí.

"Ahora que recuerdo escuche que ya estuvo con Jean y con Simón (eran dos de las mayores del lugar), podría esperar algo así de cualquiera de los otros, pero no creí que precisamente él me obligaría a hacer algo así".

Llegaron a la habitación, antes de que cerrarán la puerta, Plaga se coló al lugar.

— ¿Qué haces aquí pequeño? — al ver que se ponía frente a la muchacha y se erizaba, entendió — no le haré daño, como puedes pensar eso de mí — le acarició la cabeza del felino.

— No quieres... no me.... — Marinette estaba sentada al borde de la cama, abrazadas sus rodillas, como protegiéndose.

— Para nada, tranquila ¿Eres mi amiga o no? — le sonrió encantadoramente.

Ella se tiró a sus brazos y se desahogó, lloró un buen rato, luego le contó su vida, y como era que había acabado vendiéndose de esa manera.

— Cuando supe de esto supuse que algo raro pasaba, te obligan a esto — su rostro estaba muy duro, con furia contenida.



#10897 en Novela romántica

En el texto hay: misterio, traicion

Editado: 11.04.2023

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