Un amor a toda prueba

Parte 5

— Sí... dime — Adrien estaba curioso que le preguntaría.

— ¿Tú y... y... Jean y Simón... ustedes...? — estaba avergonzada.

— Ja ja ja yo no tuve nada con ellas, les pague para que dijeran que así fue, para quitarme la presión de mi padre — se acomodó muy cerca de la muchacha — ahora yo quiero pedirte un favor.

— ¿Qué quieres? — preguntó ella asustada de nuevo.

— ¿Podrías... tu podrías...? ¿Podrías hacerme... un dibujo de uno de los diseños que te gustarían hacer si tuvieras una boutique?

— Haa, eso... acá tengo varios — le pasó algunos que tenía allí.

— Tienes talento, sé de qué habló, mi familia tiene que ver con estas cosas.

— Gracias.

Cuando termino el tiempo que había pagado, Adrien y Marinette tuvieron que bajar al salón.

"Que bien que fue él quien pagó por mí... o Dios... cuando llegue otro cliente... ese si me obligará".

El joven vio la expresión de miedo de la muchacha por lo que pasaría luego, igual que la cara de varios que quedaron abajo esperando su turno, ya que al no ser virgen el valor bajaría. El hijo de Gabriel tomó del brazo a Marinette para que se tranquilizada, y le guiñó rápidamente el ojo.

— Señorito Adrien, espero que haya pasado un buen momento, ahora ¿Quién quiere ser el siguiente?

— La quiero para mí solamente — la tomó de la cintura, posesivamente.

— Hijo, deberías esperar a tener más experiencia con alguna otra puta para saber...

— Dije que la quiero a ella — Adrien habló con tono de voz bajo, Marinette nunca lo había visto de esa manera, tan firme y de mirada fría — o acaso no tenemos dinero suficiente para que tenga mi propia querida.

— Como diga — el padre se alegró, no le gustaba cuando era amable, siempre quería verlo tan agresivo como ahora.

— Señora Audrey ¿Cuánto pide por ella?

— Me debe mucho dinero... además con ella ganaría bastante por unos años...

— Solo dígame el precio — se acercó a su oído — recuerda quien soy.

Mientras la adolescente miraba todo incrédula, no podría creer su suerte. Acordado el precio, enviaron a la muchacha a buscar sus cosas más importantes.

— Te esperamos "Mi lady" — Adrien le besó la mano, la jovencita nunca se había sentido de esa manera con nadie, corrió a su habitación.

— Alía, me voy, no puedo creerlo.

— Lo supe, me alegro por ti, Nino dice que su amigo es una buena persona, cuando salga de aquí iré a verte.

Cuando bajaba por la escalera, Cloe se interpuso en el camino de Marinette.

— Así que me robaste mi puesto.

— ¿Cómo? — la mirada de la rubia era de furia, como enajenada.

— Yo debí ser la querida de Adrien, no tú... nadie pagó por mí lo que por ti... te odio.

La hija de la dueña del burdel sacó un cuchillo que llevaba ocultó en los pliegues de su vestido, por suerte el guardaespaldas de los Agreste presintió algo, y se acercó a ambas mientras hablaban, de un manotazo le quitó el arma, luego las dos muchachas fueron llevadas junto con los que estaban en el salón, que también habían sido testigos del ataque.

— Será mejor que se lleve lejos a su hija, si quiere póngale otro burdel, pero no quiero verla más aquí sino... — el señor Agreste dejó la amenaza latente.

— Lo siento mucho Gabriel — Audrey estaba pálida de furia.

— Señor Agreste para usted, no se ponga a mi nivel.

Cuando el joven iba a salir de la casa, la mujer le susurró algo al oído, que lo hizo ponerse pálido. Al quedar solas, Cloe comenzó a llorar de rabia.

— Madre, debí matarla, es una trepadora, no sé en qué momento se le metió por los ojos a Adrien.

— No te preocupes cariño, ya empezó mi venganza, ellos nos la pagarán, te lo juro.

A Marinette la llevaron a una casa, que parecía abandonada hacía mucho.

— Mañana mandaré quien te ayude a limpiar, y que amueblen el lugar como corresponde. Nos vemos — desde que subió al carruaje iba muy callado, y ahora parecía que se desmayaría en cualquier momento.

— Gracias, "Cat Noir" — él sonrió fugazmente al escuchar el apodo, luego se fue muy pensativo.

La muchacha pasó varios días arreglando el lugar, cuando ya estuvo listo, Adrien volvió como siempre con su guardaespaldas, se hizo costumbre que fuera todas las tardes con la muchacha, conversaban de sus vidas.

— Me gusta como dejaste el decorado, esta fue la casa de mi madre y su familia, es mía ahora... me gusta como la arreglaste.

— No sabía, disculpe por cambiar algunas cosas

— Recuerda, somos amigos, trátame de tú. No te preocupes, se ve muy alegre, a ella le gustaría ¿O no? — le habló al guardaespaldas que pasó a llevar comida a los gatos.

El gigante asintió y siguió con su valiosa carga, los felinos saltaban felices, celebrando anticipadamente su cena.

— Disculpa ¿No habla? — susurro para no incomodar al guardaespaldas con la pregunta.

— Cuando era joven se vio envuelto en una pelea, allí le cortaron la lengua, quien sabe que más le hubieran hecho, por suerte mi madre iba a casa en su carruaje, vio que pasaba y ordenó a sus guardias que lo salvarán.

La muchacha lo vio con pena, el gigante estaba dando de comer a Tikki y Plaga, éste último, cuando vio que se llevaban a Marinette fue corriendo y se escondió en la parte exterior del carruaje, cuando llegaron a la casita se bajó y se instaló.

— No crees que le haga saber a tu padre que nosotros... no tenemos... — se avergonzó.

— Él nunca me traicionaría, me ha cuidado desde que nací. A veces lo siento más padre que el mío ¿Cuándo quieres empezar a trabajar en tus diseños?

— No tengo dinero para comprar los materiales, ni siquiera he podido ir al cementerio — Marinette se puso triste.

— ¿Quieres ir a verla?

— ¿Puedo salir de aquí? Pensé que no podía sin tu permiso.

"A pesar que dice que somos amigos, su padre me compró para él, soy solo su esclava — pensó triste".



#10954 en Novela romántica

En el texto hay: misterio, traicion

Editado: 11.04.2023

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