Cap 10: Un amor que se renueva

Pasaron los meses y la familia vivía una etapa de armonía. Santiago ya tenía 14 años, y aunque su adolescencia traía retos, también florecía su nobleza y madurez. Julián y Mateo lo observaban con orgullo. Después de todo, estaban criando a un joven sensible, respetuoso y valiente.

Fue entonces cuando, una noche tranquila en Pasto, Mateo se recostó en el sofá junto a Julián y le dijo con una sonrisa serena:

—¿Y si nos casamos otra vez?

Julián lo miró, confundido.

—¿Otra vez? ¿No estamos ya casados?

Mateo rió.

—Sí, pero solo fue por lo civil. ¿Recuerdas que siempre soñamos con una boda frente al mar… en Guayaquil?

Los ojos de Julián se llenaron de lágrimas.

—¿Lo dices en serio?

—Más que nunca.

Daniela y Catalina, ahora inseparables amigas y cómplices de todo lo que rodeaba a Santiago, escucharon los planes y sin dudarlo ofrecieron ayudar con los preparativos. Fueron ellas quienes propusieron que Santiago fuera el padrino de anillos, y que la ceremonia se hiciera en una playa privada, decorada con flores tropicales, faroles de bambú y telas blancas ondeando con el viento.

El día llegó.

Guayaquil los recibió con sol, brisa cálida y un atardecer de fuego. Julián llevaba una camisa blanca con bordados andinos; Mateo, un traje claro con un pañuelo azul pastel que hacía juego con los ojos de su esposo. Santiago estaba nervioso, pero feliz. Sabía que ese momento era histórico para su familia.

—Prometo amarte, cuidarte, reír contigo y nunca dejar de caminar a tu lado —dijo Julián, con la voz quebrada.

—Y yo prometo seguir eligiéndote todos los días, incluso en los peores —respondió Mateo, con lágrimas en los ojos.

Después del "sí, acepto", todos aplaudieron. Santiago corrió a abrazarlos. Catalina y Daniela lloraban de emoción, mientras el mar, al fondo, parecía aplaudir también.

Fue una noche inolvidable. Música costeña, comida ecuatoriana y colombiana, fotos familiares… y una luna llena que parecía bendecirlo todo.

Ese día, el amor de Julián y Mateo se renovó. No solo como pareja, sino como ejemplo eterno para las nuevas generaciones que venían.