Un amor así T2

Cap 15: "Lo siento"

El amanecer llegó lento para Santiago. La cabeza le dolía como si un taladro le perforara el cráneo, y en su pecho pesaba algo aún más fuerte: la culpa. Las imágenes de la noche anterior volvían a su mente como golpes: los gritos, el desprecio, los reproches injustos… incluso a Julián y Mateo los había herido con palabras llenas de rabia sin sentido. Y lo peor, la cara de Catalina —herida, decepcionada— lo perseguía como un eco doloroso.

Vestido aún con la ropa de la fiesta, se levantó tambaleando y fue a la cocina. Allí encontró a Julián preparando café, en silencio. Mateo estaba sentado en la mesa, serio pero sereno.

—¿Puedo hablar? —preguntó Santiago, apenas levantando la voz.

Mateo asintió, sin mirarlo.

—Sé que me comporté como un idiota. No tengo excusas. Me dejé llevar por el alcohol y dije cosas horribles. No sé cómo reparar esto, pero... quiero intentarlo. Lo siento mucho, papás.

Julián le sirvió un café en silencio. Luego lo miró y le puso una mano en el hombro.

—Santi, crecer no es solo tener títulos y años... es aprender a asumir tus errores —dijo con voz suave—. Nosotros te perdonamos. Te amamos. Pero a quienes heriste más fueron a tus amigas… y a Catalina.

Santiago tragó saliva. Lo sabía.

Horas después, se presentó en la casa de Daniela. Ella le abrió la puerta con una ceja levantada, brazos cruzados.

—¿Vienes a decir que éramos insoportables otra vez? —soltó con sarcasmo.

—Vengo a decir que fui un imbécil… y que si alguien me tratara como yo te traté a ti, yo mismo le daría una cachetada. Perdóname, Dani.

Ella se quedó en silencio. Finalmente, lo abrazó fuerte.

—Eres un idiota, pero eres mi mejor amigo —dijo ella riendo entre lágrimas.

La siguiente parada fue la más difícil: la casa de Catalina.

Cuando ella abrió la puerta, Santiago sintió que el aire se le escapaba. Tenía el rostro serio, pero los ojos suaves.

—No sabía si me ibas a dejar hablar… —comenzó él—. Te fallé. Lo que te dije no lo pienso. Me dejé llevar, y me dolió más herirte que cualquier cruda. Te amo, Cata. Y si tengo que pasar cada día del resto del año ganándome tu perdón, lo haré.

Catalina lo miró por un largo momento… luego respiró profundo.

—¿Sabes qué, Santiago? Eres un tonto. Pero te amo. Y los tontos también merecen segundas oportunidades —dijo, sonriendo.

Se abrazaron fuerte, como si con eso se prometieran un nuevo comienzo.

Esa noche, toda la familia se reunió nuevamente en casa de Julián y Mateo. Hubo comida, risas y abrazos. Santiago, entre Mateo, Julián, Catalina y Daniela, supo algo con certeza:

El amor no es perfecto, pero si se cuida con honestidad y perdón, puede resistir cualquier tormenta.




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