El perdón había dejado cicatrices suaves, como esas marcas que no duelen, pero que enseñan. Santiago había retomado sus estudios, sus caminatas por el parque y sus conversaciones profundas con sus padres. Pero sobre todo, había recuperado algo que temía haber perdido para siempre: la confianza de Catalina.
Aquella tarde, él la invitó a su lugar favorito: una colina cercana desde donde se podía ver la ciudad entera, envuelta en nubes bajas y luces lejanas. Llevaba una manta, un par de termos con chocolate caliente, y un pequeño altavoz con música suave.
Catalina llegó envuelta en su chaqueta de jean, el cabello suelto, la mirada limpia. No dijo nada al principio, solo se sentó a su lado. El silencio entre ellos era cómodo, como si ambos entendieran que las palabras no siempre eran necesarias.
—¿Recuerdas cuando veníamos aquí en el colegio? —preguntó ella con una sonrisa nostálgica.
—Claro… tú siempre traías empanadas frías y decías que eran gourmet —se rió Santiago.
—¡Lo eran! Solo que… mal empacadas —dijo entre risas.
Poco a poco, el frío los fue acercando. Primero fue un roce de manos. Luego, los dedos entrelazados. Finalmente, sin que ninguno lo planeara, Santiago acarició su rostro con ternura y la besó. Fue un beso lento, suave, largo… de esos que dicen más que cualquier poema.
—Te amo, Cata —susurró él, con la voz entrecortada.
Ella lo miró con los ojos brillantes.
—Y yo a ti, tontico.
Esa noche, por primera vez, se entregaron al amor. No fue algo impulsivo ni arrebatado, sino tierno, íntimo, profundo. Se amaron despacio, mirándose, riéndose, llorando. No había miedo ni dudas, solo una conexión de esas que nacen del alma. En la intimidad de ese instante, ambos se hicieron promesas que no necesitaban ser dichas en voz alta.
Al amanecer, abrazados bajo la manta, vieron cómo el cielo se volvía naranja y rosado. Era como si el universo también quisiera reiniciarse con ellos.
A partir de ese día, nada sería igual. Santiago ya no era un muchacho confundido, y Catalina ya no era solo su amiga de la infancia. Ahora eran compañeros en el viaje más intenso de todos: el del amor verdadero.
#6435 en Novela romántica
#2784 en Otros
#744 en Humor
amor familiar y crecimiento, juventud y descubrimiento, romance y aceptación
Editado: 27.07.2025