Un amor así T2

Cap 17: Dos Latidos

Catalina se despertó esa mañana con una sensación extraña en el cuerpo. Llevaba días sintiéndose mareada, con náuseas y un cansancio que no lograba explicar. Aunque al principio pensó que eran nervios por los exámenes finales, su intuición le decía que era algo más.

Ese mismo día, Daniela llegó a su casa con una bolsa llena de pan de bono y jugo de naranja. Catalina no comió. El olor la mareó. Daniela la miró con suspicacia.

—¿Te pasa algo? —le preguntó, dejando la bolsa sobre la mesa—. Hace días que te noto rara.

Catalina tragó saliva y murmuró:

—Creo que necesito hacerme una prueba...

Daniela se quedó en silencio un segundo. Luego abrió los ojos como platos.

—¿Catalina... estás diciendo que...?

—No lo sé —interrumpió Catalina—. Pero algo en mí me dice que sí.

Esa misma tarde, acompañada de Daniela, se hizo la prueba en el baño de su casa. Esperaron abrazadas, con las manos temblorosas. Cuando apareció el resultado, Catalina se llevó ambas manos a la boca. Daniela la miró y susurró:

—¿Sí?

Catalina asintió con lágrimas en los ojos.

—Estoy embarazada...

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Mientras tanto, Santiago estaba con Julián y Mateo en la casa familiar. Jugaban dominó, entre risas y anécdotas, cuando su celular vibró. Era un mensaje de Catalina:

> “Tenemos que hablar. Es importante. Estoy en el parque donde nos dimos nuestro primer beso. Ven.”

Santiago llegó corriendo al parque, el corazón latiéndole con fuerza. Allí estaba Catalina, sentada bajo el mismo árbol que los vio enamorarse.

—¿Qué pasó, amor? —preguntó, preocupado.

Catalina tomó sus manos y lo miró con profundidad, con ternura y un poco de miedo.

—Estoy embarazada, Santiago.

Por un momento, Santiago se quedó sin palabras. Sintió que el mundo se detenía. No era miedo, era una mezcla de asombro, vértigo... y alegría.

—¿Estás segura? —preguntó con voz temblorosa.

—Sí... lo confirmé hoy con Daniela.

Santiago se arrodilló frente a ella, tomó su vientre aún plano con ambas manos y sonrió entre lágrimas.

—Vamos a ser papás... —susurró—. Vamos a ser papás, Catalina...

Catalina soltó una risa nerviosa y lo abrazó fuerte. No sabían cómo lo iban a contar, no sabían cómo iba a ser todo... pero lo que sí sabían era que el amor que los unía era verdadero.

Desde la distancia, Fercho los observaba en silencio. Ya no era el hombre prejuicioso que solía ser. Ver a Julián y Mateo felices, y ahora a Santiago construyendo su propia familia, le había enseñado que el amor verdadero no se planea, simplemente... sucede.




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