La mañana en Pasto se había vuelto más cálida, pero el corazón de Mariana seguía envuelto en una mezcla de nervios y emoción. El beso en la mano, el contacto visual con Cristian, el abrazo largo en el parque… todo se estaba transformando en algo que ya no podía negar: lo suyo con Cristian no era una simple amistad.
Ese día, mientras caminaban por la calle, rodeados de murales digitales que proyectaban arte de la nueva generación, Cristian se detuvo y la miró con una intensidad serena.
—Mari... ¿Alguna vez has sentido que quieres gritarle al mundo lo que sientes, pero también te da miedo que el mundo no entienda? —le preguntó, tomando su mano.
—Sí... lo siento ahora —dijo ella, sin soltarlo.
—¿Y qué harías si yo... te dijera que me estoy enamorando de ti?
Mariana sintió que todo en su cuerpo se detenía. Un silencio dulce los envolvió por unos segundos eternos.
—Entonces no estaría sola... —le respondió—. Porque yo también me estoy enamorando de ti.
Cristian la abrazó con fuerza, y aunque la diferencia de edad aún les preocupaba, ese momento era suyo. Mariana tenía 15 años y Cristian 20, pero lo que compartían era real, puro y sin intenciones oscuras. Él no buscaba aprovecharse de ella, ni ella idealizaba algo irreal. Era una conexión que se había construido con tiempo, palabras, respeto y cariño.
Sin embargo, ambos sabían que debían ir con cuidado. Esa noche, Mariana habló con su madre, quien aún no conocía a Cristian. Le confesó que había alguien que le gustaba, pero no mencionó su edad. Solo dijo:
—Mamá... creo que me estoy enamorando. Pero sé que es algo que debo cuidar, no esconder.
Su madre la miró con cierta preocupación, pero también con ternura. Mariana no era una niña caprichosa; siempre había sido reflexiva y madura.
—Hija, solo prométeme que no dejarás que nadie te haga daño. Ni con palabras bonitas, ni con promesas vacías. El amor se construye —le dijo con firmeza.
Mariana asintió, con lágrimas en los ojos. Y esa noche, mientras miraba el cielo lleno de drones publicitarios flotando como estrellas urbanas, decidió que viviría su amor con valentía, pero también con responsabilidad.
Y en algún lugar de Pasto, Cristian miraba la misma luna, pensando exactamente lo mismo.
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drama intergeneracional, romance futurista, amor prohibido juvenil
Editado: 28.07.2025